El vídeo es gracioso. Olivia, la hija pequeña de Soraya, se mueve sonriente imitando a una especie de pingüino makinero que baila al son de una música tan machacona que es a la vez pegadiza e insufrible. Un vídeo familiar normal que quizá se parezca a alguno que usted tiene en su móvil. Sin embargo, se ha convertido en todo un fenómeno: ya supera los 14 millones de reproducciones y más de 141.000 comentarios sólo en TikTok. A eso hay que sumar las más de cuatro millones de personas que lo han compartido desde esa red o el millón y medio que lo ha guardado en favoritos. Por no hablar de Instagram o X. Ni de todas las personas que imitan el baile de la pequeña, que no son pocos. Una locura, con toda la literalidad del término. Tanto que la propia cantante ha tenido que salir al paso de una situación que, en principio, podría no haber pasado de ser un anecdótico vídeo doméstico. Lo ha hecho en televisión y también en Instagram: “La VIDA REAL no está en las redes ni en la opinión pública. Es la que vives en casas momento con los tuyos. LA VIDA REAL no es la que los demás quieren que vivas, es LA QUE TÚ DECIDES QUE QUIERES VIVIR”, ha escrito. Pero el debate ya está en la calle.
@soraya.arnelasCómo te enfrentas al fin de semana que viene??? .. con esta energía de Olivia !!! A TOPEEEE🏍️🐧♬ sonido original – Soraya Arnelas
Eternamente joven, eternamente meme
Una vez meme, siempre meme. Eso es así. Hay fotos y vídeos que dan vueltas hasta la saciedad. Incluso si hubiera una resolución judicial que obligara a borrar un determinado contenido, llevarla a la práctica sería casi imposible. Así nos lo explica Selva Orejón, CEO de OnbrandinG y perito en identidad digital y ciberinvestigación : “Claro, es que cuando algo se convierte en meme, sticker o contenido viral, borrarlo por completo de la red es prácticamente imposible. Aunque tú consigas eliminar el archivo original de redes o servidores (YouTube, Instagram, etc.), si otras personas ya lo han descargado, compartido o reenviado, ese contenido sigue circulando fuera de tu control”. En este punto le preguntamos qué opciones habría. “Si ya es algo masivo y está en miles de chats, es muy difícil desaparecerlo del todo. La mejor estrategia en esos casos es gestionar la narrativa, no solo intentar borrarlo”, nos dice.
¿A nivel legal podría tener consecuencias?
Más allá de las críticas que está recibiendo la cantante, lo cierto es que es ella quien en este momento decide sobre el derecho a la propia imagen de la niña. Nos lo explica Marisa Herrero-Tejedor Albert, socia de AVERUM abogados, especializados en honor, intimidad y propia imagen. “Soraya, como madre y tutora de la menor de edad, está completamente habilitada para publicar imágenes de su hija si así ella lo entiende pertinente. El hecho de que haya tomado esa decisión no implica que haya perdido el control sobre las imágenes. Cuando tú publicas una imagen en redes sociales, tal y como ha venido estableciendo la jurisprudencia y el Tribunal Constitucional, no implica que esa imagen pueda ser utilizada por terceras personas. Y menos aún tratándose de una menor de edad”.
Vamos, que si Soraya quisiera, podría llegar a denunciar a quienes ridiculicen a la pequeña, aunque dar con ellos a veces podría ser complicado como consecuencia del anonimato que existe en redes. “La problemática es identificar a las personas. Si esto se sube en una cuenta de X llamada @memesgraciosos1234, puede ser un poco complicado obtener la identidad de las personas que hay detrás. Para ello contamos con peritos informáticos”, aclara Herrero-Tejedor, quien nos precisa además que el propio Ministerio Fiscal podría actuar por su cuenta si lo viera necesario, como garantes del derecho de la menor.
La gestión emocional del meme
“Podemos estar haciendo una crianza con apego y consciente, que está muy de moda hoy en día, pero si lo estamos estropeando todo el tiempo exponiéndoles a las redes sociales, aquí hay un ángulo ciego que tenemos que tener en cuenta, porque el niño puede estar teniendo muchísima presión social, muchísima ansiedad y puede llevarles a una depresión, a una desconexión emocional, a una desconexión de la realidad que también se se puede ver como una disociación”. Así de tajante es Ana Sánchez-Anegón, terapeuta y CEO de El animal emocional. Para ella lo más importante es la gestión emocional que se haga con la niña del meme. Nos recuerda que, cada vez más, nos encontramos con entrevistas a chavales que en su día fueron virales por una gracieta que acabaron aborreciendo. “Pueden llegar a tener una visión negativa de su propio físico y de su propia psicología. Cuando estamos expuestos a lo público hay más ansiedad social”, insiste.
Pero, hoy por hoy, Olivia con sus cuatro años y medio solo quiere jugar y sonreír. Serán las propias redes y sus usuarios quienes puedan hacer que el meme deje de crecer.