Hubo un tiempo en el que Iván Redondo se dedicó desde La Moncloa a dirigir y coordinar las ficciones que encarnaba Pedro Sánchez. Tras un par de escenas abruptas y después de haberle absorbido todo el conocimiento que le era útil, aprovechando aquella crisis veraniega de Gobierno, el protagonista de la historia decidió desprenderse de Redondo y seguir su carrera en solitario. Hoy, años y decenas de artículos de La Vanguardia después, vuelve a contar con él para realizar una tarea distinta. La de guionista. Sí, la de un guionista y asesor de fotografía demoscópico que a través de sus encuestas ‘privadas’ acerque los deseos de Sánchez a la realidad. Y ya saben ustedes que los deseos de Sánchez para Redondo son órdenes.
Es curioso, fíjense, la semana pasada salía publicada la primera encuesta del otrora spin doctor del presidente del Gobierno. Una encuesta que daba ganador al PSOE con 130 escaños, segunda fuerza al PP con 111 y tercera fuerza a Vox con 74. Aquella imagen se alejaba y mucho de las tendencias que venían mostrando las demás casas, excepto… (ruido de baquetas) ¡Premio! ¡Eso es! Excepto el CIS de Tezanos. Después de conocer el sondeo que publicaba el CIS de este lunes, en el que poco más y José Félix dice que los españoles piensan que se ha robado bien, queda cristalina la estrategia: Para poder darle algo de credibilidad a los disparates amortizados de Tezanos, han creado a su alrededor un universo de empresas que suministren sondeos del ‘sector privado’ con el fin de sustentar los delirios gastronómicos de lo público.
Delirios, claro, que trabajan en hacer realidad. Sánchez es un maestro de crear ilusiones y expectativas, y no desaprovecha la oportunidad de corromper ningún medio a su alcance que le acerque a sus fines. Y en éstas, sus horas más bajas, ha decidido que un arma fundamental en su estrategia va a ser la demoscopia, una demoscopia que quiere utilizar para adulterar la realidad y la opinión pública. La primera de las intenciones que persigue es instaurar la creencia de que todos los escándalos que le rodean a él y a su Ejecutivo están más que superados, que la sociedad española no da crédito a esa persecución que dice sufrir por parte de la derecha.
Y la segunda, y más importante, es la de preparar el terreno para que le salgan los números. Para ello, sus gurús, que más que gurús son peones al servicio de sus irresponsables tácticas, confeccionan imágenes que nada tienen que ver con el presente, que solo encuentran sentido en la pretensión de un futuro ideal para el Partido Socialista. Lo que está saliendo publicado no es una foto fija del momento sociológico español, es un retrato falseado por el Photoshop ventajista de estructuras propagandísticas al servicio de la causa sanchista.
¿Y qué es lo que persigue ahora el sanchismo? Pues es bien sencillo. Muerto Frankenstein y reducido a la irrelevancia todo el espectro que tenía a su izquierda, Sumar, Podemos y demás, toca intentar poner de nuevo en pie a la ultraderecha con el fin de reeditar esa alerta antifascista que sirva como motor en unas eventuales elecciones. Ahora bien, esta vez Sánchez es mucho más ambicioso, porque busca aglutinar bajo su figura y sus siglas todo el voto de las izquierdas.
De ahí ese empeño en reflotar a Vox con el fin de debilitar a Feijóo. Todos sus movimientos y esfuerzos van en esa dirección. El cálculo es sencillo. Con un Abascal fuerte, tiene un PP débil y una derecha dividida. A la vez que alerta de que viene el lobo, también lo vemos a él y a su equipo de la sincronizada sembrar las dudas acerca del liderazgo de Feijóo. Solo hay que pegar un poco la oreja a la entrevista que ayer concedió a Àngels Barceló en la Cadena Ser, la única, por cierto, que ha concedido a un medio privado en quince meses. Es curioso que los defensores de la moral y el periodismo libre no digan ni mú ante estas prácticas tan poco democráticas.

El caso es que, ante el micrófono amarillo de la SER, agitó esta idea de que hay presidentes autonómicos del PP que dan por amortizada la figura del gallego, además, claro está, de continuar con la retahíla de que andan copiando las políticas ultras. Por supuesto, no escatimó en embustes. Quizás lo más reseñable y notorio es que dijera que él también ha cobrado en efectivo de Ferraz, que lo importante es que el dinero es legal, que todo es una exageración de la derecha que no sabe lo que son las ‘liquidaciones de gastos’. Todo esto lo dijo ante el simpático silencio de Barceló la misma mañana en la que The Objective abría su portada con una foto de un maletín con fajos de billetes que pertenecía a su antiguo secretario de Organización. Al que aún sigue libre, a punto de ser juzgado, no al que está en prisión.
Está en forma el gran impostor, ya totalmente recuperado del shock de aquellos días de junio en los que no había almorzado. Y tiene a su batallón sincronizado también bien engrasado. En la parte mediática callando y negando los indicios de corrupción, cuando no justificando escándalos como el de las pulseras antimaltratos, que ayer también dijo en la SER que la Fiscalía había dicho que habían actuado bien. Já. O celebrando como si la victoria de un Mundial se tratase un apretón de manos con Donald Trump, ‘porque el perro no se amilana ante nadie’ y lindezas así.

Y en la parte demoscópica ahí tiene a sus expertos en Photoshop, sacando fotografías editadas que quieren influenciar nuestra opinión y conducir el futuro. No sé si recuerdan aquella entrevista de Redondo con Évole tiempo después de su abrupta salida de la Moncloa. En ella, Évole le preguntaba a Redondo si de alguna manera se habían dedicado a cebar a Vox para que los números les saliesen. Tras un largo silencio, y una pausa dramática marca de la casa, el estratega se salió por la tangente. Pero nunca lo llegó a negar. En esas están ahora, en cuadrar los cálculos, esa es la operación. Cebar a Vox y debilitar al PP, mientras venden que les preocupa mucho el ascenso de la ultraderecha. Esa es la paradoja y la hipocresía.
Se parece mucho a aquella misma estrategia que utilizó Mariano Rajoy cuando quiso hacer crecer a Podemos. Este tipo de cosas se suelen ir de las manos. Tanta es la similitud que me juego de nuevo dos chistorras con ustedes lectores a que en el plazo de tres meses estas mismas encuestadoras de las que hablamos publicarán la siguiente imagen. Vox sorpasando al PP y Pedro Sánchez al borde de una mayoría absoluta. Esperen, lo subo. Dos chistorras y un sol, va. Ya está Pedro otra vez avisando de que viene el lobo. Ya está Sánchez metiendo a Feijóo en la boca del lobo.