¿Por qué lo que nos enseñaron las películas Disney no se parece a una relación sana?

Estos relatos de princesas no solo promueven un amor irreal y tóxico, sino también profundamente machista. Es importante reflexionar sobre estos modelos para construir relaciones más sanas

El llamado amor romántico es un ideal muy seductor, pero poco realista
KiloyCuarto

Desde hace un siglo, las películas de Disney han moldeado el concepto que tenemos sobre el amor. Princesas que sueñan con ser rescatadas, príncipes que aparecen para arreglarles la vida y un final siempre feliz con beso incluido. Sin embargo, ¿qué hay de real, o sano, en esas historias? ¿Qué efectos han tenido en la forma en que entendemos las relaciones?

El llamado amor romántico es un ideal muy seductor, pero poco realista. Bajo su apariencia de cuento, esconde ideas que pueden ser dañinas y generar expectativas imposibles de cumplir.

Icónica fachada del hotel de Mikey en Disneyland París
Icónica fachada del hotel de Mickey en Disneyland París
Disneyland Paris

Se cree que el amor todo lo puede

Para la psicóloga integradora especializada en trauma y apego, Emma Iglesias, esta imagen idealizada esconde problemas profundos, “el amor romántico es esa idea que nos han vendido en películas, dibujos y la sociedad, pero está muy alejada de la realidad. Se cree que el amor todo lo puede y que nuestra misión es encontrar una ‘media naranja’, algo que cala hondo y crea falsas expectativas”.

Las películas de Disney, ejemplo evidente de esta narrativa

En Cenicienta, la protagonista es sumisa y maltratada por su familia y solo encuentra la felicidad cuando un príncipe la rescata. En La Sirenita, Ariel renuncia a su voz, su hogar y su identidad por un hombre al que apenas conoce. La Bella y la Bestia romantiza el secuestro y el maltrato: “vemos un claro ejemplo de cómo normalizábamos relaciones tóxicas o incluso malos tratos. La Bestia secuestra a Bella, la trata mal, la encierra bajo llave por meterse donde no la llaman”, explica Iglesias. Además, estas historias refuerzan estereotipos sexistas al mostrar que la belleza es una exigencia femenina, mientras que para los hombres sí existe la idea de la “belleza interior”.

En La Sirenita, la renuncia absoluta de la protagonista se convierte en un modelo de entrega romántica: “Lo que vimos y aprendimos es que una mujer debe priorizar sí o sí a la pareja, dejando todo atrás: amigos, familia e incluso su propia voz o vida bajo el mar, sólo por un flechazo con alguien a quien ni siquiera conoce. Eso mismo lo vemos hoy en día en relaciones donde las personas se olvidan de sí mismas por un amor repentino”.

El amor no es suficiente

Más allá de estas historias concretas, hay mitos profundamente arraigados que pueden dañar las relaciones. Uno de los más peligrosos es el del amor que “todo lo puede”. Según Iglesias, las parejas que creen en esta idea acaban descuidando la relación: deja de haber comunicación proactiva y se hunden en la rutina. “Mientras haya sentimiento, se piensa que hay que permanecer. Y no, obviamente el amor no es suficiente. Para estar en una relación sana también es necesario que haya otras cosas”.

Otro mito frecuente es el de la “media naranja”. La psicóloga explica que “las personas piensan que la pareja debe ser la otra mitad, viéndose a sí mismas como incompletas que necesitan de alguien para sentirse llenas. Cuando no, ya somos naranjas completas. No necesitamos estar en pareja para sentirnos plenos con nuestra vida”.

Los celos como demostración de amor

También está el mito de que los celos son una demostración de amor. Iglesias es tajante: “Creemos que la verdadera muestra de amor es que la otra persona sea celosa o posesiva. Cuando no es así: que no haya celos no quiere decir que tu pareja te quiera menos, quiere decir que se siente seguro a tu lado. Los celos son una emoción que surge por inseguridad o por experiencias pasadas, no una prueba de amor”.

Iglesias recuerda que estos relatos no solo promueven un amor irreal y tóxico, sino también profundamente machista. Por ello, advierte de la importancia de reflexionar sobre estos modelos para construir relaciones más sanas y realistas.

Ya somos naranjas completas. No necesitamos estar en pareja para sentirnos plenos con nuestra vida

Al final, reconocer el peso de estos cuentos en nuestra forma de amar es el primer paso para cambiar. Porque el amor real no consiste en rescatar ni en ser rescatados, sino en construir juntos desde el respeto y la libertad. Como concluye Emma Iglesias: “No se trata de renunciar a soñar con el amor, sino de hacerlo desde un lugar más sano, sabiendo que ya somos completos y que una relación debe sumar, no anularnos. Solo así podremos vivir un amor más consciente, real y, verdaderamente, feliz”.

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