España arde

Mujeres que apagan fuegos: “No hemos tomado en serio el cambio climático y las llamas hablan”

Paola Benedí, una de las bomberas que se encaran con los incendios forestales que asolan España este verano, nos habla del día a día de su trabajo y de las causas que han llevado a esta situación

Paola Benedí es una de las bomberas que estos días plantan cara a una situación crítica

Paola Benedí recuerda que, ya desde niña, el fuego de la chimenea ejercía en ella una fascinación hipnótica que es tan antigua como su mismo descubrimiento, hace más de un millón de años. Era algo inocuo. Le inspiraba calidez y pasaba ratos abstraída en el movimiento impredecible de las llamas dejándose llevar por su sonido crepitante. Desde hace 19 años, forma parte de la Brigada de refuerzos de bomberos de incendios forestales en. Daroca (Zaragoza).
Aunque no ha perdido su asombro, su percepción del fuego ha ido tomando tantos patrones como esa luz cambiante que emite.

“Es una fuerza de la naturaleza que puede ser destructiva y más si la dejamos en manos de los poderes políticos y económicos. En este pulso, la naturaleza es la que pierde, como está sucediendo ahora con buena parte de España ardiendo. Falta empeño en la lucha contra el cambio climático y tampoco se está gestionando bien la acumulación de vegetación. Es la causa de la virulencia de los incendios forestales de este verano en España y la rápida expansión de las llamas, amenazando incluso las zonas habitadas”.

Paola Benedí, miembro de la Brigada de refuerzos de bomberos de incendios forestales en Daroca

Apenas un 5% de mujeres

Paola es una de las bomberas que estos días plantan cara a esta situación crítica desde una profesión en la que apenas hay un 5% de mujeres. A pesar de su admiración infantil frente a la chimenea, nos cuenta que nunca se le pasó la idea de domesticarlo. “Fue una amiga quien me propuso trabajar en la extinción de incendios durante un verano. Fue un impulso de esa juventud en la que la adrenalina te impide sopesar riesgos o tomar realmente consciencia de las cosas. Estudiaba un grado medio de Trabajos Forestales en el Instituto de Formación Agroambiental de Jaca y aquello me atrajo”.

Luego estudió el grado superior. No sabe exactamente cómo, pero quedó enganchada de por vida a la profesión de bombera. Le aporta emoción, satisfacción, adrenalina… “Soy consciente de que mi familia habría preferido una profesión más segura, pero entendieron y respetaron mi decisión. Igual que el resto de las compañeras bomberas, hemos tenido que romper muchas barreras y hacer esfuerzos a veces sobrehumanos para eliminar falsas creencias. Se nos exige mucho, pero nosotras nos exigimos aún más por ese sesgo al que se nos somete desde pequeñas. Con los años, aprendes a poner en valor tu trabajo”.


Aunque no ha sido un camino de rosas y aún se encuentran con que alguien puede dudar de su desempeño, advierte que no sería exacto decir que los bomberos son machistas o discriminatorios. “La profesión está masculinizada, eso sí. Sus protocolos y su estructura están diseños para el hombre. Se ve en algo tan básico como son las tallas de los trajes o dónde se colocan las cremalleras que permiten ir al baño. Ha habido mejoras, pero aún falta mucho”.

Plan de mejoras para la igualdad

Desde el Consorcio de Bomberos de Cádiz, nos indican que hace seis meses aprobaron el primer plan de igualdad con avances importantes en todas las áreas, tanto en el acceso y la promoción profesional como en las condiciones de trabajo, la retribución y la conciliación de la vida personal, familiar y laboral, además de la prevención del acoso sexual. Entre otras mejoras, el Consorcio fue uno de los primeros de España en incorporar el femenino de la profesión en los uniformes de las bomberas de la provincia de Cádiz.

Según señalan, están planteando excluir en las oposiciones algunas pruebas físicas muy exigentes y con clara desventaja biológica para la mujer que luego resultan inútiles en la práctica. En su lugar, se contemplarán otras habilidades más eficientes.

Aunque faltan aún pasos que dar para una igualdad real, por encima de cualquier otro detalle a Paola le duele la tierra abrasada. A la hora de señalar culpables, enumera varios factores. “El abandono rural y el descuido del monte durante el resto del año hacen que haya mucha vegetación que arde. Por culpa de una mala gestión, rompemos los ecosistemas. Donde antes había un robledal, mucho más resistente al fuego, ahora es una zona de matorrales, combustible que provoca que el fuego se expanda a gran velocidad”.

Pero el gran detonante que explica los incendios tan agresivos de este verano es, en su opinión, el cambio climático. “Más que la cantidad de vegetal en el monte, la sequía y el incremento de temperaturas tan bestial es lo que está marcado la gran diferencia en los últimos veranos. Siento ser pesimista, pero no hemos tomado en serio el cambio climático y las llamas hablan solas”.