El colectivo catalán Las Huecas estrena el 10 de octubre Risa Caníbal, su quinta obra de teatro original. Desde su formación en 2016 siempre han tenido una gran preocupación por tratar los grandes temas que afectan y han afectado al mundo a lo largo de estos años. En sus primeras obras hablaban sobre el cuidado a la infancia, la privatización de la muerte, la amistad… Esta vez, es el turno del mal como temática principal.
Riure Caníbal (su título en catalán) se sitúa en primer lugar en un teatro y después en una plausible y precaria sala de espera de una convención de líderes de la ultraderecha. En esta especie de no lugar, los personajes, sujetos a sus propias escenificaciones, narraciones y performatividades, se verán conducidos al ridículo, al delirio y finalmente, a su propia autodestrucción. La obra mezcla comedia, thriller, terror psicológico, y lógicamente, sátira.

Para las integrantes del colectivo, Julia Barbany, Núria Corominas y Andrea Pellejero, el mal de la extrema derecha y la risa combinan muy bien. Según dicen, “los políticos tienen algo de bufonesco, por sus chascarrillos, sus formas y sus performances.” Medio en broma, medio en serio, declaran que “es una usurpación laboral que no podemos tolerar, y vamos a restituir el orden de las cosas”.
Su reto como creadoras no ha sido fácil. Para ellas era muy importante encontrar un equilibrio para ridiculizar a estos personajes, pero al mismo tiempo, no banalizar su maldad. Mientras hacían la obra, tenían muy presente la importancia de mantener un tono adecuado para parodiar a unas figuras que ya parecen paródicas de por sí.
Forma y fondo
En la génesis de la obra han colaborado Sofía Asencio y Judit Martín en un modelo de creación colectiva, donde todas dirigen y actúan, dando rienda suelta a su creatividad y formando sinergias entre todas y construyendo la obra juntas. Esto incluye también la iluminación, el sonido o el diseño escénico, que piensan de forma conjunta con los ensayos.

En Risa Caníbal esto es fundamental. Explican que para ellas el teatro no tiene que ser una semblanza de la realidad, sino una forma de posibilidades. Así, mezclan muchos elementos e influencias, como pueden ser el absurdo, las artes vivas contemporáneas con su empleo de la corporalidad y la creación de una existencia abierta, el diseño escénico como un “no espacio”, con elementos mínimos, pero viajando a otras estéticas o personajes ficcionados y arquetípicos.
Según declaran, en esta obra es en la que más se han sentido autoras más allá de intérpretes: “de alguna forma nuestro papel está en mirar la pieza nosotras mismas”. Las artistas querían evitar cualquier tipo de identificación o catarsis del público con estos personajes, pero también con ellas mismas. También resaltan que no buscaban la referencia directa a políticos concretos, aunque el espectador probablemente podrá reconocer rasgos de personajes, no les interesaba tanto el desarrollo psicológico de sus personajes.
La obra podrá verse en el teatro Valle-Inclán desde el 10 de octubre hasta el 9 de noviembre.