El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, lanzó ayer una de sus advertencias más contundentes contra Washington. En un acto televisado desde las inmediaciones del Teatro Teresa Carreño de Caracas, anunció la movilización de cuatro millones de milicianos en todo el territorio nacional y la activación de “todos los mecanismos necesarios” para garantizar la soberanía del país.
El movimiento responde al despliegue de tres destructores, submarinos y aviones de Estados Unidos cerca de las costas venezolanas, ordenado por Donald Trump bajo el argumento de combatir al narcotráfico.
El Gobierno estadounidense acusa a Maduro de liderar el llamado Cartel de los Soles y ha elevado la recompensa por su captura hasta 50 millones de dólares. Frente a estas acusaciones, el mandatario venezolano contraatacó con un discurso cargado de simbología militar y nacionalista. “¡Fusiles y misiles para la fuerza campesina, para defender el territorio, la soberanía y la paz de Venezuela!”, proclamó Nicolás Maduro entre aplausos de la dirigencia chavista.
La movilización de la Milicia Nacional
La pieza central del mensaje de Nicolás Maduro fue la Milicia Nacional Bolivariana, el quinto componente de la Fuerza Armada Nacional (FANB), creada en 2007 por Hugo Chávez. Este cuerpo, formado en la doctrina de la unión cívico-militar, ha crecido de forma notable durante la última década. Hoy en día constituye un brazo político-militar incrustado en las estructuras del Estado y el Partido Socialista Unido de Venezuela.

Maduro aseguró que “las milicias están preparadas, activadas y armadas” y prometió ampliar su influencia con la creación de milicias campesinas y obreras, formadas por combatientes en fábricas y centros de trabajo. Para el oficialismo, este despliegue responde a la hipótesis de una agresión extranjera. Una amenaza que Nicolás Maduro insiste en vincular con Estados Unidos y los sectores opositores internos.
El trasfondo de las acusaciones de narcotráfico
El choque entre Donald Trump y Nicolás Maduro tiene como telón de fondo las acusaciones de narcotráfico. El pasado 8 de agosto, el expresidente estadounidense ordenó al Pentágono emplear a las fuerzas armadas contra carteles extranjeros, lo que dio cobertura oficial a operaciones militares en el Caribe y América Latina.
Desde Caracas, el oficialismo rechaza de plano esas acusaciones. Diosdado Cabello, número dos del chavismo y ministro del Interior, aseguró que “el único cartel de drogas que opera a la luz del día es la DEA”. Por su parte, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, insistió en que Venezuela ha “exterminado a las bandas criminales” y que las denuncias de Washington solo buscan justificar un ataque contra el país.

La narrativa de Nicolás Maduro se apoya en un discurso de resistencia y nacionalismo. La movilización de millones de milicianos y el tono militar buscan reforzar la idea de que Venezuela está bajo amenaza externa. Este mensaje cala en sectores de la población que aún se identifican con el legado de Hugo Chávez y que perciben las sanciones internacionales como una agresión directa a la soberanía.
“Nos tratan como un país enemigo solo por defender nuestra revolución”, afirmó Maduro en su intervención. Según él, el despliegue militar estadounidense en el Caribe “enciende la llama del nacionalismo” y obliga al chavismo a prepararse para escenarios de confrontación.
Alerta permanente y medidas de seguridad
El Gobierno venezolano ha reforzado las medidas de seguridad en Caracas y en la frontera. Diosdado Cabello informó que las fuerzas de seguridad encontraron recientemente un arsenal de armas y explosivos en la capital, lo que aumentó el clima de alarma. Además, el Ejecutivo prohibió el uso y comercialización de drones, alegando que estos dispositivos fueron empleados en un atentado fallido contra Nicolás Maduro en 2020.
El veto afecta a productoras audiovisuales y a usuarios particulares que hasta ahora necesitaban autorización del Instituto Nacional de Aeronáutica Civil para utilizarlos. Según el Gobierno, esta decisión busca evitar conspiraciones extranjeras que —afirman— se preparan desde Estados Unidos y Colombia con la complicidad de líderes opositores como María Corina Machado, actualmente en la clandestinidad.