Cuando ingresó en las residencias dramáticas del Centro Dramático Nacional, Oriol Puig Grau iba guiado “más por una sensación que por una idea concreta”. Hoy, tras meses de trabajo, muchos ensayos y esfuerzo, se estrena su obra de teatro Dibujo de un zorro herido.
El montaje tiene como protagonista a Ferran, un profesor de infantil que se encuentra con el autorretrato de Daniel Gómez Mengual en una galería de arte. El cuadro fue pintado hace cuatro años y el artista falleció poco después en un accidente de coche. Su vida acabó de golpe y es ahí donde empieza la obsesión de Ferran por su cuerpo. A través de este cuadro, Ferran se siente removido por dentro y comienza un viaje espiritual que le llevará a plantearse la construcción de su propia identidad.
Esos temas de identidad y obsesión son pilares de la obra, con un personaje que se refleja en otro. El autor cuenta que “la entrada del dopplegänger en mi terreno de juego abrió interrogantes sobre identidad y deseo. Las diferencias entre los dos protagonistas se transformaron en un espacio donde explorar qué construye a una persona; que articula cómo mira el mundo y cómo se mira a sí misma“.
Con una trama tan centrada en su personaje y una temática como la identidad, la pieza requería un trabajo de categoría por parte del actor que interpretase le protagónico. Eric Balbàs interpreta a Ferran, pero también a otros 35 personajes. El montaje se trata de un monólogo en el que Balbàs da vida a personajes que el protagonista se encuentra en su camino. “Soy uno y soy multitud. Cuando ensayábamos me daba la sensación de estar actuando en un espacio lleno de voces. Tú exploras una escena desde tu personaje, pero aquí se fragmenta la cabeza y tienes que hacer el switch entre uno y otro muy rápido”, explica el actor.

El proceso de creación
Según afirma Oriol Puig Grau, las influencias que le hicieron llegar a lo que finalmente ha sido la obra son muchas y muy variadas. Desde las canciones ralentizadas de y con reverb de TikTok, que le llevaron a pensar en la concepción del tiempo y cómo se puede estirar y comprimir; hasta los conceptos de ensoñación, nostalgia y soledad. Sin embargo, todo terminó encajando con la novela El talento de Mr. Ripley. “Patricia Highsmith pisó la constelación creativa que me ocupaba. Su Tom Ripley vertebró a mi Ferran y su Dickie Greenleaf, a mi Daniel”.
Para el dramaturgo, en esta novela se encuentran algunas de las preguntas que quiso plasmar en su obra. “Una de las más importantes es quiénes somos: qué parte de nosotros está construida por nuestra experiencia vital y qué parte es esencial. De ahí viene también la decisión de que el protagonista sea un profesor de infantil y esté en contacto con niñas y niños de 5 años, que están en ese proceso.”, declara.

El propio montaje de la obra también responde a estas inquietudes. Si bien es cierto que la obra cuenta con muchos escenarios, cobra especial relevancia el entorno escolar en el que trabaja y se mueve el protagonista. Este es un espacio realista, cotidiano, porque necesitaba este marco tan auténtico para contrastarlo con los momentos y situaciones más oníricas del texto. “La escenografía es una sala de profesores, que no deja de ser un espacio un poco impersonal. Es un espacio de paso, pero con toques de infancia”.
Para Oriol Puig Grau la escenografía (obra de Mónica Boromello), la iluminación (trabajo de Marc Salicrú), el sonido y música (de Fernando Epelde) y el vestuario (del que se encarga Ana López Cobos), eran muy importantes para acompañar a Eric. El autor dice haber tenido la sensación mientras escribía de que “era muy nostálgica y a cámara lenta”, y de que se dio cuenta al empezar a dirigirla de que necesitaría un gran trabajo en estos aspectos.
Dibujo de un zorro herido, producida por el Centro Dramático Nacional, podrá verse del 17 de octubre al 16 de noviembre en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero.