Historia de...

Lidia Falcón: “El feminismo se ha vuelto un club de señoras de barrio”

Nos reunimos con la fundadora del Partido Feminista de España, para hacer balance del gobierno socialista. De su diagnóstico pesimista no se salvan ni las feministas

Si no fuese porque Luis García Berlanga lo más que puede hacer es revolverse desde su tumba, pensaríamos que toda esta crónica demoledora que se está escribiendo en España es una más de sus parodias cinematográficas. ¿Esta es la izquierda que prometió reducción de la desigualdad, acceso a la vivienda, fortalecimiento del estado de bienestar, empleo digno, feminismo… Esta última palabra nos da la clave para saber a quién dirigirnos: Lidia Falcón.

Llegar a ella exige abrirse paso entre el bullicio de Antón Martín, en Madrid, un barrio castizo, poético y con el alma abierta. También lo es la casa en la que habita desde hace décadas esta escritora, abogada y política española, fundadora del Partido Feminista de España. A pesar de ser un edificio centenario, el aire no huele a tiempo detenido ni cruje la madera. Sus muros están empapelados de historia y de una memoria que, lejos de permanecer encerrada, sigue tomando forma en sus manos

A sus casi 90 años, a Lidia Falcón no le pesa la edad. Nunca se vio a una nonagenaria menos anciana. Camina ágil y repasa la historia de España con una lucidez envidiable. Con su melena pelirroja imperturbable, intuimos que en su cabeza aún flamea alguna revolución. Viste una blusa de color fucsia que realza su carácter enérgico y vibrante. Mira con calma la vida, pero no deja de escandalizare por lo que lee y escucha, que es mucho.

Lidia Falcón O’Neill es una política y escritora española

Todavía espera su turno para terminar de hilvanar todo el legado que desea dejar. Le sorprende que todavía alguien quiera escuchar su opinión y accede encantada a responder sin importarle si ese alguien reposa sus ideas a la derecha o a la izquierda, si cojea de un pie o del otro. Además de lúcida, se mantiene valiente, combativa y directa. Tiene la vida aprendida a pulso y sonríe con ironía al mencionarle las políticas de izquierda o el feminismo actual.

¿Qué le parece la deriva que ha tomado la izquierda en España?

¿De qué izquierda me habla? No existe. Mi visión es amarga, tragicómica. Estamos en el momento más desastroso del siglo. Luego ya veremos lo que viene, pero nunca en los últimos 50 años habíamos estado tan mal. Estoy asombrada de que puedan decir que la situación económica crece por encima de la media europea. ¿De dónde lo sacan? Debe de ser que los que lo dicen viven muy bien, pero ahí tenemos la pobreza infantil o la caída del poder adquisitivo de la población en general. O los dos millones y medio de parados. Los pobres y las clases medias son los grandes perjudicados. ¿A esto se le llama izquierda.

No era lo que esperaba hace cinco décadas, cuando nos libramos de una dictadura.

Me disgusta y decepciona por todo lo que esperábamos entonces. Las izquierdas en este país nos han llevado a estar como estamos. Son una falacia. Ni siquiera tenemos partidos de izquierda -sería demasiado pomposo llamarlo así-. Son una serie de organizaciones populistas que se dedican a la performance, a la política como espectáculo. ¿Un número como el de Leire Díez y Víctor de Aldama es política? Para estos políticos, lo importante es salir en la televisión, aunque sea pegándose.
¿El problema de fondo es la falta de altura de los políticos?

Su falta de moral. Es lo que ha deconstruido la izquierda. Podemos hablar de Monedero o de Pablo Iglesias, que son los más conocidillos, pero hay otros muchos. Los de menor categoría salen más tarde, pero los hechos son los mismos. Todos son unos puteros, unos acosadores sexuales. Las grietas aparecen siempre por los mismos sitios. Alguno podría dedicarse a pintar, a hacer teatro… No, lo suyo es meterse con las mujeres, casi siempre las más cercanas y compañeras. No son sucesos esporádicos. Cada día nos sirven algo nuevo.

