Hay proyectos que llegan tarde, pero llegan. El beso de la mujer araña, la nueva adaptación de la obra de Manuel Puig (1976) dirigida por Bill Condon, es uno de ellos para Jennifer Lopez. Basada en la película de Héctor Babenco (1985) y en el musical de Broadway (1993), esta versión de 2025 no sólo revive una historia que en su tiempo rompió moldes, sino que la reinventa para hablarle a un mundo distinto, pero igualmente necesitado de reflexión y empatía. En el corazón encontramos a Lopez, quien, a sus 56 años, debuta en el género musical cinematográfico, cumpliendo uno de los sueños de toda su vida.
Desde niña, en su pequeño hogar del Bronx, Jennifer Lopez veía West Side Story en televisión y comprendía que allí estaba su destino. Los colores, las canciones, la danza y la fuerza de sus protagonistas latinas encendieron una chispa que nunca se apagó. Esa niña soñadora se convirtió en estrella mundial, guardando siempre el anhelo que se le resistía de interpretar un musical en el cine. Audicionó para Evita, Chicago y Nine. Estuvo muy cerca, pero la oportunidad se resistió. Hasta ahora. “He esperado mucho tiempo para interpretar un musical porque simplemente no era el momento. Pero ahora sí lo es”, dijo la actriz con emoción en la presentación de su nuevo filme.

La trama de El beso de la mujer araña es un canto a la supervivencia de la imaginación. Luis Molina (Tonatiuh), un escapista que sobrevive en una cárcel argentina durante la dictadura, evade el dolor recreando en su mente las películas de su diva favorita, Ingrid Luna, interpretada por Jennifer Lopez. Allí, en la celda que comparte con Valentín (Diego Luna), un militante político, surge una amistad que se transforma en una conexión íntima, mientras Ingrid encarna el deseo y la posibilidad de soñar.
Ingrid Luna es más que un personaje dentro de la ficción. Es una metáfora del poder del cine. Molina la imagina como una mujer fatal capaz de matar con un beso, una musa de belleza imposible que representa lo que él mismo quisiera ser. Lopez, que creció adorando a iconos como Rita Hayworth y Barbra Streisand, reconoce que Ingrid es una síntesis de esas estrellas más grandes que la vida. “Hacer esos números musicales fue alucinante y por un momento me he sentido como si fuera uno de mis ídolos de cuando era niña”, confesó.

La película dialoga con sus predecesoras. La versión de 1985 se centraba en la crudeza del encierro, casi sin espacio para la fantasía. La obra de Broadway apostaba por la teatralidad y la música como motor. Bill Condon, en cambio, juega con ambas dimensiones. Esta osadía exigió a Jennifer Lopez concentración absoluta. “Condon me dijo que no habría coberturas, que todo debía salir en una sola toma. Fue un hermoso desafío.”
El papel también tiene un peso político innegable. Jennifer Lopez lo dijo con claridad en el teatro del Sindicato de Directores donde fuimos a hablar con ella. “Sentí que era una historia muy relevante hoy en día. Hay tanta animadversión contra la comunidad gay que quería mostrar que el amor es solo amor y que las personas son simplemente personas.” Ingrid, como un fantasma glamoroso, es el recordatorio de que la belleza puede ser un arma contra la intolerancia. En tiempos en los que resurgen los discursos de odio, su interpretación se vuelve una declaración de intenciones.
Bill Condon, maestro del género musical (Chicago, Dreamgirls), apuesta por un tono más sobrio que Jennifer Lopez asumió ensayando sin descanso con la certeza de que estaba viviendo lo que siempre deseó. “Pusimos nuestro corazón y nuestra alma, ensayamos como locos en el tiempo que tuvimos, y fue algo hermoso interpretar estos temas”. El casting de Diego Luna y Tonatiuh es, además, un gesto de representación necesario. Dos hombres latinos, interpretando una historia queer, en el centro de un musical de Hollywood. Jennifer Lopez , como Ingrid, une la fantasía con realidad, la memoria de Hollywood con la memoria latinoamericana.
El hecho de que esta tríada protagonice la película envía un mensaje poderoso sobre diversidad y visibilidad. Jennifer Lopez lo resume en una frase que conmueve. “Nunca en mi vida había sentido que había nacido para interpretar un papel hasta que llegó este.” Su afirmación es más que una victoria personal. Se trata de una lección de vida sobre paciencia, perseverancia y destino. Nos dice que los sueños, aunque se retrasen, llegan, y cuando lo hacen iluminan más de lo que esperábamos.
El beso de la mujer araña no es solo una película musical. Es un espejo de nuestra época, un homenaje a la imaginación y un recordatorio de que el amor sigue siendo nuestra única certeza. En un mundo dividido, esta historia nos invita a cantar, a soñar y a creer que incluso en la oscuridad más profunda, siempre hay una luz.

Jennifer, este es tu primer musical para cine…
Sí. Por sorprendente que sea, este es mi primer musical. Mi primera introducción a la historia fue el guion que me envió Bill Condon. No había visto el musical, ni la película, ni había leído la novela. Recuerdo estar sentada en la cama, enloqueciendo con la historia. Llamé a mi agente y le pregunté: “¿Esto es para mí, verdad?”. Nunca en mi vida había sentido que había nacido para interpretar un papel, pero ahora estoy convencida que he nacido para hacer este filme.
¿Habías tenido experiencias cercanas al género musical antes?
Nunca me habían ofrecido un musical. Recuerdo haber hecho una audición para Evita, para Alan Parker. Preparé las canciones, canté para él y me dijo: “Eres increíble, pero ¿sabes que Madonna ya tiene el papel?”, Este es el primer musical que me ofrecen y no puedo estar más feliz de que sea este.
¿Por qué sentiste una conexión tan personal con esta historia?
Me conmovió mucho la historia de Valentín y Molina, y sentí que era tan relevante que conecté. Hay tanta animadversión contra la comunidad gay que yo quería mostrar que el amor es solo amor y que la gente es simplemente gente. Para mí esta historia resonó muy profundamente por mi propia vida, por mis propios hijos, así que asumí su interpretación de inmediato.

¿Cómo fueron las exigencias musicales durante el rodaje?
Bill Condon me dijo que los números musicales se filmarían en una sola toma. Y yo dije: “¿Haremos alguna cobertura?”, y me contestó: “No, ninguna”. Y yo pensé: “¡Maldición! Entonces más vale que lo haga bien”. Me preocupaba porque normalmente a mitad de la toma todo va perfecto pero de pronto tropiezas con tu vestido o lo que sea, y tienes que empezar de nuevo. Fue un reto. Un enorme desafío contra los elementos porque esta era una película independiente donde el tiempo, la preparación, el presupuesto, todo, era limitado para nosotros.
A pesar de todo, ¿lo disfrutaste?
Puse mi corazón y mi alma en este filme. Ensayamos como locos en el tiempo que tuvimos, y fue algo hermoso. Y de nuevo, quiero recordar que estoy viviendo uno de mis sueños de la infancia.


