Opinión

Daimiel en la multicámara: experimento fallido

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Como sabe todo el mundo a estas alturas, Antoni Daimiel ha dejado de comentar la NBA, treinta años después. Lo sabe todo el mundo porque durante varias semanas Daimiel ha estado hasta en la sopa, una noticia excelente ya que pocas ocasiones hay en este mundillo de leer a una persona tan reflexiva, tan inteligente y, a su modo, tan divertida.

Por estas cualidades y por varios motivos más, su ausencia en las retransmisiones de la NBA ha dejado huérfanos a miles de aficionados, a los que en el fondo no nos interesaba tanto lo que tuviera que decir sobre la profundidad de banquillo de los Minnesota Timberwolves como sentirnos acompañados por él y disfrutar con su profesionalidad y su manera de contar las cosas.

Parecía lógico que Daimiel acabara en Prime Video o DAZN, las plataformas que ahora emiten la NBA. Ambas le llamaron pero, como él mismo ha explicado, era difícil llegar a un acuerdo. La primera le exigía viajar a Barcelona para comentar los partidos. La segunda habrá hecho sus cuentas y no tiene pensado gastarse mucho dinero. En su ronda de entrevistas en prensa, Daimiel contó que en la actualidad hay gente comentando partidos en televisión por 100 euros brutos. Lo dramático es que, cuando decidan bajar esa cifra, seguirán encontrando gente dispuesta a hacerlo. Hay muchos periodistas y muy fácilmente sustituibles. No es el caso que nos ocupa.

En los últimos años, Daimiel ha formado tándem con Guillermo Giménez, narrador con reminiscencias de Andrés Montes, su primer gran compañero. Casi nadie se acuerda del segundo, David Carnicero, y por algo será. Las conversaciones entre Guille y Antoni se han hecho tan virales como lo habrían sido aquellas con Montes cuando las redes sociales no eran siquiera imaginables. Al perder los derechos de la NBA, Movistar+ se quedaba también sin esta pareja tan heterogénea y pintona. Giménez había comenzado a narrar tenis y de Daimiel no teníamos noticias. Así que alguien pensó que su estilo podía encajar en el fútbol. Pero no en una retransmisión convencional sino alternativa.

El pasado domingo, Daimiel y Giménez debutaron con la retransmisión del Celta-Barcelona en el canal multicámara, un extraño espacio desde el que LaLiga trata de atraer otras audiencias mediante youtubers y gente vinculada a los e-sports. No vamos a decir que la idea haya sido mala, pero lo que resultó desastroso fue su ejecución.

 

Para sorpresa general, Guillermo Giménez apenas narró el partido. Por lo visto, alguien (¿él mismo?) pensó que no se trataba de contarlo sino de reaccionar a él. Y tampoco mucho. Fueron dos horas de televisión desangelada, con silencios pesadísimos subrayados por el sonido ambiente de Balaídos y comentarios que podían tener que ver con lo que pasaba en el césped o no. Giménez ni siquiera cantó los goles.

En la NBA, la narración del partido salpicada de comentarios deliciosamente banales deparaba una mezcla explosiva. El estreno de la multipantalla, en cambio, fue una tediosa intermitencia de ocurrencias. Sólo Daimiel, de vez en cuando, trataba de dar alguna clave sobre ese partido frente al que estaban levantando un muro. Si era un experimento, resultó fallido.

 

Acabado el partido, me desentendí rápidamente de la multicámara. Aún me daba tiempo a ver el final del Houston Rockets-Milwaukee Bucks. Sin Guille y Daimiel pero con Antetokounmpo, Durant y Sengün. La NBA sigue. Movistar+ también y esperamos que, más pronto que tarde, sepa qué hacer con Daimiel. Salvo que quiera tirar un diamante a la basura.