Muere Jesús Silva, el diplomático español que acogió a Leopoldo López

Repasamos su trayectoria, su papel en Venezuela y el legado de uno de los grandes nombres del servicio exterior español

Jesús Silva - Sociedad
El difunto embajador español durante la época de la COVID-19.
EFE

La carrera de Jesús Silva, uno de los diplomáticos más respetados del cuerpo exterior español, se apaga con su fallecimiento a los 63 años en Guadalajara, México. Su nombre quedará ligado para siempre a uno de los episodios más tensos de la diplomacia reciente: la acogida del opositor venezolano Leopoldo López en la residencia del embajador de España en Caracas durante el convulso año 2019.

Una vida dedicada al servicio exterior

Nacido en Sevilla en 1962, Jesús Silva representaba una estirpe de diplomáticos formados en el equilibrio entre la cortesía y la firmeza. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, ingresó en la carrera diplomática en 1990 y pronto destacó por su capacidad de negociación y su profundo sentido institucional. Su trayectoria lo llevó a ocupar destinos en América Latina, África y Europa, consolidándose como un perfil de consenso y solvencia dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Antes de su paso por Venezuela, Jesús Silva había sido embajador en Jamaica y en Panamá. Dos destinos en los que se ganó el respeto de sus homólogos por su talante dialogante y su habilidad para gestionar crisis con discreción. A lo largo de más de tres décadas de servicio, dejó huella en embajadas, consulados y organismos multilaterales, siempre con una vocación clara: defender los intereses de España sin renunciar a los principios de diplomacia y humanidad.

El desafío venezolano

En marzo de 2017 fue nombrado embajador de España en Venezuela, en plena crisis política y económica del país. Aquellos años pondrían a prueba la templanza y la prudencia de Jesús Silva, quien se vio obligado a manejar una de las situaciones más delicadas que recuerda la diplomacia española contemporánea.

El 30 de abril de 2019, el líder opositor Leopoldo López —entonces bajo arresto domiciliario— se refugió en la residencia del embajador español en Caracas, tras participar en un fallido levantamiento contra el gobierno de Nicolás Maduro. Silva decidió acogerlo, amparado en los principios humanitarios y en el derecho internacional, en un gesto que tuvo una enorme repercusión internacional.

Durante más de un año, López permaneció en la residencia diplomática bajo protección española. Aquella decisión situó a Jesús Silva en el centro de un torbellino político: fue aplaudido por quienes veían en su acción un acto de defensa de los derechos humanos y criticado por quienes la consideraban una injerencia en los asuntos internos de Venezuela. Sin embargo, su serenidad ante la presión política y mediática le valió el reconocimiento de colegas y opositores.

En 2020, con el deterioro de las relaciones entre ambos gobiernos, España decidió rebajar su representación diplomática en Caracas. Jesús Silva cesó como embajador y, más tarde, fue destinado como cónsul general a Ciudad del Cabo y posteriormente a Guadalajara (México), donde se mantenía en activo hasta su fallecimiento.

Una muerte inesperada

La muerte de Jesús Silva ha conmocionado al cuerpo diplomático español. Según fuentes oficiales, sufrió un infarto tras haberse recuperado parcialmente de un ictus ocurrido días antes. Su fallecimiento deja un vacío profundo entre quienes compartieron con él destino, embajadas y misiones internacionales.

El Ministerio de Asuntos Exteriores ha expresado su “profundo pesar por la pérdida de un servidor público ejemplar”, y varios exembajadores han destacado su “profesionalidad, empatía y defensa del diálogo como herramienta diplomática”.

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