016/ Ni una más

El grito de Sandra desde Alemania: “Sufro violencia de género y las instituciones no me protegen. Temo por mi vida”

Una española residente en Alemania cuenta cómo las instituciones germanas la han dejado a merced de su maltratador tras denunciar violencia de género

Sandra no salió de casa en todo el día de ayer domingo. Tiene miedo. Tampoco lo hizo el sábado, cuando su expareja se colocó justo debajo de su ventana durante un buen rato, sin hacer nada, mirando el móvil.

Hace un mes, él no podría haberse acercado a esa casa porque tenía una orden de alejamiento en vigor. Pero el 25 de septiembre una jueza suspendió la medida de protección, y ahora esta joven española vive encerrada y atemorizada.

Sandra reside en Alemania, adonde emigró buscando nuevas oportunidades y donde conoció a Thomas (nombre ficticio), un alemán encantador y detallista que buscaba cualquier minuto para verla, pero que pronto empezó a mostrar su verdadera cara.

Sandra se siente desprotegida en Alemania como víctima de violencia de género

El novio encantador que mutó en maltratador

«Me distorsionaba la realidad, me confundía. Me decía que no hablaba bien el idioma, que no lo entendía cuando quería debatir algo que me hubiese molestado». Si Sandra le preguntaba cómo le había ido el día, Thomas se enfadaba porque decía que «quería controlarlo». Pero si Sandra quería salir con sus amigas, él le decía que era mejor quedarse en casa. «Me repetía que tenía que tener cuidado, que no debía confiar en nadie ni decirles dónde vivía. Se presentaba como mi salvador. Creía que intentaba protegerme. No sabía distinguir la preocupación del control; me fue anulando», explica.

Cuando Sandra intentaba romper la relación, Thomas planteaba un futuro juntos, una familia, un cambio. Y cuando ella se mantenía firme en su decisión, «entonces venía el golpe».

Intento de secuestro

Esta joven ha documentado nueve ataques violentos. Son los que puede demostrar, no todos los que ha padecido. Uno de los más graves fue un intento de secuestro en la calle, cuando ella accedió a verle para darle el pésame por la muerte de su padre. Se negó a escucharle más allá de las condolencias, pero él no aceptó la negativa: la metió a la fuerza en el coche, y solo los gritos de Sandra y la ayuda de un viandante evitaron males mayores.

Ya la había retenido contra su voluntad. Thomas la encerró en su casa y echó la llave para que no pudiera salir. También la ha perseguido en coche, la ha golpeado y la ha acosado de forma constante. La amenaza más repetida: «Soy alemán y tú no. No te van a creer».

Algunas de las lesiones que constan en las denuncias de Sandra
Cedidas

Sandra vive en un país que no es el suyo y su red de apoyo es limitada. Tardó en denunciar. Decidió escribir un correo electrónico a la policía, en enero de 2024. «En España hubiera ido a una comisaría, pero mi alemán todavía no era bueno, así que preferí escribir una carta», cuenta. No es sencillo narrar tu intimidad en una lengua que no es la tuya.

Un correo electrónico y siete meses de espera

La respuesta tardó siete meses en llegar, en agosto del año pasado. Para entonces Sandra ya había vuelto a ser agredida y, lo peor de todo, Thomas había encontrado la carta. «Empezó a amenazarme y pensé: “ahora sí que me mata si digo algo”. Así que le obedecí». Él mismo redactó un nuevo texto, haciéndose pasar por Sandra, en el que afirmaba que no pasaba nada, que todo estaba ya bien. «Me llevó a correos y me hizo mandarla. Lo hice por supervivencia, porque pensaba que si me negaba me iba a matar».

El 18 de febrero de este año, hace unos meses, Sandra sufrió el último episodio de violencia física. Algo en su cabeza hizo clic. «En ese momento me lo prometí a mí misma: que era la última vez, que no iba a repetir el ciclo de la violencia», confiesa.

Volvió a escribir un correo a la policía y acudió a los servicios de atención a víctimas de violencia en Alemania. Fue este organismo el que, ante su relato, pidió a la policía —mediante un correo electrónico— que la protegieran porque su vida corría peligro. También le aconsejaron contratar a un abogado para denunciar a su maltratador, y así lo hizo.

La Fiscalía no responde

La policía, por su parte, respondió a su petición de ayuda con un correo en el que le pedían que no volviera a ponerse en contacto con ellos, sino con la Fiscalía alemana. Sandra lo hizo. «Les escribí y les dije que estaba en peligro. Hice mención a los números de expediente del intento de secuestro para que tuvieran una referencia y adjunté también el correo de la policía». La primera de varias cartas se envió el 6 de junio pasado. Meses después, Sandra sigue sin respuesta.

