En el santoral católico del 31 de octubre resaltan varios nombres consagrados al servicio, la humildad y el testimonio —entre ellos uno que despierta una devoción particular: San Alonso Rodríguez, humilde hermano jesuita que pasó décadas como portero y consejero espiritual. Pero no es el único santo del día; hoy también se recuerdan mártires y obispos que ofrecieron la vida por su fe.
San Alonso Rodríguez: de comerciante a portero santo
La figura central del día es San Alonso Rodríguez. Nacido en Segovia en 1531, vivió una existencia marcada por pérdidas personales: perdió a su esposa, a sus hijos y más tarde a su madre. Estas tragedias lo llevaron a transitar hacia una vida espiritual profunda. Con una conversión interior, decidió renunciar a su antigua ocupación de comerciante y, siendo ya de edad avanzada, se integró a la Compañía de Jesús como hermano laico.
Su labor más conocida fue como portero del Colegio Montesión en Mallorca, donde ejerció su tarea con humildad, constancia y discreción a lo largo de más de treinta años. Fue un confidente para muchos, ofreciendo consejo, escucha y oración en medio de sus labores sencillas.
A pesar de no haber sido sacerdote ni ocupar cargos de visibilidad en la orden, el ejemplo de Alonso Rodríguez lo convirtió en un modelo de santidad cotidiana, especialmente valorado por los jesuitas. Fue canonizado en 1888 y su memoria es celebrada cada 31 de octubre como símbolo de la grandeza de la humildad y la fidelidad silenciosa.
Otros santos que se conmemoran hoy
Junto al recuerdo de Alonso Rodríguez, el 31 de octubre acoge el homenaje a otros santos y mártires que también legaron un testimonio importante.
- San Quintín de Vermand, mártir del siglo III, célebre por su valentía y sus milagros atribuidos, cuya memoria despierta veneración especialmente en Francia.
- San Antonino de Milán, obispo del siglo VII, que dedicó su ministerio a combatir la herejía arriana en su diócesis.
- San Foilán de Fosses, presbítero y abad irlandés que fundó monasterios en la Galia.
- San Wolfgango de Ratisbona, obispo alemán que promovió la disciplina clerical y cuidó de su diócesis con esmero.
- Beato Cristóbal de Romagna, sacerdote franciscano con reputación de santidad y servicio.
- Beato Domingo Collins, jesuita mártir por defender su fe bajo persecución.
- Beato Tomás de Florencia Bellaci y Beato León Nowakowski también figuran entre los nombres conmemorados hoy.
Cada uno, desde su contexto y circunstancia, dejó una huella espiritual que se une al mosaico vivo del santoral cotidiano.
Una invitación a vivir la santidad cotidiana
Más allá del calendario, la celebración de estos santos puede recordarnos que la grandeza no siempre está en hechos excepcionales. En el caso de San Alonso Rodríguez, su santidad nace precisamente de lo cotidiano: de cumplir el rol más humilde con entrega, de escuchar sin protagonismo, de permanecer fiel cuando nadie observa.
Su vida sugiere que los actos pequeños pueden ser portadores del amor divino, y que la perseverancia en lo simple puede transformarse en testimonio auténtico. En un mundo que magnifica el brillo aparente, su ejemplo resuena como una llamada a que cada día —aunque discreto— pueda contener sentido.
Este 31 de octubre, cuando se pronuncie su nombre en iglesias y comunidades, se evoca a alguien que encarnó la santidad desde la puerta que abría o el saludo amable que ofrecía. Y con él, se honran también los nombres de quienes se levantaron con valentía ante la adversidad y dieron su vida por anunciar el Evangelio en medio del mundo.


 
                                            


