Bulo en las redes

“La carga” que no existe: la escultura viral atribuida a Jaume Plensa y la conversación (muy real) sobre el peso doméstico de las mujeres

Un vídeo en redes hizo correr la voz: en la calle Princesa, junto a Via Laietana, habría una obra de Jaume Plensa que mostraba a una mujer sosteniendo enseres del hogar con niños colgados de su falda. No hay rastro de esa pieza en ningún catálogo oficial

El escultor Jaume Plensa, en una conferencia que realizó en el la Fundación Telefónica
El escultor Jaume Plensa, en una conferencia que realizó en el la Fundación Telefónica

En los últimos días se ha viralizado en Instagram un vídeo que señala la existencia en Barcelona de una escultura de Jaume Plensa —titulada indistintamente “El esfuerzo” o “La carga”, ubicada en la confluencia de la calle Princesa con Via Laietana. La pieza mostraría a una mujer soportando bultos domésticos mientras unas criaturas se aferran a su cuerpo: una metáfora, dicen, del peso del trabajo de cuidados y la gran carga doméstica que soportan las mujeres, muchas veces invisible (e invisibilizada).

El problema es que, más allá del clip, no hay ninguna confirmación fiable de que tal obra exista ni de que sea de Jaume Plensa. No aparece en los registros municipales ni en el historial público de instalaciones urbanas del artista; tampoco en informaciones de referencia sobre sus obras en Barcelona. La única escultura estable de Plensa en el centro histórico es Carmela, el célebre rostro en hierro fundido instalado junto al Palau de la Música, cuya cesión a la ciudad se prorrogó ocho años más en 2024.

La supuesta escultura atribuida a Jaume Plensa y titulada 'El esfuerzo' o 'La carga'
La supuesta escultura atribuida a Jaume Plensa y titulada ‘El esfuerzo’ o ‘La carga’

Que una imagen dudosa haya prendido así no es un accidente: habla de una necesidad social. La escena que el vídeo propone (una mujer literalmente cargando con la casa a cuestas) condensa, con crudeza, una discusión que cruza feminismo, economía y vida cotidiana: la “carga mental” de las mujeres, concepto formulado en los años 80 por la socióloga Monique Haicault y popularizado masivamente por el cómic Fallait demander (“Tendrías que haberlo pedido”) de la autora Emma, que puso palabras y viñetas a la gestión invisible y permanente del hogar y los cuidados.

La potencia simbólica de la supuesta escultura está ahí: una alegoría inequívoca, fácil de compartir, que da cuerpo a lo que tantas han descrito como estar “con tres listas abiertas en la cabeza” mientras el mundo les exige sonreír. En términos de cultura visual, no es casual que la pieza falsa se atribuya a Plensa: su obra pública —cabezas quietas, ojos cerrados, epidermis hechas de letras— ha colonizado plazas y parques con una gramática de silencio, interioridad y cuidado que la ciudadanía reconoce al instante. Pero precisamente por eso conviene recordar los hechos: Jaume Plensa no ha firmado ninguna “La carga” en Princesa/Via Laietana; su presencia urbana en Barcelona es otra, y está documentada.

La confusión, sin embargo, sirve de espejo. Barcelona, como tantas ciudades, acumula monumentos a próceres, gestas militares o efemérides industriales, mientras la economía del cuidado —que sostiene la vida— apenas aparece en el bronce. Que un bulo prospere indica un hueco iconográfico: falta obra pública que nombre y dignifique esa mitad del trabajo social. Y sí, el debate no va solo de esculturas; va de presupuestos, de corresponsabilidad real, de escuelas infantiles y horarios posibles. Pero las ciudades también se educan por lo que deciden mirar.

Si algo enseña la recepción de Carmela, convertida en fetiche ciudadano tras una campaña que recogió miles de firmas para mantenerla en su emplazamiento, es que la gente se apropia de las imágenes que le hablan —de la calma, del cuidado, de una femineidad no sexualizada que ocupa el espacio común con serenidad monumental—. Esa experiencia, documentada por la prensa cuando se anunció la prórroga de la cesión de la obra, demuestra que el arte público puede activar conversaciones hondas y persistentes.

'Carmela', la escultura de Jaume Plensa en Barcelona
‘Carmela’, la escultura de Jaume Plensa en Barcelona

Desde una perspectiva feminista, la polémica deja apuntes útiles: por un lado, las redes aceleran el anhelo de justicia simbólica (¡por fin una escultura sobre la carga doméstica!) y, a la vez, erosionan los filtros. Antes de compartir, toca comprobar. No hacerlo desarma la causa que se intenta defender y regala munición a quien banaliza el debate. El propio vídeo viral se apoya en la autoridad del nombre “Plensa” para ganar credibilidad; pero la autoridad, en cultura como en ciencia, se demuestra, no se invoca.

La iconografía clásica ha romantizado a la mujer como ángel del hogar que todo lo soporta. La imagen de “La carga” (sea cual sea su autoría real) solo es emancipadora si va acompañada de una lectura crítica: no queremos santificar el aguante, sino repartir el peso. De lo contrario, convertimos en estatua perpetua la desigualdad que pretendemos combatir.

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