Franca Velasco, la investigadora que descubrió que había bomberas entre las llamas

Con media España cubierta por un manto de cenizas, Franca Velasco nos cuenta cómo el cerebro femenino puede ser un plus en la extinción de incendios

Buena parte del paisaje que arde estos días en España ya lo recorrió la periodista y escritora Franca Velasco hace tres años cuando salió de en busca de mujeres bomberas. Lo hizo movida por una gran curiosidad: ¿bajo esos uniformes de protección ignífugos no había género? Descubrió que, al desprenderse de sus cascos y trajes, por cierto, en su mayoría diseñados para el cuerpo masculino, había también mujeres de diferentes edades y complexiones.

¿Quiénes eran? ¿Qué les llevaba a tomar un camino tan arriesgado? ¿Eran bienvenidas en un sector tan estereotípicamente masculino? Acostumbrada a no quedarse en la superficie en su profesión periodística, a Franca le asaltó la urgencia de darles voz. Entonces emprendió un camino de dos mil y pico kilómetros de ida y otros tanto de vuelta con un único objetivo: escucharlas. En cada parada recogió un valioso testimonio y con sus once relatos dio forma a su libro Viaje a las mujeres de fuego. Entre ellas, hay pilotos, agentes forestales, conductoras, especialistas en drones y bomberas.


Un verano más, volvemos a ver el país cubierto por un manto de ceniza. ¿Qué sentimiento le provoca?

Pena y rabia. Me recuerda a ese verano de 2022 en el que recorrí parte de España para entrevistar a las bomberas presentes en el libro. Un fuego forestal que no es provocado no se puede evitar, pero sí se pueden prevenir las consecuencias. La prevención pasa por la limpieza de bosques durante todo el año y la eliminación de vegetación seca y ramas. Si no se hace, los matorrales se convierten en antorcha. Los políticos aún no quieren ser conscientes de las consecuencias de este descuido, a menudo originado por la temporalidad del sector.

Viaje a las mujeres de fuego da una visión poco conocida de la profesión. ¿Qué le llevó a investigar su trabajo?

La invisibilidad femenina. Tradicionalmente, ha sido un campo masculino, asociado a un perfil de hombre físicamente fuerte y con gran resistencia. Por tanto, se descartaba la presencia femenina de una manera natural. Sentía una gran curiosidad por saber si esto era realmente así. Fue muy grato ir conociendo a todas estas mujeres que tanto están contribuyendo a la igualdad desde sus luchas. Son once mujeres que representan a un colectivo mucho más amplio, aunque aún insuficiente, que ha roto barreras.

¿Por qué el porcentaje sigue siendo tan escaso, apenas un 5% del total del cuerpo de bomberos?

En parte, por esa imagen estereotipada que frena la vocación de las mujeres. Aunque cada vez menos, han estado muy condicionadas por este arquetipo. Carmen Orellana, la primera mujer agente forestal de España, me contó cómo tuvo que pelear en los años ochenta para que se le reconociese ese derecho a la no discriminación por razón de sexo incluido en el artículo 14 de la Constitución española. Cuando por fin pudo opositar, apareció en el número uno y tomó posesión el 1 de febrero de 1984. Hoy ya está retirada y dice que, más allá de chistes vulgares o sexistas y algún comentario entre ellos, no volvió a vivir episodios machistas.

¿Se han erradicado las actitudes machistas?

Depende de las brigadas o de los puestos, pero, en general, la mayoría ha tenido que hacer frente a gestos sexistas y a conductas discriminatorias y paternalistas.


¿Qué aporta una mujer al operativo? ¿Hay algún elemento diferencial?

En general, no vamos a negar que físicamente los hombres son más corpulentos, pero he visto cómo portan mangueras, conducen camiones, pilotan avionetas. No aportan solo fuerza física, sino también habilidades estratégicas, comunicativas y de gestión de crisis. La extinción de un incendio exige otras muchas capacidades en las que el cerebro femenino puede ser un plus, como resistencia mental, planificación, concentración o intuición para entender el comportamiento del fuego.

¿Le sorprende su valentía?

Son mujeres valientes porque luchan contra el fuego, pero también contra los estereotipos. Son valientes porque han trazado su camino. Gracias a su coraje, han roto barreras y están allanando el acceso a las generaciones futuras. En los foros en los que presento el libro con ellas presentes, me emociona la admiración y el interés que despiertan en niñas y adolescentes. Es importante que vean a mujeres con casco, botas y manguera para que se imaginen así como algo normal y abrir vocaciones en una profesión en la que la presencia femenina sigue siendo minoritaria.

Las bomberas no se han conformado con encajar, ¿han conseguido que sea también su territorio?

Han tenido que hacer reivindicaciones que ponen en evidencia hasta qué punto la mujer quedaba excluida hace unos años. Es el caso de Pilar Fuentejada, que vigila el monte desde su torreta, a diecisiete kilómetros de su ciudad. A fuerza de protestar, consiguió tener un cuarto de baño, algo obligatorio en todos los puestos de trabajo. También han tenido que pelear por tener vestuarios femeninos o trajes adaptados a su talla y a su condición femenina.

¿Darles visibilidad era para usted un acto de justicia profesional?

No tienen el reconocimiento mediático o social que tienen, a pesar de las décadas que llevan en servicios de emergencia y extinción de incendios. Darles visibilidad ayuda a normalizar su trabajo y a promover protocolos de igualdad, ya que aún queda mucho por hacer.