Opinión

Buenas noticias

Exrehenes palestinos celebran su regreso a la libertad tras el alto el fuego en Gaza
María Jesús Güemes
Actualizado: h
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Hace unos años se me ocurrió que podíamos dar cada día una #BuenaNoticia. Así, con ese hastag. Después de la pandemia las necesitábamos de forma urgente. El panorama era terrible y había que animar a la gente contándole cosas agradables y bonitas.

Con esa intención empezamos a desarrollar la idea en mi agencia. Había avances médicos y novedades económicas que presentábamos con entusiasmo. Pero, a medida que fue avanzando el tiempo, aquello se complicó. Primero, porque en algunas ocasiones no había nada positivo. Resulta difícil de creer. Por mucho que rebuscábamos, no aparecía ni una sola información de valor significativo. Segundo, había casos en los que no coindíamos. A veces, nos encontrábamos con un tema y terminábamos discutiendo sobre si merecía o no ser calificado de ese modo. Total, al final, dejamos de hacerlo.

Todo esto viene a cuento del anuncio del alto el fuego en la Franja de Gaza. Así lo defino porque todavía no me atrevo a hablar con rotundidad de una paz definitiva y duradera. Ya cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó su propuesta me mostré escéptica. Tanto que pensé que si hubiésemos seguido con nuestro sistema de selección, yo no la habría incluido en el repertorio.

Rehenes
Los rehenes Gali y Ziv Berman en el punto de recepción inicial este lunes en Jerusalén
Efe

Es cierto que hay que empezar por algo y la liberación de rehenes israelíes y prisioneros palestinos ha sido un paso importante. Las imágenes del lunes reconfortan, con ese revuelo que conlleva la alegría de los amigos y la familia. Pero quedan tantos puntos por cumplir que me da miedo que algo se tuerza por el camino.

Me cuesta creer que se vaya a detener el genocidio de pronto. Sólo empezaré a confiar en ello cuando vea que no se ningunea a los palestinos, cuando entre ayuda humanitaria de forma constante, cuando se atienda a los más vulnerables, cuando los médicos y los periodistas puedan ejercer su trabajo con libertad, cuando la gente duerma tranquila, cuando comience la reconstrucción, cuando no haya hambruna y cuando los niños vuelvan a jugar.

Todos deseamos que sea el fin, pero hay muchos aspectos pillados con alfileres. Me inquieta el regreso de los gazatíes a ese mar de escombros y me parece que se debe explicar bien cómo será después el control del territorio. ¿Qué garantías hay de que Israel no vuelva a atacar? ¿Será sólo una tregua más? ¿Las víctimas tendrán capacidad de decidir sobre su futuro? ¿Qué va a pasar con Hamás? ¿Y con Benjamín Netanyahu? ¿Se va a cerrar todo lo sucedido sin exigir responsabilidades? ¿Se va a reconocer el Estado de Palestina? Hay demasiados interrogantes a pesar del acuerdo firmado en Egipto. El discurso fue hiperbólico y la foto de familia, impresionante. Allí estaba el faraón estadounidense rodeado de 20 líderes mundiales.
Entre ellos, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que hace unas semanas citaba en un acto a Marwan Makhoul: “Para escribir una poesía que no sea política, es necesario escuchar a los pájaros y para escucharlos es necesario que cese el bombardeo”. Efectivamente, se debe recuperar la normalidad.

Palestinos caminan por una calle entre los escombros de los edificios destruidos durante un alto el fuego entre Israel y Hamás.
EFE/ Mohammed Saber

Un estudio de Fundación Cruz Roja apunta que el 40,5% de la población española señala la situación política y la sobreexposición informativa como “fuente de estrés y preocupación” y un 28,8% identifica los conflictos internacionales como uno de los principales factores de malestar emocional. Nos afecta porque estamos hiperconectados y no nos podemos desenganchar. Seguro que ahora vamos a estar pendientes y, en breve, averiguaremos si el 13 de octubre es un simple apunte o una fecha clave en los libros de Historia. Ojalá sea esto último. Ojalá sea un gran acontecimiento. Ojalá se detenga el sufrimiento. Esa es mi oración.