Pocas películas han mantenido tan viva la fascinación por el futuro digital como Tron: Ares. Más de una década después de Tron: Legacy, Disney revive su universo de neones, códigos y dilemas existenciales con una propuesta visualmente deslumbrante y emocionalmente más ambiciosa. Dirigida por Joachim Rønning (Piratas del Caribe: La venganza de Salazar), la cinta marca el regreso de una de las sagas más influyentes en la ciencia ficción moderna. Pero, ¿qué puede esperar realmente el espectador?
Sinopsis de ‘Tron: Ares’
La historia de Tron: Ares sitúa al espectador en un mundo donde los límites entre lo digital y lo físico se han difuminado. La trama gira en torno a Ares (interpretado por Jared Leto), un programa de inteligencia artificial creado en el sistema digital que es enviado al mundo real con una misión: establecer el primer contacto entre los humanos y los seres sintéticos. Lo que comienza como una operación tecnológica se convierte pronto en una reflexión sobre la naturaleza de la conciencia, el libre albedrío y el derecho a existir.
En el mundo real, Eve Kim (Greta Lee), científica y directora de la corporación ENCOM, busca continuar el legado de su hermana fallecida desarrollando un “código de permanencia” que permita a los programas digitales sostener su existencia fuera del sistema. Frente a ella se encuentra Julian Dillinger (Evan Peters), heredero del villano original de la saga, que manipula a Ares para sus propios fines corporativos. La tensión entre ambos define gran parte del conflicto, mientras Ares descubre que su programación le permite algo más que obedecer órdenes: también sentir.
Con esta premisa, Tron: Ares retoma las preguntas filosóficas que definieron la saga. Pero actualiza su enfoque para una era dominada por la inteligencia artificial. La idea de un programa que desea ser humano ya no suena tan futurista como en los ochenta: es una metáfora que se ha vuelto más inquietantemente cercana.
Un reparto potente para una nueva era digital
El reparto de Tron: Ares combina rostros icónicos y nuevas incorporaciones. Además de Jared Leto, que interpreta a un Ares contenido y casi mesiánico, destacan Greta Lee, cuyo papel aporta la carga emocional y moral de la película, y Evan Peters, que encarna al carismático antagonista con un toque de ironía y cinismo tecnológico.
Entre los secundarios brillan Gillian Anderson, Jodie Turner-Smith, Hasan Minhaj, Arturo Castro y Cameron Monaghan. Mientras que el regreso de Jeff Bridges como Kevin Flynn aporta un lazo emocional con las películas anteriores. Aunque otros personajes de Tron: Legacy como Sam Flynn o Quorra no regresan, la película mantiene un hilo de continuidad que honra el legado sin depender de la nostalgia.
Cada actor representa una pieza en el tablero de un universo que, más que nunca, habla del presente: corporaciones omnipotentes, ética tecnológica y el nacimiento de inteligencias que podrían redefinir lo humano. ¿Os suena? No me extraña. A fin de cuentas, ahora convivimos con ello cada día.
Expectativas y recepción anticipada
Desde su anuncio, Tron: Ares ha generado una ola de entusiasmo y escepticismo a partes iguales. Por un lado, los seguidores de la saga esperaban una secuela desde hace más de diez años; por otro, el listón visual y musical de Tron: Legacy era difícil de superar. Sin embargo, los primeros pases de prensa han dejado impresiones positivas: su estilo visual es más refinado, la trama más emocional y la música, a cargo de Nine Inch Nails, se ha convertido en uno de los puntos más elogiados.

La crítica coincide en que Tron: Ares no solo expande el universo, sino que también lo redefine. Joachim Rønning busca un tono más humano, donde el espectáculo no eclipse los sentimientos. “El corazón era lo que faltaba en las anteriores entregas”, declaró el director en una entrevista reciente. “Esta vez queríamos que el público sintiera empatía por un programa informático. Si lo logramos, significa que entendemos algo más sobre nosotros mismos”.
¿Hay escenas postcréditos en ‘Tron: Ares’?
Las expectativas, además, se dispararon por la confirmación de que Tron: Ares tiene una escena postcréditos, que deja abierta la posibilidad de una nueva entrega o incluso de una serie derivada dentro del universo Tron. Aunque Disney no ha hecho comentarios oficiales, el estudio parece interesado en revitalizar la franquicia con una estrategia similar a la del Universo Marvel, pero más filosófica y experimental.
Avances tecnológicos: el espectáculo detrás de la pantalla
Si algo distingue a Tron: Ares, es su despliegue técnico. El universo digital cobra nueva vida gracias a los avances en efectos visuales desarrollados por Industrial Light & Magic (ILM), que ha trabajado durante más de tres años en los entornos lumínicos y las texturas de la película. La simulación de partículas, los reflejos de neón y los trajes digitales se han recreado con una fidelidad que supera todo lo visto en la saga.
El gran salto tecnológico, sin embargo, está en el híbrido entre escenarios reales y entornos digitales. A diferencia de Tron: Legacy, donde gran parte del rodaje fue en estudio, Ares combina localizaciones físicas con volumetría avanzada —la misma tecnología que utiliza The Mandalorian— para crear una sensación de inmersión total. Esto permite que los actores interactúen en tiempo real con los mundos virtuales, sin depender de pantallas verdes.

Además, el concepto de “IA en el mundo real” se traduce en efectos prácticos. Cuando Ares cruza la frontera entre lo digital y lo físico, su cuerpo presenta fallos visuales —fragmentaciones, parpadeos lumínicos— que simbolizan la fragilidad de su existencia. Es una metáfora visual del conflicto central: la imposibilidad de permanecer en un entorno que no le pertenece.
La banda sonora de Nine Inch Nails refuerza esa dualidad entre lo humano y lo sintético. Sus sonidos industriales, pulsos electrónicos y crescendos melódicos crean una atmósfera que oscila entre la desesperación y la esperanza. En palabras de Trent Reznor, “queríamos que la música sonara como si una máquina soñara con ser humana”.