Qué hay detrás de las operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela

Analizamos las implicaciones de las nuevas operaciones encubiertas de Estados Unidos en Venezuela autorizadas por Trump

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro

La confirmación pública de Donald Trump sobre la autorización de operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela ha desatado un terremoto político y diplomático a escala internacional. El presidente estadounidense aseguró que su decisión responde a la necesidad de frenar el narcotráfico y el supuesto envío de presos venezolanos hacia Estados Unidos. Pero los ecos de sus palabras van mucho más allá.

Lo que se esconde tras este movimiento no es solo una cuestión de seguridad o fronteras. Es un nuevo episodio de una larga historia de injerencias, sanciones, espionaje y confrontación ideológica que lleva más de un siglo gestándose en el continente americano.

Una crisis enquistada que ha redefinido a Venezuela

Venezuela lleva años sumida en una tormenta política, económica y social sin precedentes. Desde la caída del precio del petróleo y el colapso de PDVSA, el país ha visto cómo la inflación, la escasez y el éxodo masivo de ciudadanos desangraban su tejido social. Nicolás Maduro, heredero político del chavismo, se aferra al poder en medio de sanciones internacionales, acusaciones de corrupción y una represión interna que ha desmantelado buena parte de las estructuras democráticas.

Qué hay detrás de las operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela
Nicolás Maduro, habla en una rueda de prensa.
EFE/ Ronald Peña

En este escenario, la presencia de la CIA en Venezuela se presenta como una pieza más dentro de un tablero en el que Washington busca recuperar influencia en un país que considera clave para su hegemonía energética y su seguridad regional. Las palabras de Trump, que confirman la autorización de operaciones encubiertas, no surgen del vacío. Son el reflejo de una estrategia de poder que combina espionaje, presión económica y la vieja doctrina del “patio trasero” que definió durante décadas la política exterior de Estados Unidos hacia Hispanoamérica.

El eco de una doctrina que nunca murió

La historia de la CIA en Venezuela no puede entenderse sin mirar atrás. Desde la Doctrina Monroe de 1823, Estados Unidos se arrogó el papel de protector del hemisferio occidental. Una idea que, con el paso del tiempo, sirvió para justificar intervenciones militares y golpes de Estado en toda la región. Durante la Guerra Fría, esta política se tradujo en operaciones encubiertas destinadas a frenar la expansión del comunismo, en un tablero donde la Agencia Central de Inteligencia se convirtió en el brazo invisible de la política exterior norteamericana.

Guatemala, Chile, Nicaragua, Cuba o Argentina son nombres que evocan una misma lógica: la sustitución de gobiernos incómodos por regímenes afines. La CIA en Venezuela siguió la misma senda. Especialmente, durante los años de Hugo Chávez, cuya retórica antiimperialista y cuya alianza con Cuba, Rusia e Irán provocó una respuesta inmediata en Washington. Desde entonces, el país caribeño ha estado bajo una lupa permanente, víctima de sanciones económicas, espionaje digital y maniobras diplomáticas que buscaban minar su estabilidad interna.

De Chávez a Maduro: el punto de no retorno

Cuando Hugo Chávez irrumpió en la escena política venezolana a finales de los noventa, lo hizo con un discurso que desafiaba abiertamente los intereses estadounidenses. Nacionalizó sectores estratégicos, impulsó políticas sociales y consolidó una narrativa de resistencia frente al imperialismo. Pero su muerte en 2013 y la llegada de Nicolás Maduro al poder marcaron un punto de inflexión. La crisis económica se profundizó, la corrupción se expandió y la represión política alcanzó niveles inéditos.

Fue entonces cuando la CIA en Venezuela comenzó a operar con un perfil más agresivo. Informes desclasificados y filtraciones periodísticas apuntan a la financiación de movimientos opositores, operaciones de inteligencia sobre la cúpula militar y coordinación con gobiernos de la región para aislar diplomáticamente al chavismo. En 2019, con el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino, Estados Unidos llevó la confrontación a un punto límite.

