La lucha contra el racismo de la “Diva del Jazz”

La vida de Ella Fitzgerald, la conocida como "Diva del Jazz", es un extraordinario relato desde sus orígenes hasta su leyenda musical

Ella Fitzgerald - Cultura
Ella Fitzgerald durante un concierto clásico (Archivo)

Ella Fitzgerald, conocida cariñosamente como “La Primera Dama de la Canción”, ostenta un lugar privilegiado en el panteón del jazz. Su inigualable voz, caracterizada por una claridad impecable, un alcance impresionante y la capacidad de interpretar desde las más emocionantes baladas hasta las piezas de scat más complejas, la elevó al estatus de leyenda.

Orígenes y primeros años

Ella Fitzgerald nació el 25 de abril de 1917 en Newport News (Virginia). Lo hizo en el seno de una familia que poco tiempo después buscaría mejores horizontes en Yonkers (Nueva York). Los primeros años de Ella estuvieron marcados por la música. Su amor por el baile y el canto se manifestó desde muy joven, inspirada por ídolos de la época como Louis Armstrong y Bing Crosby. A pesar de las dificultades económicas y personales, la música se convirtió en su refugio y en la fuerza motriz de su vida.

Tras la muerte de su madre en 1932, la vida de Ella Fitzgerald tomó un rumbo complicado. Se enfrentó a ciertas adversidades, incluida una temporada en un orfanato y su huida del mismo, que la llevó a vivir en las calles durante un tiempo. Sin embargo, estos desafíos no hicieron más que forjar en ella una resistencia que se reflejaría en cada nota que cantaría en el futuro.

La oportunidad de su vida llegó de manera inesperada en 1934, durante una noche de aficionados en el famoso Teatro Apollo de Harlem. En un principio, Ella Fitzgerald solo tenía pensado bailar aquella noche. Sin embargo, impulsada por el temor al acto de baile que la precedió y su admiración por la cantante Connee Boswell, optó por cantar. Su interpretación de “Judy” y “The Object of My Affection” cautivó al público y a los jueces. Ganó la competencia y llamó  la atención de quienes serían sus primeros mentores en el mundo del jazz.

Este triunfo significó el inicio de su carrera profesional. Aunque los primeros años no estuvieron exentos de dificultades, su innegable talento finalmente la llevó a ser descubierta por Chick Webb, líder de una de las bandas de swing más populares de la época. Webb, al principio escéptico por la juventud y la apariencia tímida de Fitzgerald, pronto quedó impresionado por su extraordinaria voz y su habilidad para interpretar las canciones con una emoción genuina y una técnica impecable.

Ella Fitzgerald se unió a la orquesta de Chick Webb en 1935. Esto supuso el verdadero comienzo de su ascenso a la fama. Con Webb, grabó varios éxitos, incluido “A-Tisket, A-Tasket” en 1938, que se convirtió en un éxito nacional y lanzó a Fitzgerald al estrellato. La colaboración entre Fitzgerald y Webb, hasta la muerte de este último en 1939, fue fundamental para su desarrollo artístico. Y estableció su reputación como una de las voces más prometedoras del jazz.

El ascenso a la fama de Ella Fitzgerald

Ella Fitzgerald y Marilyn Monroe - Cultura

Ella Fitzgerald y Marilyn Monroe durante un evento público (Ultimate Symbol Publishers)

La trayectoria de Ella Fitzgerald experimentó un ascenso vertiginoso tras su incorporación a la orquesta de Chick Webb. A través de esta colaboración, se consolidó como una cantante de jazz de renombre y se ganó el afecto y la admiración del público americano. La muerte de Webb en 1939 fue un momento crucial para Fitzgerald. Ella asumió la dirección de la banda durante un tiempo, probando su habilidad tanto en el canto como en el liderazgo musical.

El éxito de “A-Tisket, A-Tasket” marcó el inicio de una serie de grabaciones exitosas para Ella Fitzgerald. Esta canción, que se convirtió en un fenómeno nacional, fue solo el comienzo de una carrera repleta de éxitos. Su habilidad para interpretar tanto baladas melancólicas como números de swing enérgico la estableció como una artista versátil. Un artista capaz de capturar la esencia del jazz y el espíritu de la época.

