La WNBA vive uno de los momentos más tensos de su historia reciente. A pocas horas de que finalice el plazo para renovar el convenio colectivo, las jugadoras han decidido romper el acuerdo firmado hace cuatro temporadas y amenazan con paralizar la liga si no se alcanzan mejores condiciones laborales y salariales. El actual contrato este 31 de octubre de 2025, y si para entonces no se ha pactado un nuevo marco regulador, el baloncesto femenino estadounidense podría entrar en lockout, lo que pondría en riesgo toda la temporada 2026
El conflicto se centra en el reparto de los ingresos, los salarios y las condiciones laborales, y podría marcar un antes y un después en la historia del deporte femenino profesional.
La decisión fue anunciada por la Asociación de Jugadoras de la WNBA (WNBPA), que considera que el actual acuerdo no refleja el crecimiento que la liga ha experimentado en los últimos años. “Nosotras somos el motor que ha hecho que la WNBA crezca en audiencia, ingresos y relevancia global. Es hora de que eso se traduzca también en una compensación justa”, declaró un comunicado del sindicato.

Las jugadoras perciben un 40% menos que sus homólogos
El principal punto de fricción está en el porcentaje de los ingresos relacionados con el baloncesto (BRI, por sus siglas en inglés) que reciben las jugadoras. Según cifras internas, las deportistas perciben menos del 7% de esos ingresos, aunque algunas fuentes elevan la cifra hasta el 9 o 10%. En cualquier caso, está muy lejos del 50% que reciben los jugadores de la NBA bajo su propio convenio colectivo.
La diferencia se ha vuelto cada vez más difícil de justificar a medida que la liga femenina ha crecido en popularidad y en valor económico. En la última temporada, la WNBA generó entre 200 y 300 millones de dólares anuales, impulsada por un aumento en los derechos de televisión, los patrocinios y el interés mediático.
Los salarios
Sin embargo, los salarios base de las jugadoras siguen en torno a los 75.000 dólares, mientras que incluso las estrellas de la competición apenas superan los 250.000 dólares anuales. “Es una cuestión de equidad y sostenibilidad”, explicó una de las jugadoras más destacadas del campeonato, que prefirió mantener el anonimato. “Queremos que la liga crezca, pero eso no puede seguir ocurriendo a costa de quienes la hacemos posible”.

El conflicto no se limita a lo económico. Las jugadoras también reclaman mejores condiciones en la maternidad, las pensiones y los desplazamientos. En la actualidad, muchas de ellas deben asumir viajes largos en vuelos comerciales. Sin la comodidad ni la seguridad que implican los vuelos chárter que utilizan otras ligas profesionales.
En ocasiones, la fatiga derivada de los desplazamientos ha afectado al rendimiento e incluso a la salud de las deportistas.Además, la WNBPA busca mayores garantías en los periodos de maternidad y un sistema de pensiones más sólido que les permita una mayor estabilidad tras su retirada. Estas demandas se alinean con las políticas de igualdad y bienestar que otras ligas y federaciones deportivas están adoptando a nivel mundial.
Posible cierre
La fecha límite para alcanzar un nuevo convenio es el 31 de octubre de 2025. Si para entonces no se logra un acuerdo, la liga podría enfrentar un cierre patronal (lockout) que pondría en riesgo el inicio de la temporada 2026. Sería la primera vez en la historia de la WNBA que se produce una paralización de este tipo, algo que generaría un fuerte impacto económico y social. Fuentes cercanas a las negociaciones aseguran que las posturas siguen siendo “distantes”, aunque ambas partes estarían dispuestas a mantener el diálogo.
La liga, por su parte, ha señalado en un comunicado que “reconoce el valor de las jugadoras y su papel en el crecimiento de la WNBA”, pero advierte que el nuevo acuerdo “debe ser sostenible a largo plazo”.

El debate inevitablemente se compara con la situación de la NBA masculina. Cuyo convenio colectivo garantiza a los jugadores el 50% del BRI, salarios multimillonarios y condiciones de viaje y bienestar incomparables. Mientras tanto, muchas jugadoras de la WNBA deben complementar sus ingresos jugando en el extranjero durante la temporada baja. Algo que ha generado tensiones en el pasado por los riesgos físicos y de fatiga.
Un punto de inflexión para el deporte femenino
La crisis llega en un momento de máxima expansión para el baloncesto. Con récords de audiencia, nuevos contratos de patrocinio y un creciente interés del público joven. Para muchas voces dentro y fuera del deporte, este conflicto podría marcar un punto de inflexión.
La WNBA da un paso hacia un modelo más justo y sostenible, o corre el riesgo de perder el impulso ganado en los últimos años. “Las jugadoras no solo están luchando por más dinero”, dijo la exjugadora y comentarista Sue Bird en una entrevista reciente. “Luchan por respeto, por reconocimiento y por un futuro en el que el talento femenino sea valorado como merece”.


