Firme, resiliente, valiente, sabia, sensible, incansable, con gran capacidad de liderazgo y cohesión, colaborativa… Son los rasgos que se repiten al conocer de cerca a las mujeres rurales, tanto las que aparecen en este reportaje como aquellas con las que compartimos raíces e infancias. “Sen mulleres non hai Galicia”, dicen en el norte. La misma idea se esparce por todo el campo español con diferentes acentos y hoy, Día Internacional de la Mujeres Rurales, merece un altavoz.
Rosa Arranz: “El sindicalismo ha sido fundamental”
No es una jornada festiva, sino para reconocer que son imprescindibles para la supervivencia de la España rural y señalar las barreras estructurales que enfrentan. Rosa Arranz, natural de Campaspero (Segovia) es ganadera, agricultora y madre de tres hijos. Es decir, vive con sus cinco sentidos desplegados entre el hogar, la tierra y las setenta cerdas que completan su extensa familia. “En vela si una se pone de parto y atenta al continuo pulso de la tierra. Que una lluvia a destiempo o un calor intenso no tuerza la cosecha de cereal”, dice.

Rosa es presidenta de la Unión de Mujeres Agricultoras y Ganaderas. Conoce bien la influencia femenina en la economía rural y su papel dinamizador en el bienestar de sus gentes, sin abandonar sus responsabilidades de cuidado. Aunque su padre trabajaba en la cantera y su madre como costurera, sus abuelos tenían algunas tierras. “Estudié en Valencia y, antes de volver al campo, trabajé como gestora cultural en Valladolid y también en la Diputación de Segovia. Desde 2012 puedo decir, que soy agricultora y ganadera a tiempo completo”.
En estos años, cree que el principal cambio que ha dado la mujer en el campo ha sido su organización. “El sindicalismo ha sido fundamental para reivindicarnos como trabajadoras. Antes éramos hijas de, esposas de, mujeres de… Nuestra labor quedaba invisible, a pesar de ordeñar a los animales, asistir partos, recoger la cosecha, llevar las cuentas… Además de criar a los hijos, cuidar a los padres y realizar las tareas del hogar. Aunque queda por mucho ganar, hemos avanzado. Se nos reconoce nuestro papel legalmente en las explotaciones y somos también titulares”.
Marisa Rodríguez: “La vida rural no es atraso, sino motor de autonomía”
Las asociaciones y cooperativas de mujeres han transformado por completo la vida de estas mujeres que hace unas décadas no tenían más contacto social que el lavadero o la misa dominical. “Hemos roto el aislamiento con espacios de encuentro donde pueden formarse y compartir experiencias. Tenemos voz y reivindicamos también el mundo rural como una alternativa de vida satisfactoria. Ofrecemos talleres, cursos, programas de emprendimiento y actividades de disfrute”, explica Marisa Rodríguez, presidenta de la asociación Afammer en la Comunidad de Madrid.

Marisa pone en valor la riqueza del mundo rural como una forma de vida ligada a la naturaleza, el saber cultural y la transmisión de las tradiciones. “La vida rural no es atraso, sino un motor de autonomía, innovación y transformación social y económica. Y la mujer tiene las aptitudes que vertebran este proceso. Tenemos que avanzar por esta senda para evitar el abandono del campo”.
Reconocen que las condiciones son duras. Por cada cría de cerda que ayuda a parir Roda, le dan 18 euros. Irrisorio si vemos el precio de una ración de cochinillo en cualquier restaurante segoviano. Las cuentas no cuadran. “Los animales tienen que comer y necesitan muchos cuidados, como medicación y calor”, advierte. A pesar del alto costo, no escatima mimos durante la gestación de las cerdas. Prepara con sus propias manos un pienso específico, siguiendo las indicaciones del veterinario, en el viejo molino que heredó de su suegro. Son gestos que marcan la diferencia.
Repara también en la edad. “No es igual manejar a los animales con 30 que cuando te acercas a los 60. Un día te caes, otro te haces un esguince… El trabajo duro pasa factura. Y debido a la pausa que hice durante los embarazos y crianza, no me podré jubilar hasta los 67″.
Durante la conversación, afloran las circunstancias de la mujer en el campo: más precariedad, invisibilidad, cúmulo de responsabilidades… “Aún necesitamos tiempo para ver la mejora que se necesita – continúa-, pero me preocupa la cuestión del relevo generacional. Una de mis hijas, aunque estudió Traducción, tiene interés por dar continuidad a todo lo que hemos emprendido en la familia. Las generaciones de mujeres jóvenes tienen mucho que aportar. Pueden aplicar sus conocimientos, aunque entiendo que para alguien que tenga que empezar de cero, sin tierras y sin maquinarías es complicado. Las subvenciones o los planes Renove son engañosos”.
Esther Andreu: “No dominamos la climatología, pero sí el optimismo”
Como ella, miles de mujeres en el medio rural español sostienen la vida en la tierra cuando la despoblación, el envejecimiento y la falta de relevo amenazan con vaciar los pueblos. En La Bisbal del Penedés, Esther Andreu comparte con su marido, Jordi Pascual, la pasión heredada por el arte de la olivicultura, una tradición familiar que se ha transmitido de generación en generación. “Con un compromiso inquebrantable con la sostenibilidad y la calidad, gestionamos todo el ciclo de producción de nuestro aceite de oliva virgen extra, desde el cultivo de los olivos hasta el envasado final del producto. Producimos entre 15.000 y 20.000 litros cada año”.

Esther reclama el cuidado del sector primario como elemento crucial para la economía del país, a pesar de su complejidad. “No dominamos la naturaleza ni la climatología, pero sí el optimismo. Es lo único que nos pertenece. Incluso cuando crees que tocas fondo, sabes que el próximo año no podrá ser peor. Seguimos creyendo en el campo, celebrando el ciclo de crecimiento y buscando soluciones. La tecnología está de nuestra parte”.
Son ganaderas, agricultoras, emprendedoras y líderes que han decidido quedarse o volver para demostrar que el campo es futuro y, frente a la despoblación que amenaza con borrar del mapa buena parte de sus tierras, mantienen viva la identidad del mundo rural. El campo necesita mano femenina y liderazgo con nombre de mujer. “Estamos luchando mucho en los diferentes movimientos y tenemos muchos desafíos, pero nos forja más pensar que no está todo ganado. Es una idea que deberíamos transmitir a nuestros hijos porque el éxito es un concepto diferente al que nos quieren contar”, concluye Rosa.
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