El libro más esperado

Mariana Enríquez, protagonista de la rentrée literaria

Anagrama rescata 'Bajar es lo peor', la primera novela de la escritora argentina, escrita entre los 17 y los 22 años: una historia de vampiros, drogas y juventud extraviada que anticipa su universo literario

La autora argentina Mariana Enríquez
La autora argentina Mariana Enríquez

La rentrée literaria de este otoño tiene un nombre propio: Mariana Enríquez. La autora argentina, considerada una de las voces fundamentales de la literatura latinoamericana contemporánea, vuelve a primera línea con la reedición de Bajar es lo peor, su debut narrativo, escrito a finales de los noventa y publicado por primera vez en Buenos Aires en 1995. Ahora, casi tres décadas después, la novela reaparece de la mano de Anagrama, convertida en un objeto de culto que permite asomarse a los inicios de una autora que ha conquistado a miles de lectores con títulos como Las cosas que perdimos en el fuego, Nuestra parte de noche o Este es el mar.

La obra, escrita entre los 17 y los 22 años, nació como un gesto de urgencia. Con el desparpajo de quien todavía no conoce límites ni miedos editoriales, Enríquez construyó una historia atravesada por el vampirismo, las drogas, el desarraigo urbano y la música de los noventa. El resultado es un relato donde confluyen ecos de Anne Rice y Bram Stoker, el grunge y la estética oscura de Lou Reed o Iggy Pop, la poesía maldita de Baudelaire y Rimbaud, y la resaca de un Buenos Aires marcado por la precariedad y el desencanto juvenil.

Reedición de 'Bajar es lo peor', debut narrativo de Mariana Enríquez
Reedición de ‘Bajar es lo peor’, debut narrativo de Mariana Enríquez

La trama sigue a tres personajes: Facundo, Narval y Carolina, jóvenes que deambulan entre bares y noches interminables, sumergidos en una atmósfera que oscila entre lo gótico y lo narcótico. En sus páginas conviven vampiros con yonquis, amores febriles con amistades autodestructivas, la mística del rock y la pulsión de muerte. No es extraño que, en su momento, algunos críticos se confundieran y hablaran de “realismo sucio”. Pero Enríquez ya lo aclaró: se trataba de una historia de vampiros, escrita desde la marginalidad y la rebeldía.

El prólogo de la nueva edición subraya esa incomprensión inicial. “Las reseñas decían que era realismo sucio, pero yo había escrito una historia de vampiros”, recuerda la autora. Ese malentendido, más que una anécdota, revela la dificultad de encasillar a una escritora que desde el inicio mezcló lo gótico con lo social, lo fantástico con lo político, y que convirtió las sombras en un lenguaje propio.

Leída hoy, Bajar es lo peor mantiene intacta su energía. Sus excesos juveniles se transforman en huellas de autenticidad, en pruebas de que allí ya estaba latiendo una voz singular. La novela vibra con el ritmo de una generación que descubría el fin de siglo entre la euforia de las drogas y el desencanto de la modernidad tardía. Pero más allá del código de época, lo que sorprende es cómo se anticipan los temas que luego marcarían la carrera de la autora: la violencia estructural, la marginalidad, lo oculto que habita en la vida cotidiana, la obsesión por los cuerpos y las casas como escenarios de horror. En este sentido, la reedición funciona como un mapa en el que se adivina el germen de lo que vendría: el reconocimiento internacional, la pertenencia al llamado “boom del terror latinoamericano”, y la capacidad de llevar el gótico a los márgenes urbanos de Buenos Aires.

La escritora argentina Mariana Enríquez
La escritora argentina Mariana Enríquez

La publicación de Bajar es lo peor también dialoga con un momento cultural específico: el de los años noventa en Argentina. Una época de desencanto político, de auge del neoliberalismo y de explosión de subculturas juveniles que encontraban en la música y en la literatura un espacio de resistencia. La novela captura ese aire de época y lo convierte en una narración donde la precariedad y el deseo conviven como fuerzas opuestas pero inseparables.

Veintisiete años después, la obra resiste la prueba del tiempo. Su relectura invita a comparar el pesimismo creativo de los noventa con el hartazgo actual, marcado por la sobreexposición digital y la pérdida de memoria colectiva. En aquel entonces, la melancolía y la rabia eran motores de creación; hoy, parecen diluirse en un misticismo cínico que reduce la rebeldía a ironía. La reedición, además, refuerza la posición de Mariana Enríquez como figura central de la rentrée literaria. No solo porque devuelve a circulación un libro de culto, sino porque lo hace en un momento en que la autora se encuentra en la cima de su carrera internacional, traducida a decenas de idiomas y celebrada por la crítica. El rescate de su ópera prima permite entender mejor su recorrido: de la chica que escribía entre la adolescencia y la juventud en Buenos Aires a la escritora consagrada que hoy define los límites del terror contemporáneo.

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