España es el país que más rápidamente se está identificando con discursos de ultraderecha. Según los últimos datos de la Encuesta Social Europea, el 21% de los hombres jóvenes, superando la media europea del 14%. Solo el 11% de las mujeres españolas menores de 28 años se identifica con esta ideología, frente al 9% de la media europea.
“Un hombre verdad”
En su discurso está la idea de que el feminismo ha ido demasiado lejos y presentan la igualdad como una amenaza a su masculinidad. Promueven la imagen de “hombre de verdad” ligada a fuerza física, autosuficiencia emocional y dominio. Cualquier desviación se ridiculiza. Idealizan un pasado en el que el hombre tenía un rol claro y jerárquico y la mujer uno subordinado. En la base de cualquiera de los movimientos antidemocráticos vemos la nostalgia de una masculinidad hegemónica, además de un profundo malestar económico y el rechazo a la diversidad.
Aunque desde el punto de vista cuantitativo no hay datos exactos que permitan un retrato exacto, el sociólogo Antonio Nicolás Álvarez Benavides, profesor de la UNED, encuentra varios rasgos en común. En primer lugar, que hay muchos más hombres jóvenes que mujeres que apoyan estas actitudes. “Tiene que ver con una concepción de la masculinidad o una respuesta a sus crisis vitales a través de la reafirmación de su yo masculino”. El segundo aspecto es la sensación de crisis continuada que le impide un futuro claro. “Esta idea de precariedad influye de una manera cualitativamente muy importante”.

Además de esta generación que se ha criado sin conocer una situación diferente a la incertidumbre, el sociólogo repara también en esa otra, en torno a los cuarenta, que vivió una ruptura brutal con respecto a sus padres. “En conclusión, tenemos varias generaciones de hombres desesperados y con grandes dificultades para realizar sus proyectos vitales. En una situación de crisis, desafección y desolación, es muy fácil que calen estos discursos si no hay una alternativa”.
Una idea errónea de “ser hombre”
No solo en España, en muchos de los países de la OCDE, la extrema derecha está reclutando a jóvenes insatisfechos mediante mensajes persuasivos que fomentan comportamientos violentos, tanto en el entorno virtual como en la calle. Pamela Nilan, catedrática de Sociología de la Newcastle University, Australia, confirma que el colectivo que con diferencia se siente más atraído es el de los varones menores de 30, como respuesta a su trabajo precario y desempleo intermitente. Esto les da una sensación de desventaja que contrasta con las altas expectativas que se depositan en la masculinidad.
“La propaganda de la extrema derecha promete a los jóvenes blancos que se sienten agraviados una consideración como sujeto superior que restaura la jerarquía patriarcal occidental. Esta retórica sostiene que el feminismo y el orgullo queer no solo han debilitado a los hombres, sino que han debilitado a la sociedad en general”, expresa Nilan. Es el discurso que ha calado en la manosfera, la comunidad virtual en la que los hombres se quejan de su situación vital e incitan a otros hombres a llevar a cabo acciones contra las mujeres. Su narrativa estimula su imaginación supremacista masculina a través de cuentos fantásticos
Para frenar estos movimientos, el psicólogo Sergio García Soriano propone educación para el ciudadano y protección de la salud mental. “La educación pone en valor los principios democráticos y permite conocer su historia para no repetirla. Por otra parte, una sociedad que protege la salud mental es más fuerte porque es más flexible. Ayuda a saber hasta qué punto soy un odiador o qué dificultades en el camino me llevan a proyectar en los demás mi agresividad u odio. Cuando uno es conocedor de esto, se vuelve más flexible, mejora su convivencia consigo mismo y con los demás y tiene mejor salud mental. Una sociedad que se conoce es más satisfactoria”.