En la década de 1940, Ella Fitzgerald comenzó a explorar nuevos territorios musicales, incluyendo el bebop, un estilo que entonces estaba emergiendo como una nueva expresión dentro del jazz. Su capacidad para adaptarse e innovar se evidenció en sesiones de improvisación vocal conocidas como scat, donde su voz se convirtió en un instrumento más, capaz de improvisar líneas melódicas complejas con una facilidad asombrosa.

La carrera de Ella Fitzgerald tomó un nuevo impulso colaborando con algunas de las grandes orquestas y músicos de la época. Trabajó con las bandas de Duke Ellington y Count Basie, entre muchos otros. Y su capacidad para fusionarse armoniosamente con grandes conjuntos y destacar al mismo tiempo como solista reforzó su estatus como una de las grandes voces del jazz.

Fue durante este periodo cuando Ella Fitzgerald también inició una fructífera colaboración con Norman Granz, fundador de los conciertos Jazz at the Philharmonic y del sello discográfico Verve. Granz se convirtió en su mánager y contribuyó significativamente a expandir su carrera, organizando giras internacionales y produciendo algunos de sus álbumes más aclamados.

La habilidad de Ella Fitzgerald para interpretar con maestría un amplio repertorio, desde el swing hasta el pop, pasando por el blues y el jazz, la convirtió en una artista aclamda tanto por el público como por la crítica. Ganó su primer Grammy en 1958, el año inaugural de estos premios. Y continuó recibiendo numerosos galardones a lo largo de su carrera, consolidando su lugar en la historia de la música.

La década de 1950 y principios de la de 1960 se consideran el periodo de madurez artística de Ella Fitzgerald, durante el cual lanzó una serie de álbumes temáticos dedicados a los compositores de la Great American Songbook. Estos trabajos demostraron su versatilidad y profundidad como intérprete sino que también contribuyeron a preservar y celebrar el legado de la música americana.

Madurez artística y experimentación

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La madurez artística de Ella Fitzgerald se caracterizó por una profunda experimentación y una incansable búsqueda de la perfección vocal. Elementos que cimentaron su estatus como una de las voces más influyentes y respetadas en el mundo del jazz y más allá. Durante este período, consolidó su técnica vocal y se aventuró en proyectos que desafiaron las convenciones y expandieron las fronteras de la música popular.

La serie de álbumes dedicados a los compositores de la Great American Songbook, conocida como los “Song Books” de Ella Fitzgerald, marcó un hito en su carrera y en la historia de la música popular del siglo XX. Con dedicaciones a luminarias como Cole Porter, Rodgers & Hart, Duke Ellington, Irving Berlin, George e Ira Gershwin, entre otros, estos álbumes rindieron homenaje a los gigantes de la música americana y ofrecieron interpretaciones que se consideran definitivas de muchos estándares clásicos.

Este proyecto monumental destacó por su ambición y por la capacidad de Ella Fitzgerald para inyectar nueva vida y profundidad emocional a canciones ampliamente conocidas. Demostró su extraordinaria versatilidad y su sensibilidad interpretativa. Su interpretación impecable y su habilidad para navegar entre diferentes estilos y géneros con facilidad la establecieron como una maestra de la canción.

Ella Fitzgerald también se distinguió por su maestría en el scat. Pero ¿qué es esto? Básicamente, una técnica de improvisación vocal en la que las palabras se sustituyen por sílabas sin sentido y sonidos imitativos de instrumentos. Esto le permitió explorar la música con una libertad sin precedentes. Su habilidad para improvisar líneas melódicas complejas y su impecable sentido del ritmo y la melodía la convirtieron en una pionera del género. Eso elevó el scat a nuevas alturas artísticas. Nadie había hecho nada semejante antes.

Las sesiones de improvisación en las que participó, tanto en grabaciones como en actuaciones en vivo, demostraron su habilidad innata para comunicarse musicalmente con otros músicos, respondiendo y complementando sus frases instrumentales con una precisión y una alegría contagiosas. Esta interacción sin esfuerzo con los músicos, ya fueran pequeños combos o grandes orquestas, reveló la profunda comprensión musical de Ella Fitzgerald y su respeto por el diálogo creativo dentro del jazz.

La contribución de Ella Fitzgerald a la música fue ampliamente reconocida en su momento. Acumuló premios y distinciones, incluyendo varios Grammy a lo largo de su carrera. Su impacto trascendió el ámbito del jazz, influenciando a músicos de todos los géneros y ganándose el respeto y la admiración de sus pares, críticos y un público diverso a lo largo y ancho de todo el mundo.

