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Reino Unido: el gobierno incita a borrar emails para ahorrar agua

El Reino Unido atraviesa una de sus peores sequías desde 1976. El calentamiento global no se traduce únicamente en catástrofes naturales por toda Europa, sino también en una terrible falta de agua, incluso en países donde antaño siempre llovía.

Cinco regiones están oficialmente declaradas en estado de sequía y otras seis más viven en un metafórico “periodo seco prolongado”. No ha habido precipitaciones entre enero y julio, y este ha sido el semestre más árido en más de medio siglo.

En este contexto de desasosiego, el gobierno británico ha sorprendido con una medida tan inesperada como llamativa. Anima a los ciudadanos a borrar todos los correos electrónicos, fotos y vídeos que ya no tengan un interés específico. En la lucha diaria por cuidar nuestro planeta, cada pequeño gesto cuenta. Desde establecer duchas más cortas a reciclar su agua para el riego u otras cosas. No obstante, se abre un amplio debate sobre la efectividad de reducir nuestra cantidad de megas y si realmente tendrá un efecto real sobre la eficiencia energética.

El tráfico de datos es un problema

Según distintos estudios, el tráfico y almacenamiento de datos representaría ya cerca del 20% de la energía de todo el planeta. El consumo energético de nuestra sociedad hiperconectada tiene una larga sombra e impacta directamente en nuestro medio ambiente, aunque no lo parezca.

Contrariamente a lo que algunos puedan pensar, nuestros archivos digitales no descansan gratuitamente en una nube a nuestra espera. Requieren el funcionamiento permanente de miles de servidores que gastan mucha energía y mueven enormes ventiladores. Esas naves industriales (algunas inteligentemente situadas en Alaska) contienen billones de correos electrónicos, nuestros movimientos bancarios y hasta nuestros selfies con los amigos. Utilizan sistemas de refrigeración evaporativa que consumen ingentes cantidades de agua.

Según estimaciones de la Universidad de Virginia, un centro de datos medio consume alrededor de 30 millones de litros de agua al año, lo mismo que necesita una ciudad de 10.000 habitantes en el mismo periodo. Basándose en estos cálculos, el gobierno del Reino Unido plantea una original alternativa. Cuantos menos archivos almacenados tengamos todos, menos agua evaporada. ¿Pero realmente ese borrado masivo tendrá algún impacto?

Un gigabyte de nuestros datos almacenados equivale a unos 3 o 4 litros de agua al año. Un usuario medio suele tener unos 20 gigabytes de correos, fotos y vídeos. Quiere decir que estaría “gastando” anualmente unos 80 litros. Es lo que supone una ducha en casa, dependiendo de la duración y de la alcachofa. Otra orden de idea sería el de la fuga de una cisterna que puede llegar a desperdiciar hasta 200 litros al día. La cantidad de bares ingleses dónde habré estado y dónde los baños chorrean a lo largo de las horas. Está claro que la medida tiene más un valor simbólico que ser realmente una ingeniosa iniciativa ecológica.

Una campaña poco efectiva y controvertida

La campaña, por supuesto, ha generado una ola de críticas y sarcasmos. Los expertos recuerdan que borrar un archivo no implica que su vida haya terminado. En Estados Unidos, la ley obliga las grandes plataformas tecnológicas a conservar los datos al menos durante un año, incluso tras su borrado. Por otra parte, los centros de datos funcionan en continuo y siempre por encima de sus capacidades para evitar algún pico que podría suponer la caída del servicio. En este contexto, el borrado de correos es anecdótico y la ocurrencia política, se convierte en una anécdota más en nuestra actualidad de verano. La ambición de convertir ese gesto digital en nuevo modo de vida puede sonar tan ridículo como poco realista. Y planea el riesgo de que se trivialice entre los habitantes, la gravedad de la sequía.

Tener dos megas de frente

No obstante, y para darle un apoyo testimonial a la iniciativa, no viene mal recordar que toda nuestra infraestructura informática tiene grandes virtudes, pero un enorme impacto sobre nuestro planeta. Nuestros centros de datos residen en gigantescos edificios con un efecto ambiental y energético incalculable.

Google consume más de 15.000 millones de litros de agua en sus centros de datos, el equivalente a 6.000 piscinas olímpicas. Meta y Microsoft han visto también incrementar su huella hídrica al intensificar su actividad en el desarrollo de las nuevas formas de Inteligencia.

Según la Universidad de Colorado, cada imagen que pides a ChatGPT podría suponer el consumo de hasta 5 litros de agua. Por eso Sam Altman, su fundador, dice que a su chatbot no le des “ni las gracias”. Hasta usar nuestras apps se convierte en un potencial problema.

Nunca viene mal poner algo de orden en nuestros archivos y practicar un poco de Mindfulness Digital. Primero por un ahorro energético indirecto, luego por seguridad y también por nuestra propia salud mental. Generar miles de fotos sin sentido, acumular vídeos duplicados o enviar cientos de WhatsApp o correos tiene un incalculable impacto al final del camino.

Dedicarle un poco de tiempo durante estas vacaciones para limpiar nuestras memorias de ordenadores, conservar lo que realmente importa en nuestros móviles y clasificar todo adecuadamente también ayuda, aunque de momento no sea un remedio definitivo contra la sequía.

El agua se preserva cerrando grifos, replanteando cultivos y evitando incendios como los que nos están llevando a la desolación y a una desertificación segura.

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