Opinión

Rosalía, «Volcel» y la nueva soltería

Cristina López Barrios
Actualizado: h
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Esta semana me he topado con varias noticias sobre la soltería, el celibato y la libertad. Además, he escuchado el nuevo disco de Rosalía: Lux, cuya portada tiene una estética que roza la mística, al igual que algunas de las imágenes de la promoción. La voz de Rosalía es capaz de llevarte al cielo —en la canción con Björk parece tocada por los ángeles—. Mientras nos estremecemos y sorprendemos con su música, ella declara practicar «volcel», celibato voluntario debido al estrés y la dedicación que le requiere su arte.

Las estadísticas parecen claras: en el mundo desarrollado la tendencia a la soltería está en alza. ¿Es una moda o un verdadero cambio de paradigma? ¿Nos hemos ido de un extremo a otro? ¿Del núcleo familiar tradicional que regía en la sociedad a la vida en solitario? ¿Es lo más cool y moderno quedarse soltero? Las modas y las tendencias nos hablan de los anhelos, de las preocupaciones de una sociedad: qué se desea, que angustia, qué se valora. Son un espejo social y, como tal, una mina. La cuestión es no dejarnos arrastrar por ellas hasta obrar contra nuestros deseos, de nuevo por el “qué dirán”. Como antaño, cuando para la mujer el matrimonio o el convento eran sus principales opciones. O bien convertirse en la tía solterona.

Tengo una amiga de los países del Este que me hace ver lo fuerte que es el sentido de la familia entre quienes hemos crecido en culturas latinas. «Deja volar a tu hija» me dice. En contraposición, me viene a la cabeza el documental sobre la llamada teoría sueca del amor, donde se defiende un modelo en el que los individuos no necesitan nada uno del otro. El Estado del bienestar procura las vías para lograr una independencia económica. Si hay dinero, hay libertad de elección. Sin duda. Aunque no es una variable exacta. Virginia Woolf nos hablaba de una habitación propia, de una renta, pero esa habitación no tenía por qué estar en una casa sin nadie más. Casarse o vivir con alguien por amor, por elección, no por necesidad, sería lo perfecto. Después de la fase alfa del enamoramiento donde todo es frenesí, viene el crecimiento en pareja. Un gran reto que, si se logra, por lo visto procura una longevidad mayor que la de quienes viven solos. Es la era de las estadísticas.

Zygmunt Bauman decía que, para ser feliz, el ser humano necesita afrontar retos y solucionar problemas, no que le libren de todo. Yo lo interpreto como aprender a gestionar la complejidad de la vida y de los vínculos con los demás, porque de lo que no tengo duda es de que somos animales sociales. Y las relaciones con los otros nos completan. Siguiendo con Bauman, recuerdo una entrevista donde contaba que para algunos filósofos contemporáneos la vida perfecta era la de Sócrates. ¿Debemos imitarla? Muy al contrario, nos dice. Para el filósofo griego, el secreto de la felicidad estaba en la vida que él creó para sí mismo. De modo que cualquier modelo de felicidad que nos ofrezcan ya prefabricado traicionaría esa receta. «Para cada ser humano existe un mundo perfecto hecho por él», concluye. Así, el «vocel» de Rosalía sería «su vida Sócrates».

«Ya no lo necesito, no, pero lo quiero». ¿Reside ahí la verdadera libertad? Elegir con plena conciencia y asumir la responsabilidad de todo lo que conlleva.

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