Cuando Stephen King arrojó a la papelera las primeras páginas de Carrie, no sospechaba que estaba desechando el germen de una obra que cambiaría para siempre la literatura de terror. Aquel manuscrito, breve y fragmentario, fue rescatado por su esposa, Tabitha, quien lo animó a continuar.
Lo que siguió fue un camino tortuoso. Carrie fue rechazada por más de treinta editoriales antes de que Doubleday apostara por ella. Lo que parecía una historia maldita se transformó en una leyenda.
El nacimiento de una pesadilla: ‘Carrie’ como semilla de un imperio
Carrie no fue escrita desde la ambición, sino desde la precariedad. Stephen King, entonces profesor y con trabajos mal remunerados, redactaba en una máquina de escribir prestada en el rincón de una caravana alquilada. La historia de una adolescente con poderes telequinéticos que vive en un infierno doméstico y social no parecía destinada a convertirse en una novela superventas. De hecho, comenzó como un simple relato corto para una revista pulp.

La idea surgió tras una experiencia de King limpiando los vestuarios femeninos de un instituto donde trabajaba como conserje. El descubrimiento de toallas sanitarias en la papelera, los carteles instructivos sobre la menstruación y las sensaciones reprimidas que aquella imagen le provocó fueron el punto de partida. Pero ni siquiera el propio King creía que podía funcionar. De hecho, cuando lo abandonó tras tres páginas, Carrie estaba a punto de no existir.
La mujer detrás de la novela: Tabitha King y la resurrección de la historia
Fue Tabitha, la esposa de Stephen King, quien leyó las páginas del borrador en la basura, las sacó, las leyó y le pidió que siguiera. “Esto tiene algo”, le dijo. Sin esa mirada externa, Carrie nunca habría llegado a los editores. Cuando King la terminó, el periplo editorial fue una sucesión de negativas. Treinta veces dijeron “no”. Treinta cartas, treinta rechazos, treinta portazos. Y sin embargo, el manuscrito resistió.
La editorial Doubleday fue la número treinta y uno. Apostaron por Carrie y ofrecieron a King un adelanto de 2.500 dólares. En paralelo, la venta de los derechos para la edición de bolsillo alcanzó la cifra de 400.000 dólares, de los cuales King se quedó con la mitad. Fue como tocar el cielo desde el fango.
La novela se publicó en 1974. Las cifras iniciales fueron modestas, pero el boca a boca fue imparable. La novela se convirtió en un fenómeno y, con ella, Stephen King emergió como una nueva voz en la literatura norteamericana.

No era solo una historia de terror. El libro exploraba con crudeza temas como el bullying, el fanatismo religioso, el despertar sexual y la rabia contenida de las clases bajas.
El personaje de Carrie White, víctima de un entorno opresivo y de una madre fundamentalista, conectó con miles de lectores. Su venganza fue también una forma de catarsis colectiva. En el fondo, la novela de King hablaba de lo que ocurre cuando el dolor se convierte en fuego. Y ese fuego arrasó las librerías.
La novela fue adaptada al cine apenas dos años después por Brian De Palma, en una película icónica protagonizada por Sissy Spacek y Piper Laurie. El éxito de la cinta multiplicó las ventas del libro. Desde entonces, ha sido reinterpretada varias veces —con mayor o menor acierto—. Pero ninguna versión ha podido igualar la fuerza narrativa de la novela original.