Cuando el maltratador se jubila, la violencia de género se intensifica

De las trece mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas este año, tres superaban los 70 años

La violencia se intensifica cuando el maltratador se jubila
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“Un maltratador siempre es un maltratador”, coinciden los expertos. Y aunque las formas pueden cambiar, el patrón de violencia se mantiene, incluso, y especialmente, cuando el agresor se jubila.

Los años de retiro, lejos de traer tranquilidad a muchas familias, intensifican el control y la violencia sobre mujeres que llevan décadas atrapadas en relaciones abusivas. Una realidad poco visible, pero presente en demasiados hogares.

Por educación, muchas creen que se casaron para toda la vida y que deben aguantar todo”, explica la psicológa, Carmen Ferrer

Una época completamente distinta a la de ahora

Aunque la violencia machista no entiende de edades, ni sexo ni estatus social, es partir de los 65 años – coincidiendo con la finalización de la vida laboral– cuando comienza una violencia más agresiva por parte de los maltratadores.

A día de hoy se habla de mujeres que cuando comenzaron con esa pareja se encontraban en una época completamente distinta a la de ahora. No existía una legislación específica, el maltrato se normalizaba, el control del hombre era más habitual y la mujer no contaba con tanta independencia. De hecho, muchas de estas mujeres no son ni si quiera conscientes de que lo que están viviendo, es violencia de género. Por ello, las mujeres mayores de 65 años, son un colectivo especialmente vulnerable.

La historia de Candela: “Era su vida o la mía”

Candela, nombre ficticio para proteger su identidad, vivió durante años bajo el yugo del maltrato psicológico, los desprecios y los empujones. “Cuando decidí denunciar e irme de casa, tenía 55 años y estaba en el paro”, cuenta. “Fue una decisión muy difícil, pero algo en mi interior me decía: ‘era su vida o la mía’”.

Su situación empeoró cuando su pareja se jubiló. “Nos llevábamos más de 15 años. Cuando él dejó de trabajar, su actitud cambió. Estaba más frustrado, más tiempo en casa, todo le parecía mal”.

La jubilación de su agresor supuso la pérdida total de su autonomía. “Me apartaba de mis amistades, de mi familia, de todo lo que a él le parecía que me gustaba”. Candela relata cómo su pareja llegó incluso a sabotear sus oportunidades laborales: “Si se enteraba de que tenía una entrevista, la boicoteaba para que no consiguiera el puesto”. Una vez, al aceptar un trabajo de verano en una casa de acogida, él estalló: “Me agarró del cuello, me dio golpes. Gracias a que me encerré en el baño con el móvil, pude pedir ayuda”. Su agresor le dejó clara su lógica: “Si yo estoy jubilado, tú también tienes que dejar todo, incluso a los hijos si hace falta”.

‘¿Dónde vas a ir a estas alturas?’ o ‘Ya sabes cómo es papá’, les dicen muchos hijos a sus madres maltratadas
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El peso de la edad: cuando denunciar es más difícil

La psicóloga Carmen Ferrer advierte que las mujeres mayores de 60 años lo tienen especialmente difícil para salir del ciclo de la violencia. “Por educación, muchas creen que se casaron para toda la vida y que deben aguantar todo”, explica. “No tienen estudios, ni independencia económica. Cuando se lo cuentan a sus amigas o hijos, estos les restan importancia: ‘¿Dónde vas a ir a estas alturas?’ o ‘Ya sabes cómo es papá’, les dicen”.

Ferrer subraya la necesidad de crear espacios de apoyo para estas mujeres: “Encuentros donde puedan hablar, compartir lo que viven y buscar juntas soluciones. No deben tragarse el dolor solas”.

El caso Ana Orantes: la historia que aún duele

La historia de Ana Orantes, asesinada en 1997 tras relatar públicamente su caso de maltrato, sigue marcando la memoria colectiva. Su hijo Fran recuerda cómo su padre nunca cambió. “Su actitud siempre fue la misma. Al jubilarse, estaba más irascible, más nervioso. Todo le sentaba peor, pero nosotros ya habíamos normalizado su carácter”.

Fran recuerda cómo fue convivir con su padre, quien acabó quemando viva a su madre tras denunciar públicamente que sufría maltrato. “Nosotros siempre permanecíamos al margen, le teníamos miedo. Él y sus otros hermanos también sufrieron agresiones de su padre y si algo ha aprendido de este trágico suceso es asegura “mi padre me enseñó que quiero ser lo contrario a lo que él era, un maltratador”.

Hoy, Fran habla por su madre y por tantas mujeres que, como ella, ya no pueden contar su historia. Porque muchas, por miedo o desconocimiento, nunca denunciaron. Nunca pidieron ayuda. Y ya no están.