El plan del Gobierno en el Valle de los Caídos cambia y da un giro de 180 grados

La Iglesia y el Gobierno confirman que el acuerdo sigue intacto y que la gran novedad será un centro de interpretación subterráneo

El jurado del Concurso Internacional de ideas para la resignificación del Valle de Cuelgamuros.
EFE/ Rodrigo Jiménez

El debate sobre el Valle de los Caídos ha dado un giro inesperado después de que se confirmara que el proyecto ganador para su transformación será mucho más limitado de lo que se había planteado en un principio. A pesar de las interpretaciones iniciales, la intervención no modificará ninguno de los elementos religiosos del enclave, incluidos la Piedad, los evangelistas, las virtudes teologales y la monumental cruz de 150 metros que domina Cuelgamuros.

El Ministerio de Vivienda y el Arzobispado de Madrid han detallado que la actuación en el Valle de los Caídos se centrará en añadir carteles explicativos para contextualizar el monumento según los criterios de la Ley de Memoria Democrática. La reforma, por tanto, será mínima y descartará cualquier alteración física de las esculturas que configuran la identidad visual del enclave.

La polémica de la maqueta y el desmentido oficial

La presentación de la maqueta del proyecto La base y la cruz, elegido entre 34 propuestas internacionales, provocó especulaciones sobre una supuesta eliminación simbólica de esculturas en el Valle de los Caídos. En esa representación no aparecían algunos elementos religiosos, lo que llevó a varios sectores a interpretar que la reforma iría más lejos.

Sin embargo, desde el Ministerio de Vivienda han aclarado que la maqueta mostrada del Valle de los Caídos era únicamente conceptual y no recogía detalles como iconografía, vegetación o infraestructuras secundarias. Fuentes del equipo de Isabel Rodríguez consultadas por La Razón se mostraron molestas por las deducciones precipitadas y recordaron que la maqueta no es un plano final, sino una guía de intenciones arquitectónicas.

La base y la cruz (Valle de los Caídos) - Sociedad
Maqueta del proyecto ‘La base y la cruz’.
EFE/ Rodrigo Jiménez

El Arzobispado de Madrid también ha querido zanjar los rumores y subrayar que la Iglesia no habría aprobado ningún cambio indebido en el Valle de los Caídos. El proyecto ganador fue respaldado por unanimidad, incluido el asesor litúrgico Daniel Escobar Portillo, quien forma parte del proceso como delegado de liturgia.

Ese apoyo confirma que en el Valle de los Caídos se respetarán los compromisos alcanzados en marzo entre el Gobierno y la Iglesia: un acceso independiente a la basílica, presencia de la comunidad benedictina y la preservación de todos los elementos religiosos. De haberse planteado eliminar esculturas, la Iglesia habría bloqueado el acuerdo desde el primer momento.

La propuesta menos invasiva entre las diez finalistas

Otra revelación importante es que La base y la cruz era, de hecho, la propuesta menos intervencionista entre las diez finalistas para el Valle de los Caídos. Frente a otros planteamientos más disruptivos, la solución vencedora apuesta por intervenir lo mínimo, limitarse a reinterpretar el espacio y añadir un centro de interpretación para contextualizar su historia.

Desde Vivienda también desmintieron que el Valle de los Caídos vaya a dividirse en dos partes mediante una gran “grieta”. La confusión nació a partir de un malentendido visual. El boceto se presentó fragmentado en dos piezas por motivos de escala. Pero no contempla ningún corte físico en la explanada.

El plan del Gobierno en el Valle de los Caídos cambia y da un giro de 180 grados
Una fotografía de archivo de la tumba de Francisco Franco.

La principal transformación en el Valle de los Caídos será la construcción de un nuevo centro de interpretación en una planta subterránea ubicada bajo un gran óvalo abierto en la explanada. Ese espacio será el encargado de explicar el origen, la evolución y el significado del conjunto desde una perspectiva histórica y democrática.

Con esta solución, el Gobierno quiere que el Valle de los Caídos tenga un enfoque pedagógico sin alterar su composición monumental. La intervención mínima, el respeto a los elementos religiosos y la apuesta por la contextualización revelan un giro de 180 grados respecto a las expectativas iniciales.

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