“Podría ser un impulso para denunciar”

Las asociaciones celebran la medida, pero piden que se faciliten los procesos para conseguir la acreditación de víctima de violencia de género

Imagen de la última reunión del Observatorio estatal de Violencia sobre la Mujer Pool Moncloa/Fernando Calvo

No se sabía mucho. Tan sólo lo que adelantó ayer por la mañana la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. El Ejecutivo quiere que las víctimas de violencia de género tengan un subsidio de desempleo específico para ellas. Un tema que se trató en la reunión de la mesa de diálogo social que se celebró ayer por la tarde y al que todavía le quedan detalles por pulir.

Las asociaciones de víctimas, sin conocer en profundidad los requisitos y pormenores del subsidio, creen, de entrada, que se trata de una buena idea. Todas coinciden en que cualquier ayuda a las mujeres que intentan salir de una situación de violencia es una buena noticia que hay que celebrar.

Así, a Ana Bella, de la Fundación que lleva su nombre, le parece bien. “Estoy de acuerdo en que se apoye a las mujeres expuestas a la violencia de género hasta que encuentren un trabajo porque las ayudas que hay ahora mismo son insuficientes”. Ella misma tuvo que vivir una situación económica complicada cuando se trasladó a una casa de acogida hace veinte años con sus cuatro hijos. Recibía una ayuda de poco más de 200 euros, ahora, puede ascender a 480 euros. “¿Quién puede vivir con ese dinero? No se puede, nadie te alquila un piso, paga las facturas, la compra, los niños. Es imposible”, se queja.

Bella asegura que hoy en día, aunque vivas con dos sueldos es muy difícil llegar a fin de mes. Y la economía muchas veces es un lastre para las víctimas. Muchas aguantan porque dependen de los ingresos del maltratador. “Esto puede ser un aliciente a la hora de denunciar. Una ayuda para todas esas mujeres que se  atrevan a vivir una vida nueva, un impulso para que el porcentaje de mujeres que denuncian se incremente”, explica.

Chelo Álvarez, psicóloga y fundadora de la asociación Alanna, está de acuerdo. “Todo lo que suponga apoyar a las mujeres víctimas nos parece una buena idea”. Recuerda las situaciones de extrema vulnerabilidad que sufren estas mujeres. “La verdad es que el aislamiento que sufres unido al desencanto ante la respuesta institucional es enorme. De manera que la restauración al daño sufrido pasa por asegurar ese momento de incertidumbre”, señala. “Iremos viendo los detalles del subsidio, pero pensamos que  debe ir debidamente acompañado de un paquete de medidas que ayude a la mujer a salir realmente de esa situación de violencia”.

Dificultades a la hora de acreditarse como víctima

Además, se pregunta qué requisitos tendrán que cumplir las mujeres, cómo se puede pedir, cuánto tardará o de quién dependerá. Considera además, que la concesión de la subvención se debe hacer extensiva a víctimas de trata y explotación sexual.

Por su parte, Olga Caldera, presidenta de la asociación Amar aplaude la idea del subsidio. “Muchas mujeres no se separan porque no son independientes económicamente, les es muy complicado tomar esa decisión, son amas de casa que dependen de los ingresos del maltratador y bajo esta dependencia les resulta complicado porque no tienen derecho a paro. El maltratador lo primero que hace es un aislamiento social y por supuesto laboral, así tiene más poder sobre la víctima”, recuerda.

Rosalía González, presidenta de la asociación Mami (manipulación con alejamiento y maltrato infantil),  se mantiene cauta. Le parece bien, pero conoce las dificultades a la hora de acreditarse como víctima de violencia de género y espera que para lograr acceder a este subsidio los protocolos y los requisitos sean más sencillos.

En la actualidad para conseguir ser reconocida como víctima de violencia de género depende de donde vivas. “Las competencias se transfieren a las comunidades lo que hace que unas mujeres tengan más facilidades que otras. Da igual que lleves diez años acudiendo a un centro, o no hayas denunciado nunca, depende de quién te toque. Si tienes casa y no necesitas ayuda, no es tan sencillo que te reconozcan como víctima. “Nos parece estupendo, pero nos cuesta la vida que nos reconozcan. Ya es un horror ser víctima de violencia de género, pero el periplo y las condiciones que te pone el sistema cuando denuncias o pides la acreditación son aberrantes”, denuncia. A pesar de todas las trabas del sistema, González celebra que se cree una ayuda específica para las víctimas.

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