Luchas personales y profesionales de Ella Fitzgerald

Fotografía de Ella Fitzgerald - Cultura

Un retrato de Ella Fitzgerald (Archivo)

A lo largo de su carrera, Ella Fitzgerald se enfrentó a numerosos desafíos tanto en su vida personal como profesional. A pesar de su éxito y reconocimiento internacional, tuvo que navegar por las aguas turbulentas de una industria y una sociedad que a menudo eran inhóspitas para una mujer afroamericana. La dignidad con las que manejó estas dificultades se convirtieron en una fuente de inspiración para muchos.

En una época marcada por la segregación racial, Ella Fitzgerald y sus compañeros músicos afroamericanos a menudo se enfrentaban a discriminación en gira. Los clubes de jazz de la era no estaban exentos de las leyes y actitudes racistas predominantes en Estados Unidos. Fitzgerald, con la ayuda de amigos y colaboradores como Marilyn Monroe, quien usó su influencia para que Fitzgerald actuara en clubes exclusivos, luchó contra estas barreras, abriendo caminos para los artistas afroamericanos en lugares previamente inaccesibles.

La industria de la música, dominada por hombres, presentaba sus propios desafíos. A pesar de estos obstáculos, Ella Fitzgerald mantuvo un enfoque firme en su arte. Evitó controversias y centró toda su vida en la música. Su relación profesional con Norman Granz, que fue fundamental para su éxito internacional, también le ofreció protección contra algunos de los aspectos más explotadores del negocio de la música.

La vida personal de Ella Fitzgerald fue compleja. A menudo, estuvo marcada por la soledad. Se casó dos veces, pero ambos matrimonios terminaron en divorcio. A pesar de ser madre, su dedicación a la música y las demandas de su carrera la mantuvieron alejada de su hijo adoptivo. Estas separaciones y pérdidas personales añadieron una capa de melancolía a su vida. Una melancolía que a veces se filtraba en sus interpretaciones, dándoles una profundidad emocional aún mayor.

En sus últimos años, la salud de Ella Fitzgerald comenzó a declinar. Luchó contra la diabetes, lo que eventualmente condujo a la amputación de ambas piernas. Pese a sus problemas de salud, continuó actuando hasta poco antes de su muerte en 1996. Siempre demostró una dedicación inquebrantable a su arte. Su legado habla por sí solo.

Legado y relevancia contemporánea

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El legado de Ella Fitzgerald perdura en la actualidad. Va más allá de las barreras del tiempo y el género musical. A más de dos décadas de su fallecimiento, Fitzgerald permanece como una figura icónica en el mundo del jazz. Una verdadera testigo de la resistencia del espíritu humano y del poder transformador de la música.

La influencia de Ella Fitzgerald en las generaciones de músicos que la siguieron es indiscutible. Artistas de jazz contemporáneos, cantantes de pop, músicos de R&B y otros muchos la han citado como una fuente de inspiración y un modelo a seguir. Su técnica vocal impecable, su capacidad para interpretar emocionalmente una canción y su maestría en el scat siguen siendo referentes para los estudiantes de música y los artistas profesionales por igual.

Ella Fitzgerald ha sido objeto de numerosos honores y premios póstumos, incluido su ingreso en el National Women’s Hall of Fame y la concesión de la Medalla Nacional de las Artes. Estos reconocimientos simbolizan tanto su contribución a la música como su papel de pionera que abrió camino para las mujeres y los artistas afroamericanos en la industria del entretenimiento.

El legado musical de Ella Fitzgerald se conserva y celebra a través de reediciones de sus grabaciones, tributos y documentales que exploran su vida y su obra. Instituciones como la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos han reconocido sus grabaciones como culturalmente significativas. Las preservan para las generaciones futuras. Además, la “Fundación Ella Fitzgerald”, establecida en su honor, continúa su legado a través del apoyo a la educación musical y la ayuda a los necesitados. Refleja su compromiso de toda la vida con la filantropía.

Ella Fitzgerald sigue siendo una figura atemporal. Su música trasciende las modas y las tendencias. En un mundo en constante cambio como en el que vivimos actualmente, sus grabaciones ofrecen un recordatorio de la belleza eterna del jazz y de la capacidad del arte para hacer vibrar el alma humana. Su historia sigue inspirando a aquellos que luchan contra las adversidades. Es un testimonio del poder de la perseverancia y del talento artístico.

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