Qué hay detrás de las operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela
La líder de la oposición venezolana, María Corina Machado, frente a Nicolás Maduro
KiloyCuarto

Sin embargo, la resistencia de Maduro, apoyado por Rusia, China e Irán, impidió el desenlace que Washington esperaba. Hoy, la declaración de Trump sobre nuevas operaciones encubiertas parece un intento de recuperar aquella ofensiva frustrada. Pero esta vez, el contexto internacional es distinto. Y el riesgo de una escalada global mucho mayor. En particular, si atendemos a la reacción de Maduro.

El tablero geopolítico: intereses cruzados y alianzas peligrosas

Venezuela se ha convertido en un espacio de fricción entre potencias. Por un lado, Estados Unidos busca impedir que el país caribeño consolide su alianza con Rusia y China. Por otro, Moscú y Pekín ven en Caracas un enclave estratégico para desafiar la influencia norteamericana en el hemisferio occidental. En medio, la CIA en Venezuela actúa como una sombra en la disputa por el control energético, la inteligencia militar y los recursos naturales.

La presencia rusa en territorio venezolano —con asesores, armamento y cooperación técnica— ha elevado las tensiones. China, por su parte, ha invertido miles de millones de dólares en infraestructuras, petróleo y minería, convirtiéndose en el principal acreedor del país. Para Washington, este escenario es una amenaza directa a su seguridad y a su control regional.

La narrativa de Trump sobre el narcotráfico y la “exportación de criminales” es, en parte, un pretexto. Detrás de esa retórica se esconde un objetivo mayor: reposicionar a Estados Unidos como actor dominante en una Hispanoamérica cada vez más influenciada por potencias rivales.

Un pasado que se repite con otros nombres

Cada vez que Washington ha intervenido en Hispanoamérica —ya sea por la vía militar, económica o encubierta— lo ha hecho bajo una justificación moral o de seguridad nacional. Pero el resultado, casi siempre, ha sido el mismo: desestabilización, desconfianza y heridas que tardan décadas en cicatrizar. La historia de la CIA en Venezuela podría no ser la excepción.

Durante los años setenta, la Operación Cóndor coordinó acciones represivas en varios países del Cono Sur, con el apoyo logístico y de inteligencia de la agencia. En Guatemala, en 1954, un golpe de Estado auspiciado por la CIA derrocó a Jacobo Árbenz y sumió al país en una guerra civil que duró 36 años. En Chile, las maniobras encubiertas contra Salvador Allende desembocaron en la dictadura de Pinochet.

Qué hay detrás de las operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
EFE/ Parlamento Israelí

La diferencia es que, en pleno siglo XXI, las operaciones encubiertas ya no se libran solo con armas, sino con tecnología, desinformación y estrategias híbridas. La CIA en Venezuela puede operar hoy a través de ciberataques, sabotajes logísticos, infiltración económica o manipulación mediática. Y aunque los métodos cambien, el objetivo sigue siendo el mismo: alterar el equilibrio interno de un país cuya orientación política desafía los intereses de Washington.

Consecuencias imprevisibles y riesgo de descontrol

Las operaciones encubiertas, por definición, están diseñadas para no dejar rastro. Pero sus consecuencias suelen ser visibles. Una intervención de la CIA en Venezuela podría intensificar la represión del régimen, justificar detenciones masivas y generar una ola de nacionalismo que refuerce el poder de Maduro. Además, la posibilidad de choques indirectos con Rusia o China, aliados estratégicos de Caracas, eleva el riesgo de una crisis internacional de consecuencias imprevisibles.

En Estados Unidos, la decisión de Trump también ha abierto un debate sobre los límites del poder presidencial. La autorización de operaciones encubiertas sin supervisión del Congreso reaviva viejas heridas institucionales sobre el uso de la fuerza en el extranjero. Legalmente, la frontera entre una acción “de inteligencia” y una “de guerra” es tan difusa que, si no se controla, puede conducir a un conflicto abierto sin autorización formal.

 

TAGS DE ESTA NOTICIA