El próximo año, Pedro Sánchez tiene en su mano convertirse en el segundo presidente más longevo de la democracia por detrás de Felipe González. El “chico” que reconquistó la presidencia del PSOE en un Peugeot, batirá en mayo la marca de José María Aznar en La Moncloa al acumular siete años y 11 meses en el cargo.
El dato se ha convertido en una unidad de medida del sanchismo. Aduladores y detractores del presidente lo utilizan por igual. Los primeros, para justificar la solidez de un proyecto que hace aguas ante la incapacidad de aprobar los Presupuestos; los segundos, para autoconvencerse de que Sánchez tiene fecha de caducidad.

Hasta el momento, 2026 será un año de examen electoral al PP. Así lo ha bendecido Alberto Núñez Feijóo. El plan pasa por ir asestando golpes en las autonomías al adversario hasta noquearlo. Que Sánchez convoque elecciones con la cabeza en la lona. No hay signos de que los deseos del líder del PP se vayan a cumplir. Sí hay evidencias de que Vox está fuerte y de que el futuro del gallego está atado al de Abascal.
El PP no es un partido amigo para los de la ultraderecha. Es un adversario a batir. “Vox ha nacido para ganar las elecciones, para cambiar España“, explican desde el asiento a la derecha de Abascal. Su proyecto es a largo plazo y con la mirada en Europa.
El panorama electoral en la UE
En 2026, la derecha y la ultraderecha se redefinirán en función de lo que ocurra con en Hungría con Viktor Orbán. El valedor de Abascal en Bruselas podría perder el poder ante el ascenso del pequeño partido conservador Tisza, liderado por Péter Magyar. El giro sería un buen faro para el PP y devolvería a Hungría al club de los liberales europeos.

El reverso está en que la debilidad de Emmanuel Macron le fuerce a adelantar las presidenciales en Francia previstas para 2027. Si Marine Le Pen logra sortear su inhabilitación podría hacer historia. Una mujer conquistaría el Elíseo por primera vez y la ultraderecha se haría con el trono de la cuna de la revolución. En este escenario, Feijóo queda en medio de Le Pen y Giorgia Meloni a merced de Vox.
Con una Europa radicalizada, los de Abascal se sentirán reforzados. Ya tienen hecha una lista con los ministerios que exigirían en caso de pedir sillones a Feijóo: Hacienda, Interior, Agricultura y Cultura. Carteras con las que sembrar una España sin impuestos ni inmigrantes imposible de asumir para el PP.

Con este calendario especula también Sánchez. Su única baza sigue siendo agitar el miedo a una ola reaccionaria que según los resultados de Extremadura no preocupa a los electores. La polarización sólo ha servido para engordar a Vox.
Generales antes que municipales
Con la ultraderecha en máximos y el PSOE en mínimos no hay aliciente para que Sánchez vaya a un adelanto electoral. No hay “ventanas de oportunidad”. La realidad es tozuda y salvo Tezanos todas las encuestas vaticinan el final de una era.
Aragón y Castilla y León supondrán un nuevo varapalo para el PSOE o lo que quede de él. Los críticos anuncian un enero caliente, pero asumen que el final de Sánchez debe fraguarse desde dentro.

La corriente de Jordi Sevilla está sirviendo para conectar a los descontentos, pero no derrocará al presidente. Sánchez -asumen quienes preparan su sucesión- caerá el día que no tenga poder y por eso se aferra a él. Hasta entonces, se elevará la presión interna para que haya generales antes que municipales.
El liderazgo del PSOE
Los alcaldes se mueven, pero incluso aquí el tiempo juega a favor de Sánchez. Hasta los críticos quieren que vuelva a presentarse. ¿Quién asumiría el liderazgo del PSOE para perder?
Hay voluntad en el presidente de llegar a 2027 o al menos apurar al máximo 2026. Las elecciones andaluzas serán un hito. La previsible derrotada la encarna la secretaria general del PSOE y todopoderosa vicepresidenta. A quienes susurran a Sánchez para que convoque a la vez que Juanma Moreno. Convertir las andaluzas en un plebiscito entre las dos Españas cada vez más desdibujadas.

Por ahora el plan es que nada cambie. Si Puigdemont regresa en primavera con la venia del Constitucional, los ánimos en Junts se aplacarán. Sumar no va a romper y el PNV hará una voladura controlada de cara a las municipales de 2027.
Sánchez no tiene nada que perder y sí tiempo que ganar. En este horizonte de resiliencia sólo se puede interponer la imputación del PSOE en la Audiencia Nacional por la investigación de los pagos en metálico que obligaría a los socios a pedir al menos una cuestión de confianza. El resto de los procesos judiciales se enmarca en el “law fare”. El año 2026 empezará como acaba 2025: con un Gobierno agonizante y una oposición en estado constante de ansiedad.
Desde Artículo14 les deseamos un próspero Año Nuevo y agradecemos la confianza en este año y medio de vida. Nuestra vocación es cumplir muchos más juntos.