A través de su abogada, y con todas las pruebas, esta joven española denunció y pidió una orden de alejamiento, que le fue concedida por un tribunal civil. Thomas no podía acercarse a menos de cien metros de ella hasta diciembre de 2025, una medida importante porque el alemán vive a esa misma distancia de la casa de Sandra.

Thomas recurrió la medida. Su abogado presentó doce páginas para desacreditar a Sandra, con insultos y falsedades: que lo había atacado con cuchillos y una sierra, que tenía una enfermedad mental y antecedentes penales.

Una jueza que recomienda mediar a víctima y agresor

La jueza del tribunal civil, distinta a la que había establecido la orden de alejamiento, parece no comprender la situación de Sandra. Da credibilidad a las mentiras de la defensa de Thomas y pide a las partes que negocien entre ellas: una especie de mediación para llegar a un acuerdo. De no hacerlo, advierte, levantará la medida de protección. La mediación en casos de violencia de género está más que desaconsejada por todos los expertos en la materia.

Durante esas negociaciones, la ventana donde se colocó Thomas este sábado entra en la conversación. Él se pone muy nervioso y debe ser apercibido cuando se le propone que no pueda situarse debajo, pero Sandra no quiere que se acerque tanto. Como no llegan a un acuerdo, la jueza cumple su amenaza y deja sin efecto la orden de alejamiento. No solo eso: castiga a Sandra a pagar las costas y los honorarios del abogado contrario.

Agresiones “irrelevantes” y actos intimidatorios “inocuos”

La sentencia llega al extremo de normalizar el acoso y minimizar la violencia, calificando las denuncias por secuestro y agresiones de “irrelevantes” y los actos intimidatorios de “inocuos”. Algo que Sandra todavía no puede creerse.

Thomas, a pesar de los atestados y testigos de varias agresiones, denuncia a Sandra por denuncia falsa. Y, para su sorpresa, ese procedimiento —a diferencia de la denuncia por las nueve agresiones que lleva un tribunal penal— ya se ha puesto en marcha, y la española ha sido llamada a declarar.

Sandra no sabe qué más hacer y está desesperada. Por lo pronto, el Colegio de Abogados de Brandeburgo ha admitido a trámite su queja contra el abogado de Thomas por difamación y atribuciones falsas en documentos judiciales. Está a la espera de que alguien tome alguna medida ante la impunidad de su agresor.

Se puso en contacto con el consulado español en Alemania y le sorprendió su celeridad y disposición para ayudarla. El 24 de septiembre, la Consejería de Interior de la Embajada de España en Berlín se reunió con la Fiscalía de Cottbus para interesarse por el caso y ponerse al tanto. Conforme a sus competencias, las embajadas no intervienen en procedimientos judiciales en curso, pero explicaron cuál era la situación de Sandra y su condición de ciudadana española. Poco más pueden hacer.

Un feminicidio al día en 2023 en Alemania

Mientras, Sandra sigue encerrada en casa y pide ayuda. «Mi vida está en peligro inminente. Este no es solo un caso de violencia machista: es violencia institucional y revictimización. Un fracaso estructural europeo que incumple el Convenio de Estambul. Lo que hoy me ocurre a mí puede ocurrirle mañana a cualquier mujer europea en Alemania».

Lo cierto es que el país germano maneja unas cifras preocupantes de violencia contra las mujeres. En 2023, 360 niñas y mujeres fueron víctimas de asesinatos machistas, el 80,6 % a manos de sus parejas o exparejas. Es decir, se produjo un feminicidio prácticamente a diario, según informó la Oficina Federal de Investigación Criminal de Alemania, el Bundeskriminalamt.

Hoy Sandra volverá a bajar a la calle mirando a su espalda, con el móvil grabando por si Thomas aparece por sorpresa. Intenta convertir su casa en un búnker, instalar cámaras de seguridad y extremar precauciones porque un hombre no acepta que ella no quiere estar con él. Una víctima encerrada mientras él puede detenerse bajo su ventana y acecharla el tiempo que quiera. El mundo al revés.

Si algo de lo que has leído te ha removido o sospechas que alguien de tu entorno puede estar en una relación de violencia puedes llamar al 016, el teléfono que atiende a las víctimas de todas las violencias machistas. Es gratuito, accesible para personas con discapacidad auditiva o de habla y atiende en 53 idiomas. No deja rastro en la factura, pero debes borrar la llamada del terminal telefónico. También puedes ponerte en contacto a través del correo o por WhatsApp en el número 600 000 016. No estás sola.