Detrás de ese encanto inconfundible se esconde una mujer de profundidad emocional con una admirable capacidad para reinventarse. Desde su papel como la rubia tonta en Rowan & Martin ‘s Laugh-In, Hawn hasta ahora, Hawn ha conseguido ser además de actriz una productora y directora comprometida, una madre y abuela devota, y una activista apasionada por el bienestar emocional infantil. Su vida y carrera la convierten en la figura ideal para inaugurar esta serie estival titulada El Crepúsculo de las Divas, donde celebramos a las grandes estrellas que, lejos de apagarse, iluminan el camino con otra intensidad.
Su Óscar
El 7 de abril de 1970, mientras Fred Astaire anunciaba su nombre como ganadora del Óscar a Mejor Actriz de Reparto por ‘Cactus Flower’, Goldie Hawn dormía plácidamente en Londres. Con apenas 25 años y dos películas en su haber, la actriz no esperaba ganar. Al día siguiente tenía que rodar con Peter Sellers la cinta ‘There is a Girl in My Soup’, y no quiso alterar el horario. Décadas después, aún se arrepiente de no haber vivido ese momento: “Nunca me vestí. Nunca recogí el premio. Lo lamento. Me hubiera encantado haber estado ahí”, confesó en una entrevista con Variety.
Hawn se había hecho famosa en Laugh-In, interpretando a una despistada y adorable bailarina, cubierta de pintura corporal y entregada al humor ácido de la época. Pero Cactus Flower cambió su rumbo, abriéndole paso a una carrera que incluirá clásicos como ‘Private Benjamin’, ‘Overboard’, ‘Foul Play’ y ‘The First Wives Club’.
La fórmula perfecta: comedia con corazón
A lo largo de los años 70 y 80, Goldie Hawn desafió el arquetipo de rubia superficial. En ‘Private Benjamin’ (1980), una comedia que también produjo, encarnó a una mujer mimada que, tras quedarse viuda en su noche de bodas, se une al ejército en busca de un propósito. La película fue un fenómeno de taquilla y le valió una segunda nominación al Óscar. Su don era evidente: reinterpretar el estereotipo de ‘rubia tonta’ que, tras una capa de ingenuidad, esconde determinación, inteligencia y una honestidad emocional poco común.
En ‘Overboard’ (1987), junto a su pareja Kurt Russell, o en la irreverente ‘Death Becomes Her’ (1992), Hawn brilló creando papeles con su emblemática firma donde a la combinación de belleza, humor e inteligencia se sumaba el magnetismo que en pantalla tenía su risa burlona.
Su estilo también evolucionó con los tiempos. Si en los 60 fue una auténtica ‘flower girl’, con vestidos baby doll y cortes pixie, en los 70 encarnó el glamour disco de Studio 54 con túnicas vaporosas. Los 80 la vieron transformarse en una diva del Hollywood más sofisticado derrochando hombreras y una figura que parecía esculpida para la alfombra roja. Hoy, su influencia estilística se refleja también en su hija, la actriz Kate Hudson, quien ha heredado su estética boho-chic y su aura despreocupada.
Una diva con los pies en la tierra
Más allá del cine y la moda, Hawn ha enfocado su madurez en el bienestar de las nuevas generaciones. En 2003 fundó la Hawn Foundation, y desde entonces ha promovido el programa MindUP, que enseña atención y educación emocional a más de 400,000 niños alrededor del mundo. En tiempos de ansiedad y redes sociales, su apuesta por el mindfulness en la infancia se considera visionaria y profundamente transformadora.
También ha mantenido un firme compromiso con su familia. Con Kurt Russell, su pareja desde hace más de 40 años, ha construido una relación basada en la complicidad y libertad, sin necesidad de pasar por el altar. “No nos consideramos estrellas de cine. Ni Kurt ni yo caminamos por la vida pensando en eso”, ha dicho en varias entrevistas. Madre de tres hijos y abuela amorosa, Goldie siempre ha priorizado su hogar por encima de la fama. En la ceremonia del Óscar de 1989, Goldie y Kurt protagonizaron un divertido momento en el escenario cuando insinuaron que iban a casarse antes de entregar el premio a Mejor Director. Fue una improvisación total, ideada en la ducha horas antes del evento.
Ese espíritu libre y desenfadado les ha acompañado siempre. Pero no todo ha sido brillo. Hawn vivió los sinsabores de la industria cuando Harvey Weinstein saboteó su versión cinematográfica de “Chicago”, en la que iba a interpretar a Velma Kelly junto a Madonna. “Él está recibiendo su karma”, dijo sin rodeos años después, al conocer la condena del productor por abuso.
Hoy, a sus casi 80 años, Goldie Hawn sigue inspirando desde su perfil de Instagram, donde acumula 3,8 millones de seguidores. Durante la pandemia, sus videos bailando con humor y frescura se hicieron virales, y su mensaje positivo tocó a nuevas generaciones que quizás no conocían su legado cinematográfico, pero sí conectaban con su autenticidad.
Recientemente celebró sus 40 años con Russell con un viaje romántico a Nueva York. Y aunque ha estado retirada del cine durante algún tiempo, no descarta volver: “Si llega el papel adecuado, ahí estaré”, ha dicho. Porque, incluso en el crepúsculo de su carrera, Goldie no ha perdido la chispa que la hizo inolvidable. Hawn es una diva en el mejor sentido: no por su estatus, sino por su capacidad de reinventarse, de trascender y de iluminar sin necesidad de ser el centro del universo. Como dice en sus redes. “Yo he tenido mucha suerte”.
En un Hollywood que suele ser cruel con las mujeres que envejecen, ella ha elegido mantenerse fiel a sí misma, alejada del ruido y más vigente que nunca.