Fundador de Rumasa

Ruiz-Mateos, el reparto machista del poder

El empresario fue polémico hasta con su extenso clan, de seis hijos y siete hijas. Todo el emporio se lo dejó a ellos. Pero sin querer, a ellas las libró de ser condenadas por estafa

En el álbum familiar de los Ruiz-Mateos, apenas asomaba la esquina de un mueble o un cuadro cuando posaban todos juntos. El espacio lo ocupaba casi por completo la numerosa progenie del matrimonio: trece hijos repartidos por alturas, escalonados o alborotados, e intercalados entre unos radiantes José María y Teresa, empresarios y marqueses de Olivara. En la fotografía que los retrata en 1986, con el patriarca recién salido de prisión, posan divididos por género; las siete hijas de pie, vestidas de largo y colocadas a ambos lados de sus padres, y los seis varones encorbatados, sentados en una primera fila que su padre evidenció aún más años después cuando les dejó en exclusiva a ellos, por ser hombres, el poder del emporio familiar.

Álvaro, Zoilo, José María, Pablo, Francisco Javier y Alfonso se quedaron al frente del gran negocio, del que ellas fueron apartadas. En 2004, José María Ruiz-Mateos las obligó a firmar su renuncia a cualquier derecho y titularidad del holding, a cambio de una compensación económica. Y así lo hicieron Socorro, Begoña, Patricia, Rocío, Nuria, Paloma y Almudena, acatando una decisión no exenta de polémicas, como tantas otras atribuidas durante décadas al clan.

Efe/Manuel H. de León

Pero, ¿quién iba a pensar que un reparto machista sería lo que a ellas las libraría de la cárcel? ¿El patriarca era consciente de que al excluirlas del poder les evitaba una futura condena? Seguramente no, pese a ser famoso por sus infinitos ardides.

Después de todo, Ruiz-Mateos fue capaz de golpear a un exministro al grito de “¡que te pego, leche!”, se disfrazó de Supermán y de trajeado presidiario para manifestarse con sus hijos a la puerta de los juzgados, y montó un holding empresarial -Rumasa y su posterior Nueva Rumasa- como fundó un partido político y hasta compró el equipo de fútbol Rayo Vallecano.

Seis herederos en el banquillo

Lo que seguro no imaginó el patriarca fue este retrato final de su clan, a pesar de que hasta sus últimos días él mismo, siendo un octogenario, estuvo a punto de entrar en la prisión de Soto del Real. Le salvó la enfermedad. En el fondo, sus hijos han seguido su legado. La última imagen de los Ruiz-Mateos es de hace un año, con los seis herederos varones sentados en el banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional.

“Él decide, ejecuta y los demás obedecen. Y no hay más guion que ese”, se exculparon los hermanos ante el tribunal, cuya respuesta ha tardado un año en llegar por la “extraordinaria” complejidad del caso, según se justifica en la voluminosa sentencia de 672 páginas. El fallo ha sido contundente: la condena por estafa, blanqueo de capitales y alzamiento de bienes de los seis hijos de Ruiz-Mateos. Para cada uno de ellos la sala ha fijado siete años y cuatro meses de prisión.

Ninguna de las seis hijas -la mayor, Socorro, murió- aparecen mencionadas en la causa, ni siquiera de manera tangencial. Su padre las apartó del entramado empresarial cinco años antes de que se produjeran los hechos enjuiciados, enmarcados entre 2009 y 2011. Por entonces, los hombres de la familia “pusieron en práctica diversas estrategias para salvar su patrimonio”. El tribunal recoge que lo hicieron los hijos ”junto al padre”, muerto en 2015.

Salvar el negocio como último fin

El delito fue intentar salvar la empresa a toda costa, engañando en el camino a miles de incautos inversores a los que no avisaron de que la empresa iba a la deriva. Y lo hicieron, “no sólo para enmascarar la situación de la compañía durante un tiempo, sino para hacer frente a los cuantiosos gastos personales, familiares y domésticos, y principalmente a los préstamos que grababan sus viviendas, que a principios del año 2009 superaban los 18 millones de euros”, recoge la sentencia.

Para ello, se aprovecharon de que el Grupo Nueva Rumasa agrupaba marcas conocidas (CLESA, Cacaolat, Dhul…), que generaban la suficiente confianza como para sumar en poco tiempo 4.110 inversores, que aportaron 337 millones de euros al fondo empresarial. La sorpresa no tardó en llegar. Cuando los Ruiz-Mateos se declararon insolventes y se vieron abocados al cierre, apenas lograron devolver una cuarta parte de lo estafado.

Hay quien dice que el patriarca logró guardar ahorros en el Banco Vaticano, que goza de inmunidad diplomática. A saber. Si por algo se ha caracterizado el clan, es por lograr “un considerable grado de opacidad”. Así lo destaca la Audiencia Nacional al referirse al entramado empresarial del Grupo de la abeja. Simbólicamente, la reina de la colmena sigue siendo Teresa Rivero, una matriarca nonagenaria, venida a menos y retirada de los focos tras el desahucio de su casa en 2020. Sobre el periplo judicial de sus hijos, llegó a decir que “ellos están pagando ahora todo lo que hizo mi marido”. Sobre sus hijas, en cambio, nunca dijo nada ni cuando el esposo y padre las apartó del poder. Como el resto, sólo calló.

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