¿Qué le frustra de manera más significativa?

Dejando a un lado su conducta individual, lo peor es la ausencia de avances en todas las áreas. No hay nada que se pueda mencionar, ni siquiera en igualdad de género. Tenemos la Ley trans para alegrarnos la vida, el caballo de Troya del movimiento feminista.

Siempre ha sido muy crítica con esto. ¿Ha dividido al feminismo?

Lo que creo es que nos ha destrozado. Hay un sector minoritario que defenderá a la ilustre ministra de Igualdad que tuvimos. Sus políticas degradaron las reclamaciones feministas y las posibilidades de participar en términos de igualdad y respeto en todos los sectores: producción, política, cultura y economía.

¿Está de acuerdo cuando la mencionan como feminista clásica?

Esto ocurre porque se ha desvirtuado el feminismo. ¿Qué significa clásico? Hay una ingenuidad enorme en esas mujeres que quieren abanderar el feminismo ahora. Es una ingenuidad que me enternece y agobia al mismo tiempo. Hay luchas que ya las ganamos y otras en las que nos engañaron. El movimiento feminista se ha quedado criogenizado y todo se reduce a una agenda feminista con tres o cuatro reclamaciones, como la abolición de los vientres de alquiler o de la prostitución y la equiparación de salarios. ¡Esto último ya lo pidieron las francesas en 1789! Creen que vienen ahora a cambiar el mundo.

Ya en la década de los ochenta fue muy crítica con las feministas. Las llamó pánfilas.

Cuando reduces de tal manera tus propósitos y el programa por el que luchas se limita a unos grupos pequeños, el feminismo pasa a ser un club de señoras de un barrio que pide que le pongan un cine o un musical. El feminismo es una ideología, un programa político, una cultura, una moral de existencia y de vida. Me cuesta creer que el movimiento feminista no diga una palabra del genocidio de Palestina, del impacto de las guerras actuales en niños y mujeres. Uno de los grandes males que tiene el feminismo, sobre todo en nuestro país, es que no quiere entrar en política. Se ha convertido en una sucesión de asociaciones. Hay unas 3.300 inscritas en España. Son clubes de señoras que se reúnen para decir qué mal está esto, a mí me han echado del trabajo o yo no puedo con los niños. El 8 de marzo convocan con mucho jaleo y pidiendo dinero. Y hasta el año siguiente.

Izquierda Unida la expulsó en 2020. ¿Cómo se siente tratada por España?

Me ha tratado mal. Estoy muy disgustada. Aunque no me quieren en ningún sitio, sigo adelante con mis proyectos, imparto clases en YouTube sobre feminismo y estoy escribiendo un libro sobre la deconstrucción de la izquierda.

¿Felipe González le provocó el mismo desencanto?

Absolutamente. Ni él ni ninguno de los que les siguieron han practicado socialismo.

Su diagnóstico es muy negativo. ¿Lo traslada a otras esferas, como la educación?

Tenemos los niveles más bajos de comprensión lectora y matemáticas, que son las áreas que ayudan a forjar el cerebro. El talento joven o se pone a servir platos en un restaurante o se va a países donde encuentran condiciones a su medida. Los maestros están desmotivados y no enseñan. ¿Puede ser más desastroso? Como ve, se han roto todas estructuras.

¿Vislumbra alguna utopía a la que agarrarnos?

Hoy no existen utopías. Nos damos de bruces si nos reducen la jornada laboral dos horas y media. Estos son los estándares actuales. No hay movimiento de izquierdas y cuando hablas de análisis marxista se vuelven contra ti. La ciencia habla ya de una nueva especie que será un híbrido entre homo sapiens y máquinas. ¿Nos librará a las mujeres del yugo de la lactancia o del parto? De momento, veo más entropía, falta de control, más que utopía.