Secuelas

La amenaza del humo en la salud humana

Incluso sofocadas las llamas, las partículas suspendidas en el aire impactan en nuestros organismos. La neumóloga Cristina Martínez nos habla del riesgo

 

Desde Galicia hasta Andalucía, casi España entera huele a humo. Incluso cuando las llamas están controladas, el cielo parece expulsar ceniza y el aire toma un espesor sofocante debido a las partículas que arrastra. Aunque son microscópicas, penetran en nuestro organismo provocando daños que van desde simples molestias, como irritación en los ojos, a riesgos más severos. La doctora Cristina Martínez, especialista en neumología ambiental y miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), nos detalla el impacto del aire sobre la salud humana en las zonas afectadas por los incendios.

“Las partículas PM (material particulado) que se encuentran en el aire constituyen una amenaza para nuestro sistema respiratorio, especialmente para personas que sufren una patología como EPOC o asma”, avanza. Son partículas sólidas con diversos tamaños. Las más comunes son las PM10 y las PM2.5. Estas últimas se consideran las más peligrosas para la salud. “Se depositan en nariz, garganta y vías respiratorias altas o, en exposiciones tan agudas, pueden llegar a los bronquios y pulmones e incluso alcanzar el torrente sanguíneo”.

El efecto es inmediato

Los efectos de la exposición al humo no se hacen esperar, según la doctora Martínez. “Estas partículas provocan reacciones inflamatorias, estrés oxidativo y otras secuelas que son más o menos adversas según el nivel de exposición o las condiciones de salud de las personas. “En general, la población está sufriendo irritación de ojos, nariz y garganta. Sus síntomas son conocidos: tos, dificultad para respirar o molestias en los ojos. El mayor riesgo de estos incendios de tanta intensidad lo padecen las personas con enfermedades respiratorias previas, como asma, EPOC, fibrosis pulmonar o bronquitis, o cardiopatías. Es algo inmediato”.


Además de estos colectivos con patología, la neumóloga menciona otros especialmente vulnerables. “Es el caso de la población infantil, cuyo aparato respiratorio está aún en formación. También las embarazadas. Según los estudios que manejamos, la exposición al humo afecta al feto y puede provocar bajo peso al nacer. Por último, las personas de edad avanzada, que generalmente tienen ya alguna enfermedad que puede agravarse por este daño pulmonar”. Otras de las secuelas más corrientes que está dejando el humo en los vecinos es la sensación de fatiga y los dolores de cabeza.

Minimicemos el riesgo

Más allá de la devastación en los montes y la pérdida de biodiversidad, la neumóloga aconseja tener en cuenta que el humo arrastra partículas nocivas con el riesgo de dejar secuelas más o menos duraderas en la salud. Algunas medidas pueden minimizar el impacto, según nos indica. “Sobre todo, hay que protegerse del humo, evitando salir a la calle y cerrando bien puertas y ventanas. También con el uso de gafas de protección y mascarillas con filtro. La pandemia hizo que nos familiarizásemos con ellas y, por lo que estamos viendo en las imágenes, es bastante común que la gente se cubra”. Otra de sus recomendaciones es limpiar con agua los espacios donde se acumulan las partículas, en lugar de barrer. Evitaremos así que se esparzan. Recuerda, por último, la importancia de respetar las indicaciones de evacuación.

¿Por qué los efectos son tan adversos?

El humo desprendido de los incendios contiene diferentes compuestos orgánicos volátiles como el benceno, el formaldehído, el monóxido de carbono o el dióxido de carbono y otros elementos o gases que impactan en las vías respiratorias. Se trata de sustancias altamente inflamatorias, que acceden al organismo a través del aire y en muchos casos pueden llegar a la sangre y producir efectos a nivel cardiovascular. Respirar este humo aumenta el riesgo de sufrir arritmias.

Para hacernos una idea, según los registros de IQAir, la plataforma internacional de referencia en calidad del aire, la capital leonesa alcanzó el lunes los 90 microgramos por metro cúbico (µg/m³) de partículas finas PM2.5, una cifra 18 veces superior al límite anual marcado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Ponferrada, los sensores marcaron 195,8 µg/m³, lo que supone niveles 39 veces por encima de lo aconsejable.

Si los síntomas pasan de leves a graves o se trata de una persona con enfermedad respiratoria o cardiorrespiratoria, la doctora Martínez aconseja consultar de manera inmediata con el especialista médico. Podemos consultar el índice de calidad del aire en la web de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).