En primera persona

“Esto no lo puedo cambiar, la que tengo que cambiar soy yo”

Alicia Luna imparte unos cursos de mindfulness a mujeres donde aprenden a lidiar con los problemas físicos, la soledad y las cargas familiares. "Tomar conciencia es como aprender a diluir el dolor"

Un grupo de mujeres entra en una sala municipal. Se saludan, comentan que estuvieron hace unos días haciendo senderismo, que vieron tal película, parecen tranquilas, despreocupadas y casi todas sonríen. Se han reunido para atender a un curso distinto. Se descalzan, colocan las sillas en círculo y saludan a Alicia Luna, su guía en este viaje de autoconocimiento.

Luna es fisioterapeuta y experta en mindfulness y salud. Desde hace tiempo imparte cursos para mujeres en Málaga. Conoce ya varios barrios y la respuesta a su propuesta no puede ser mejor. Mujeres que mejoran su vida con una serie de técnicas para sobrellevar el día a día que, a veces, nos supera.

Un momento de las clases para mujeres que imparte Alicia Luna
Carmen Gallego

“Desde el respeto y la paciencia contigo misma”

“Cerrad los ojos, vamos a soltar lo que pueda ser un obstáculo”, “desde el respeto y la paciencia contigo misma”, “esto es un espacio seguro”, “toma conciencia de tu cuerpo”. La voz de Alicia funciona como una caricia para estas mujeres y ellas parecen en calma, tranquilas. Guía su respiración, sus posiciones y todo es paz.

Una de las mujeres durante la clase de mindfulness
Carmen Gallego

Luna quiere que entren en contacto con sus emociones sin juzgarlas. Por eso no duda en repartir unos globos con los que realizarán varios ejercicios. Estas féminas que ya entraban contentas se convierten en unas niñas bailando y jugando por momentos y las risas, la complicidad y la generosidad hacen acto de presencia. Es imposible no contagiarse de esa energía positiva al tiempo que Alicia repite: “Amo mis defectos, amo como soy”.

Dotar a estas mujeres de herramientas

Luna explica qué busca con esta serie de juegos: “Es un programa específico para mujeres en las que trabajamos el movimiento consciente, el mindfulness con base de neurociencia para que ellas comprendan, que es lo más importante para mí, que se lleven autonomía y comprensión, un montón de herramientas para aplicar en su vida cotidiana cuando se encuentren mal de cuerpo, mente o emociones, que es lo que englobamos aquí en el curso. El saber qué herramienta utilizar”.

Las mujeres comienzan el curso sentadas en círculo
Carmen Gallego

No es sencillo porque para la mayoría se trata de un terreno virgen. “Lo primero saber que tienen herramientas que son de seguridad y tranquilidad y luego el cuándo lo uso y cómo lo uso. Siempre pongo el ejemplo del móvil, es como tener un teléfono y no conocer las aplicaciones y posibilidades que tiene. Al final, tienes herramientas, pero si no las entiendes no te sirve de nada, no solo es dar recursos, sino que ellas comprendan e integren en su cuerpo la experiencia”, apunta.

Conciencia corporal

“La base es que sientan el cuerpo, que aprendan a escuchar a identificar las emociones, los mensajes, desarrolle la conciencia corporal porque eso correlaciona con la sensación de de bienestar, de sentirse mejor, que es lo que ellas luego reportan. Esa es la clave, porque además es mucho más fácil calmar la mente desde el cuerpo muchas veces que directamente cuando el problema está en la mente recurrir a la mente misma para encontrar esa claridad mental”, señala.

Para Luna “esa red, ese tejer de saberes se va dando, se van apoyando, se relajan, se expresan, comparten. Entonces ya lo que veo es que no soy la única que está pasando por esto. Me fascinan ellas porque es que en el minuto uno ya son capaces de encontrar la calma y pararse a meditar, cerrar los ojos, escuchar el cuerpo. Doy clases de mindfulness también y a las personas les cuesta muchísimo, por lo general, empezar a practicar la meditación porque es como ‘yo no puedo, yo no soy capaz, es que soy muy inquieta‘. Todas ellas también lo reportan al principio, pero luego enseguida lo consiguen”.

En el curso se utilizan globos en algunos ejercicios
Carmen Gallego

“Esto no lo puedo cambiar, la que tengo que cambiar soy yo”

Los resultados son asombrosos y cuando tras una hora, hay que recoger de nuevo las sillas todas se sienten mejor, se palpa, se contagia.

Isabel asegura que le ha gustado mucho la experiencia y se le nota en la cara. “Siempre he pensado que yo sola he podido y puedo con todo. Y pienso que esta clase me he abierto una pequeña vía que me va a ayudar y que ahora es mi trabajo, el que tengo yo que hacer, pero me han dado una herramienta que creía que no me hacía falta, que pensaba que ya la poseía”, cuenta.

Beli, en cambio, que tiene un “problema familiar grande” y está aprendiendo a decir, “bueno, calma. “Esto no lo puedo cambiar porque va a ser así siempre, entonces la que tengo que cambiar soy yo y voy a aprender”.

El problema de Goyi es el dolor. “He aprendido a controlarlo algo más porque eso de tomar conciencia me ayuda. Me levanto ya con dolor, tengo problemas físicos, estoy operada, pero esto es una conciencia distinta, es como saber enfocarlo. Me voy mejor de lo que venía, y me cuesta trabajo el mindfulness, eso del respirar se me resiste, pero aquí  lo vas logrando, focalizarlo a la parte del dolor y cómo hacer que se disuelva. Parecía difícil y lo he logrado un poquito”, confiesa.

Las asistentes al curso de autoconocimiento que importe Alicia Luna
Carmen Gallego

Aprender a convivir contigo misma

“Me costaba trabajo tomar conciencia porque pensaba: ‘Si ya te levantas con dolor‘, pero es cierto, es decir, tomar conciencia es como aprender a diluirlo. Es una cosa bastante importante que hacemos con ella, es la cuestión de no mortificarte”, apunta Goyi.

No es la única que siente mejoría tras las clases. Quica reconoce que acude contenta, “vengo super feliz, satisfecha y llena de paz y de amor. He aprendido mucho. Primero porque me ha transmitido mucho la profe porque si no te transmite es como que no haces nada. Llevo ya muchos años practicando, me encanta, es como parte de lo que necesito, no sé por qué, pero lo necesito. Cada día y ahora cada día más. Estoy rodeada de gente, pero a la vez me siento sola porque mi marido murió, pero tienes que aprender a convivir contigo misma, que no lo había hecho nunca”, confiesa.

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