Qué comer

Leña Madrid, el templo de las brasas de Dani García

Si te pierde la buena cocina y también te gusta elegir restaurante por el ambiente, la luz y hasta las sillas, Leña Madrid es de esos sitios que te arreglan el día: brasa seria, estética muy cuidada y un planazo redondo en el corazón del Paseo de la Castellana

En plena Castellana, dentro del Hyatt Regency Hesperia, te recibe olor a brasa y un comedor de los que invitan a quedarse: madera, curvas, luz cálida y una barra que pide un cóctel antes incluso de mirar la carta.

Para los que somos de mirar el menú antes de reservar, aquí hay chicha, literalmente. La comida arranca muy arriba con entrantes que definen bastante bien el rollo de Leña: producto, brasa y guiños divertidos. El aguacate de Málaga a la brasa llega con ese punto ahumado que lo cambia todo; el foie para untar y ajetes aliñados juega al trampantojo y se presenta como una manzana que se rompe con la cuchara; y el pretzel de ternera ahumada es puro vicio, con la carne ahumada lentamente, salsa tártara y encurtidos que te abren el apetito de verdad.

Si te va más el lado vegetal, la burrata ahumada con ensalada de pimientos asados al carbón es de esos platos que podrías repetir sin problema, mientras que el puerro asado al carbón con mortadella trufada, salsa gribiche y avellanas es un buen ejemplo de cómo aquí convierten algo sencillo en un plato de culto. Para los clásicos de corazón, un steak tartar hecho en mesa, con carne de solomillo picada al momento y grasa fundida de chuletón que le da todo el carácter.

Luego llega el momento carne en serio. Chuletones, lomo alto, piezas maduradas… todo pasa por la parrilla y sale con ese sabor a humo bien marcado pero sin tapar el producto. Es un sitio perfecto para venir con amigos carnívoros, pedir varios cortes y montar la cata alrededor de la mesa. Y entre plato y plato, caen las croquetas de pollo asado o las albóndigas de vaca vieja en salsa de tomate casera y palo cortado.

Si lo tuyo son los brunch potentes, los fines de semana Leña cambia el mood pero mantiene el nivel. Tras los entrantes, llega la Burger que le dio sentido a todo XL, inspirada en una burger mítica de Dani García, un croque monsieur de mortadella trufada de cerdo ibérico y queso Havarti, los huevos benedictinos con coppa de vaca vieja y el croissant relleno de helado de mantequilla con toffee de caramelo salado y avellanas. Todo remata con una tarta di rose con crema inglesa de vainilla que te reconcilia con el mundo.

La parte líquida acompaña al mismo nivel: carta de vinos pensada para las brasas, con tintos para cortes potentes y opciones más ligeras para quienes se mueven entre entrantes y pescados, y una coctelería que apetece tanto para arrancar como para alargar la noche en la barra.

Sin duda, Leña es para ir con hambre y con ganas de disfrutar del conjunto. Es de esos lugares donde puedes debatir sobre puntos de maduración y terminar mojando la última miga de tarta di rose sin prisa, con un cóctel en la mano y la sensación de que has elegido bien el restaurante… y el plan.

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