Romper el ciclo: cómo las asociaciones ayudan a reconstruir vidas después de la violencia

Las supervivientes de la violencia deben comprender los mecanismos psicológicos del maltrato, la dependencia emocional, la disonancia cognitiva, el miedo al abandono para dejar atrás la culpa

Cómo una víctima justifica y minimiza el comportamiento de su maltratador
KiloyCuarto

En el Centro de Atención Integral de la Asociación Por Ti Mujer, cada día se cruzan miradas que hablan de miedo, de confusión, pero también de esperanza. Mujeres que llegan con el alma hecha pedazos, buscando respuestas, intentando entender por qué han justificado a quien les hizo daño. Allí las espera un equipo que no juzga, que acompaña y que, poco a poco, ayuda a recomponer la mirada.

“Acompañamos a mujeres que han vivido y viven distintas formas de violencia, no sólo física, sino también psicológica, económica y/o sexual”, explica Silvia Iglesias Baptista, psicóloga y responsable del área de Psicología de la entidad. Su voz suena firme, pero empática. Sabe que detrás de cada historia hay una batalla interior silenciosa. “Desde el área de acompañamiento psicológico observamos que, una de las dinámicas más complejas y que resultan difíciles de comprender, tanto para quién la sufre como para quienes la observan desde fuera, es la tendencia de las mujeres supervivientes de violencia a justificar o minimizar las conductas del agresor”.

El 016, contra la violencia de género
Las mujeres víctimas tienden a minimizar y justificar la violencia
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Estrategias para sobrevivir

A simple vista, desde fuera, puede parecer incomprensible. Pero en la profundidad del trauma, esas justificaciones no son falta de carácter ni ingenuidad: son mecanismos de defensa. “Es importante resaltar que dicha justificación no se trata de una muestra de debilidad, sino más bien una respuesta emocional y cognitiva de supervivencia”, señala Iglesias. “Cuando el maltrato se sostiene a lo largo del tiempo, su mente y su cuerpo desarrollan estrategias para sobrevivir al miedo, al dolor y a la confusión”.

Una de esas estrategias, explica, es “darle sentido al comportamiento del maltratador: justificarlo, excusarlo o atribuirle motivos externos que hagan más soportable la realidad”. En ese proceso, el miedo, la dependencia y el afecto se entrelazan en un nudo difícil de desatar. “Esto es mantenido por lo que se llama ‘Ciclo de la Violencia(Lenore Walker), caracterizado por una fase de acumulación de tensión, explosión de la violencia y luna de miel”. Esa alternancia entre el horror y el aparente arrepentimiento del agresor mantiene viva la ilusión de que todo puede mejorar.

Por eso, es frecuente escuchar frases como “no siempre es así” o “está atravesando un mal momento”. Según Iglesias, “tales expresiones pueden reflejar un mecanismo de defensa para hacer frente al dolor y protegerse del impacto emocional que supone reconocer abiertamente que la persona a la que quieres te maltrata”.

La normalización del control, los celos y la culpa

La psicóloga apunta también al peso de la cultura. “Existen factores socioculturales que conllevan a la normalización del control, los celos o la culpa dentro de las relaciones de pareja”. Y eso hace que muchas mujeres se sientan culpables, confundidas o incluso avergonzadas de pedir ayuda.

Frente a ello, el enfoque de la Asociación es claro: respeto y acompañamiento. “La intervención integral que caracteriza nuestro trabajo tiene como premisa central no juzgar ni presionar a las mujeres a romper la relación con el agresor de inmediato”, afirma Iglesias. “Cada persona tiene que vivir su propio proceso, a su ritmo, y el paso hacia la toma de conciencia del riesgo y la decisión de salir de la relación requiere seguridad, apoyo y validación”.

Una de las herramientas fundamentales es la psicoeducación. “Es el proceso de intervención centrado en informar, sensibilizar y dotar de herramientas a las mujeres supervivientes para que tomen conciencia de lo que están viviendo y de los factores mantenedores de la violencia”, explica. Nombrar la violencia, poner palabras a lo vivido, tiene un poder liberador. “Comprender conceptos como ‘ciclo de violencia’, ‘manipulación emocional’ o ‘control coercitivo’ permite identificar la violencia, aunque esta no sea física”.

“Algunas llegan pensando que está en ellas cambiar a la otra persona o con pensamientos centrados en los mitos del amor romántico”, cuenta Iglesias
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A través de ese proceso, muchas mujeres logran desmontar creencias dañinas. “Algunas llegan pensando que está en ellas cambiar a la otra persona o con pensamientos centrados en los mitos del amor romántico”, cuenta Iglesias. “Con esta intervención se busca cuestionar dichas creencias y reconstruir una perspectiva más sana del amor y el respeto”.

La meta final, dice, es “devolver el sentido de realidad”. Comprender los mecanismos psicológicos del maltrato, la dependencia emocional, la disonancia cognitiva, el miedo al abandono, permite dejar atrás la culpa. “Ayudarle a entender estos mecanismos ayuda a que la mujer deje de verse a sí misma como culpable y empiece a verse como alguien que ha sobrevivido a una situación de violencia”.

Pero no se trata sólo de terapia individual. El acompañamiento busca reconstruir redes, recuperar autoestima y fortalecer la autonomía. “Resulta de vital importancia fomentar redes de apoyo seguras; las personas necesitamos sentir que no estamos solas, y esto para las supervivientes es crucial”, afirma la psicóloga. “Reforzar la autonomía de la mujer, en todos los sentidos, es la meta final: que se reconozca como merecedora de respeto, libre de la mirada del maltratador e implemente estrategias de autocuidado”.

Iglesias resume el espíritu del trabajo con una frase que encierra toda una filosofía: “Durante el acompañamiento psicológico, la psicoeducación se combina con la escucha activa, la validación emocional y la reconstrucción de la autoestima. No juzgamos ni apresuramos procesos, pues entendemos que la toma de conciencia y el deseo de cambio solo parten de entornos seguros y respetuosos”.

Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.