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“Las cosas que perdimos en el fuego”: los cuentos de terror de Mariana Enríquez llegan a los Teatros del Canal

Leonel Schmidt adapta los relatos de la escritora argentina como parte del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid

"Las cosas que perdimos en el fuego": los cuentos de terror de Mariana Enríquez llegan a los Teatros del Canal
"Las cosas que perdimos en el fuego": los cuentos de terror de Mariana Enríquez llegan a los Teatros del Canal
Montaje: kiloycuarto

El periodista, dramaturgo y director brasileño Leonel Schmidt estrena en los Teatros del Canal su obra Las cosas que perdimos en el fuego. El montaje es un adaptación del libro de cuentos homónimo de la escritora argentina Mariana Enríquez, y llega a España tras su estreno en Montevideo en febrero del 2024. Posteriormente, estuvo en una gira por diferentes ciudades de Argentina, y ahora aterriza en Madrid para realizar tres únicas sesiones los días 7, 8 y 9 de noviembre, como parte de la programación del 43 Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid.

Mariana Enríquez se ha convertido por mérito propio en una de las voces hispanas más importantes en cuanto al género de terror literario se refiere. En España se acaba de publicar su novela Cómo desaparecer completamente, escrita originalmente en el año 2004. Con otro de sus trabajos, Nuestra Parte de nochedel año 2019, logró alzarse con el Premio Herralde de novela. El estilo aquí mostrado es probablemente la cúspide de lo que ya mostró en el volumen de cuentos que ahora adapta Schmidt, publicados en 2016. El terror de Enríquez es hacia lo cotidiano, retazos fabulados de una realidad tan dura como cruda: feminicidios, suicidios, infanticidios, abusos de poder… Que mantiene al espectador con las emociones a flor de piel.

Las cosas que perdimos en el fuego

Durante la pandemia, Leonel Schmidt queda impactado cuando lee los relatos contenidos en Las cosas que perdimos en el fuego. Para el dramaturgo brasileño, la conexión con el texto de Enríquez fue visceral. “Desde la lectura del primer cuento estuve convencido de que había algo ahí con lo que mi lenguaje dramático podría dialogar y construir combinaciones muy potentes”. Schmidt quería combinar la narrativa de la argentina con la manifestación viva del teatro, para crear un “algo explosivo”.

Un proceso de adaptación complicado

Teniendo en cuenta el fanatismo que profesa el director hacia Enríquez, el reto de adaptar el terror tan real de la argentina, era mayúsculo. Schmidt cuenta cómo las dudas invadieron al equipo los días previos a estrenar la obra en Montevideo. “Durante los ensayos nos preocupaba no producir ese efecto de inquietud y horror tan habitual en la escritura de Mariana. Éramos capaces de ver el mecanismo del miedo, su engranaje, pero no sabíamos si el efecto sería el deseado“. Sin embargo, sus preocupaciones quedaron en eso. En las primeras representaciones vieron cómo las emociones surgían en los espectadores, incluso siendo en ocasiones “una emoción nueva y distinta a la que generaban los textos y otras era algo muy cercano”. Eso sí, para el autor realmente lo importante es “que lo que está ocurriendo en las tablas atraviese al espectador”.

Las cosas que perdimos en el fuego

Para la obra de teatro se han seleccionado seis de los relatos de la colección original. Schmidt confiesa que su criterio estuvo a caballo entre “el gusto personal y la forma en la que encajaba en la nueva versión”. Además del cuento que pone nombre tanto al recopilatorio original como al montaje, se representan los relatos La hostería, Bajo el agua negra; Verde, rojo, anaranjado; y El patio del vecino.

Para hilar estas historias, Schmidt crea un nuevo personaje, una antropóloga, que teje la conexión entre todas. Poniendo el foco en la naturaleza de las acciones a las que asistimos, este personaje actúa como un trasunto de la propia Mariana Enríquez. Según Schmidt, “las une ese amor por la investigación y la fascinación ante la certeza de que el monstruo, por encima de cualquier cosa, es humano”. Aunque no fue la única referencia que tenía en mente. Hannah Arendt también fue influencia para el personaje, en cuanto a ese estudio de la maldad como algo tan propio del ser humano.

En ese sentido, Schmidt logra que el teatro se convierta en una prolongación natural de la literatura de Mariana Enríquez: un espacio donde el horror no se observa, sino que se comparte. “El monstruo”, como recuerda el propio director, “no está en la oscuridad del escenario, sino en los ojos de quien lo mira”.

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