Decisión

¿Cómo se elige el nombre de un Papa? La tradición secreta del Vaticano

El nombre de un Papa marca no solo su presente, sino el legado que dejará a las generaciones venideras y su firma en la Historia

La Basílica de San Pedro, una iglesia renacentista y barroca italiana situada en la Ciudad del Vaticano
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El nombre de un Papa es una de las primeras grandes decisiones que toma un pontífice tras ser elegido en el cónclave. No es un acto improvisado ni un mero capricho, sino un gesto cargado de simbolismo, historia y tradición dentro de la Iglesia Católica. Aunque no existen reglas escritas sobre cómo debe elegirse el nombre de un Papa, cada pontífice sigue un proceso personal y espiritual antes de anunciar su elección ante el mundo.

Tras la votación en la Capilla Sixtina y la aceptación del cargo, el nuevo Papa recibe una pregunta fundamental: “¿Con qué nombre quieres ser llamado?”. En ese instante, decide su identidad pontificia. Un nombre que marcará su legado y que será pronunciado en todas las iglesias del mundo.

El nombre de un Papa suele estar inspirado en sus predecesores, en santos venerados o en figuras clave de la historia de la Iglesia. A lo largo de los siglos, han predominado nombres como Juan, Pablo, Benedicto o León, cada uno con una fuerte carga simbólica y doctrinal.

La inspiración en los Papas anteriores

Uno de los criterios más comunes para elegir el nombre de un Papa es la continuidad con pontífices anteriores. Juan Pablo II, por ejemplo, tomó su nombre en honor a Juan XXIII y Pablo VI, simbolizando la unidad entre ambos y su compromiso con la modernización de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II.

Benedicto XVI optó por su nombre en referencia a San Benito de Nursia, fundador del monacato occidental, y a Benedicto XV, un Papa que trabajó incansablemente por la paz durante la Primera Guerra Mundial. Este gesto reflejaba su deseo de fomentar la estabilidad y el diálogo en tiempos de crisis.

¿Cómo se elige el nombre de un Papa? La tradición secreta del Vaticano
Una fotografía de archivo del Papa Francisco | EFE
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El Papa Francisco sorprendió al romper con la tradición de los nombres más recurrentes. Eligió llamarse así en honor a San Francisco de Asís, un santo conocido por su vida de humildad y servicio a los pobres, marcando así una nueva era en el papado.

La influencia de los santos en el nombre de un Papa

Además de los Papas anteriores, los santos son una fuente de inspiración clave en la elección del nombre de un Papa. Francisco no es el único caso. Muchos pontífices han recurrido a santos icónicos para establecer una identidad clara desde el inicio de su pontificado.

San Gregorio Magno, San Pío de Pietrelcina o San León Magno han sido referencias para diferentes pontífices que han buscado emular su liderazgo, caridad o fortaleza ante los desafíos de la Iglesia. La elección del nombre de un Papa puede interpretarse como una declaración de intenciones sobre el tipo de liderazgo que ejercerá.

¿Por qué nunca ha habido un Papa Pedro II?

A pesar de que San Pedro es el primer Papa de la historia y la piedra sobre la que se construyó la Iglesia, ningún pontífice ha osado tomar su nombre. Se cree que esto se debe a una cuestión de respeto y simbología. San Pedro fue el fundador del papado y elegir su nombre podría interpretarse como un intento de equipararse a él.

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Una emblemática fotografía del Vaticano | Pexels
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Aunque no existe una prohibición oficial, el nombre de un Papa con el título de Pedro II generaría una controversia sin precedentes. Por esta razón, todos los pontífices han optado por nombres diferentes, incluso cuando han querido resaltar su vínculo con el apóstol.

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