Crianza

Mamás y papás al rescate: la era del helicóptero que nunca aterriza

Acompañan a sus hijos hasta la universidad, envían correos a los profesores o desatan auténticas batallas por ellos. Su exceso les deja sin oxígeno

Claire Dunphy en Modern Family es un ejemplo de manual. Está convencida de que sin su supervisión sus hijos se hundirían

Una madre helicóptero -o excesivamente protectora- pilota con pericia durante la infancia de sus hijos. Sobrevuela a baja altura sin despegarse de su radal vital y maneja con soltura cualquier turbulencia para que no sufran ningún contratiempo. Lo peor es que no encuentra el momento de aterrizar, ni siquiera cuando sus vástagos cumplen la mayoría de edad y llegan a la universidad. “Es la consecuencia de no favorecer la autonomía cuando son niños. Cuanto más demoremos cederles esa parcela para que tomen sus decisiones, aunque sean erróneas, más complicado será luego. Sin autonomía, no hay autoestima“, indica Cristina Sanz, psicóloga experta en comportamiento infantojuvenil.

“Querido alumno: soluciona tus propios problemas”

Hace unas semanas, el catedrático de la Universidad de Granada Daniel Arias Aranda difundió en sus redes sociales el siguiente cartel: “El vicedecanato de Prácticas no atiende a padres. Todo el alumnado matriculado en Prácticas es mayor de edad”. Realmente el autor era el vicedecano Pedro Valdivia y dejaba claro que los profesores universitarios tienen que lidiar con progenitores que irrumpen en su despacho como si fuese una tutoría de Primaria o reciben correos para exigir soluciones a los problemas de sus hijos.

“No son casos mayoritarios, pero tampoco infrecuentes. Que vengan los padres de universitarios a pedirnos explicaciones sobre la manera de dar las clases, los exámenes y las notas de sus hijos o las matrículas es una tendencia al alza”, señaló Arias Aranda. La frase se viralizó y empezaron salir anécdotas: la madre que irrumpe alterada en el despacho porque su hija no aprende; el padre que dejó una tarjeta de inspector de Hacienda sobre la mesa; o el abuelo que acompañó al nieto en tren el primer día de universidad para enseñarle el trayecto correcto. Sin duda, entrañable.

Los reglamentos son muy claros y no amparan a los padres helicóptero, salvo necesidades especiales o asuntos de salud. Es un estilo de crianza agotador, asfixiante y sin tregua: se involucran de forma extrema en todos los aspectos de las vidas de sus hijos tengan la edad que tengan.

La intención no es mala: proteger a los retoños del dolor y la decepción, auparlos a la felicidad, pero una felicidad que casi provoca urticaria. “Me horroriza cuando lo escucho. Lo que está en nuestras manos es que nuestro hijo sea fuerte. Si suspende, si no llega a una meta, será un aprendizaje, una oportunidad de crecimiento y de afrontar las dificultades desde su autonomía y el valor del esfuerzo para mejorar”.

El caso de las Kardashian y otras celebridades

Los padres helicóptero inspiran muchas bromas, pero el asunto es serio porque su modelo puede afectar negativamente al niño en su confianza y habilidades. No garantiza ningún resultado, excepto si medimos el éxito en términos económicos, como es el caso de la matriarca del clan Kardashian, Kris Jenner, un ejemplo de mujer que se queda a vivir en la torre de control. Gestionó los contratos y prácticamente inventó el producto (sus propias hijas), convirtiendo cada crisis en capital mediático.

Kris Jenner

Incluso las celebridades corren el riesgo de perder la brújula.  Es el ejemplo de Véronique Rabiot, madre del futbolista francés Adrien Rabiot. Su hijo dejó hace tiempo los deberes escolares, pero traslada su compromiso maternal a los estadios y desata auténticas batallas campales. Discute públicamente con entrenadores, clubes y hasta familias de otros jugadores en las gradas. No deja de interferir en las decisiones contractuales y deportivas de su hijo, con una intensidad que asusta hasta a los directores deportivos. “Dar un paso atrás en la resolución de los problemas de nuestros hijos nos ayudará a formar personas resilientes y seguras de sí mismas, tal como necesitamos”, zanja Sanz.

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