La reciente muerte del Papa Francisco y la inminente celebración de un nuevo cónclave han devuelto a la primera línea de actualidad a la película Cónclave, estrenada en 2024 y convertida en un inesperado fenómeno de taquilla tras el fallecimiento del Pontífice. El film, que está dirigido por Edward Berger y fue un éxito al punto que ganó el Óscar al Mejor Guion Adaptado, se centra en el proceso de elección papal con una mezcla de rigor visual y libertad dramática, apelando tanto a la curiosidad como al morbo de los espectadores.
Uno de los momentos más comentados del filme es la irrupción de un misterioso arzobispo de Kabul, Vincent Benítez, que se presenta en el cónclave con una carta firmada por el Papa fallecido que lo acredita como cardenal in pectore, figura real pero poco conocida incluso dentro de la Iglesia. En la ficción, su aparición sacude al colegio cardenalicio y altera el curso de la elección, ya que desde ese momento es parte de la trama central de la misma. Y eso lleva a pensar en si es posible que suceda, o por el contrario, se trata más de una ‘licencia’ que se toma el cineasta en su obra.

¿Es posible que se presente un cardenal in-pectore al Cónclave?
La respuesta es clara: no. Según el canon 351 del Código de Derecho Canónico, un cardenal in pectore —es decir, creado en secreto por el Papa— solo adquiere sus derechos y deberes cuando su nombre es públicamente revelado por el Pontífice reinante o al menos escrito en su testamento en caso de muerte. Por eso mismo, si el Papa muere sin haberlo hecho, como ocurre en la película, ese nombramiento pierde automáticamente validez. En otras palabras, ningún arzobispo desconocido podría aparecer ahora con un documento firmado por Francisco y entrar en el cónclave del próximo miércoles 7 de mayo, donde se va a a elegir al sucesor de Francisco.
La figura del cardenal in pectore no es invento de Hollywood. Juan Pablo II recurrió varias veces a este recurso, especialmente en contextos de persecución religiosa, como en el caso del obispo chino Ignatius Kung Pin-mei, cuyo nombramiento fue hecho público 12 años después de haber sido creado cardenal. Sin embargo, en 2003, el último cardenal in pectore nombrado por el Papa polaco falleció sin que su identidad fuera nunca revelada. El propio Vaticano reconoció entonces que, al no figurar su nombre en el testamento papal, su condición de cardenal no tenía efecto.
Una licencia cinematográfica
La película de Berger, aunque es impactante y estéticamente impecable a nivel de los protocolos de la Iglesia en la elección de un nuevo Papa, si que se toma licencias narrativas significativas. De hecho, el propio monseñor Benítez no podría haber accedido al cónclave tal y como lo hace en la trama, algo que los expertos han confirmado: sin el anuncio público por parte del Papa, un in pectore no es tal.
Así, aunque Cónclave haya logrado captar la atención mundial con su mezcla de intriga, espiritualidad y poder, no podemos pasar por alto que no deja de ser una obra de ficción, que no representa al 100% la realidad para hacerla más cinematográfica. Es más, está claro que su atractivo no radica en reflejar la realidad al pie de la letra, sino en ofrecer una interpretación dramatizada de los rincones más desconocidos del Vaticano y de las tramas que allí se ‘cocinan’.
Por eso mismo, de cara a este Cónclave, el Colegio Cardenalicio cuenta con 133 electores confirmados, y no se espera la aparición de sorpresas dignas de guión cinematográfico. Al menos, no de ese tipo, puesto que los electores que entraran en la Capilla Sixtina serán esos.