El escritor que nadie recuerda y murió sin saber que había cambiado la historia de la literatura

La trágica historia del escritor norteamericano que murió creyéndose un fracasado sin saber que había cambiado la historia de la literatura

Ignatius J. Reilly - Cultura
Una ilustración de Ignatius J. Reilly, el protagonista de 'La conjura de los necios'.
Anagrama

La historia de John Kennedy Toole es una de esas paradojas crueles que solo la literatura, con su tempo caprichoso y su justicia tardía, puede permitir. Durante años, nadie supo quién era. Ningún editor apostó por él. Y cuando su obra maestra, La conjura de los necios, fue finalmente publicada, el autor ya llevaba años muerto. Había abandonado este mundo convencido de que era un fracasado. Sin saber que su voz cambiaría la historia de la literatura para siempre.

John Kennedy Toole representa al escritor que lucha contra un muro de indiferencia. Aquel que, pese al talento desbordante, no encuentra el oído adecuado. En cada párrafo de su obra hay una mezcla de humor delirante y tragedia soterrada, de sátira feroz y ternura melancólica. Pero nadie lo quiso ver cuando él estaba vivo. Esa es la parte más desgarradora: que el autor murió sin saber que había triunfado.

Un escritor adelantado a su tiempo

John Kennedy Toole nació en Nueva Orleans en 1937. Desde muy joven demostró un talento descomunal para la escritura, la observación y la ironía. Escribió La conjura de los necios en los años sesenta, influenciado por su ciudad natal, por el absurdo cotidiano y por una sensibilidad que combinaba el ingenio de Mark Twain con la sátira de Jonathan Swift.

Pero cuando trató de publicar la novela, se topó con un muro. Las editoriales la rechazaban una tras otra. Especialmente dolorosa fue su relación con Robert Gottlieb, editor de Simon & Schuster, quien elogió la novela pero la calificó de “carente de trama”. Toole se hundió. Su obra no solo era ignorada, sino incomprendida. Su salud mental, ya frágil, se quebró.

John Kennedy Toole - Cultura
Una caricatura del escritor John Kennedy Toole.
Wikipedia

En 1969, John Kennedy Toole se quitó la vida. Tenía solo 31 años. Murió convencido de que su novela no valía nada. Que había fracasado como escritor.

La lucha de una madre contra el olvido

La historia de John Kennedy Toole habría quedado sepultada de no ser por Thelma Toole, su madre. Con una determinación feroz, casi mística, Thelma recogió el manuscrito de su hijo y empezó una cruzada personal para lograr que alguien lo leyera. Años después, convenció al escritor Walker Percy —premio National Book Award— de que leyera el texto.

Percy no solo lo leyó: quedó deslumbrado. Afirmó que, al principio, abrió el manuscrito por compromiso. Pero pronto se vio atrapado por un estilo único, por un personaje inolvidable —Ignatius J. Reilly— y por una prosa capaz de combinar lo grotesco y lo sublime. La conjura de los necios se publicó en 1980.

La conjura de los necios - John Kennedy Toole
Portada de la novela ‘La conjura de los necios’, de John Kennedy Toole.
Anagrama

John Kennedy Toole no pudo verlo, pero su novela ganó el Premio Pulitzer al año siguiente. Y lo más importante: se convirtió en un fenómeno literario, en una obra de culto que revelaba una mirada profundamente original sobre la miseria, el absurdo, la belleza y el patetismo de la vida moderna.

Un clásico que nació de la desesperación

Lo que hace de La conjura de los necios una obra tan especial es su capacidad para reírse del mundo sin dejar de amarlo. Ignatius J. Reilly, el protagonista, es un personaje grotesco, medievalista, grandilocuente y absolutamente fuera de lugar en la América del siglo XX. A través de él, John Kennedy Toole construye una sátira demoledora del capitalismo, de la moral tradicional, de la estupidez institucional y de la alienación contemporánea.

Pero detrás de ese humor estrafalario hay una tristeza profunda. Como si John Kennedy Toole hubiera escrito su novela no para burlarse del mundo, sino para gritar que también él se sentía expulsado de él. En cada página se percibe la angustia de quien no encuentra su lugar. Por eso, leer hoy a este autor es leer a un hombre que vivió en los márgenes. Que murió en la periferia. Y que, sin embargo, logró escribir una obra central en la literatura del siglo XX.

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