Solemnidad de Santa María Magdalena

María Magdalena: una figura femenina que merece ser releída (y no era prostituta)

Cada 22 de julio se celebra la solemnidad de santa María Magdalena, una de las pocas pero imponentes mujeres más conocidas de la religión cristiana

Santa María Magdalena
Santa María Magdalena, Taller de Reni, Guido Calvezzano, Bolonia (Primera mitad del siglo XVII). Museo del Prado

En el Nuevo Testamento, la figura de Jesús mira a las mujeres como seres humanos iguales, de tú a tú, sin ningún rasgo de inferioridad. En toda la literatura y cultura de la Edad Antigua, en especial entorno al año 0, no se encuentra ningún trato similar a las mujeres como se da en la Biblia. A pesar de la importancia decisiva de figuras femeninas como la de María Magdalena, esta ha sido infravalorada y silenciada en muchos textos posteriores (escritos por varones).

En una cultura que habitualmente reduce las mujeres de la Biblia a roles secundarios o estereotipados, María Magdalena se alza como un faro de autonomía, liderazgo y voz femenina en pleno siglo I. Su historia, deformada por prejuicios religiosos, muestra a una figura que, lejos de ser una “pecadora anónima”, fue una discípula independiente, una testigo esencial y la refundadora de su propia narrativa.

Santa María Magdalena
Santa María Magdalena, representada por Artemisa Gentileschi.

Más allá del mito de la “prostituta”

Durante siglos, la tradición —a menudo impulsada por interpretaciones masculinas del texto— etiquetó a María Magdalena como “la pecadora”, una mujer de vida licenciosa. Este prejuicio se consolidó en la homilía del Papa Gregorio I en el siglo VI. Este Pontífice unificó varias ‘Marías’ bíblicas y la asoció erróneamente con la mujer que ungió los pies de Jesús en casa de Simón el fariseo.

Sin embargo, tal representación no tiene base en los Evangelios canónicos. Estos la identifican no como prostituta, sino como una mujer liberada de “siete demonios”, que acompañaba activamente a Jesús hasta su crucifixión y fue la primera persona en presenciar la Resurrección. El mito de la prostituta, insisten los expertos, es producto de una combinación interesada de pasajes Evangélicos fusionados de forma errónea.

Una mujer sin anclajes de género

Los Evangelios jamás la presentan enlazada a un varón (ni padre, ni esposo), ni la definen por su parentesco con otros, como solía hacerse con otras mujeres. En su lugar, aparece como “María de Magdala”, protagonista con nombre propio, en igualdad de condiciones con los apóstoles varones.

Esta distinción es clave: no es definida por ser esposa, hija ni hermana, sino por su identidad moral, su relación con Jesús y su misión. Eso la convierte en una mujer independiente dentro de un sistema patriarcal donde las mujeres solían aparecer subordinadas o invisibilizadas.

María Magdalena no fue una seguidora más: fue la testigo privilegiada de los momentos más centrales del cristianismo primitivo: la crucifixión, el entierro y la resurrección de Jesús. En el evangelio de Juan, es ella la persona a quien Jesús se aparece primero, en un primer momento de comunicación íntima después de su resurrección. Un hecho que la convierte en “apóstola de los apóstoles”: la primera portadora del mensaje central cristiano.

Investigadoras contemporáneas destacan que su rol fue histórico y no meramente simbólico. No solo fue testigo, sino también transmisora del anuncio, asumiendo una función profética en un entorno que raramente otorgaba esa autoridad a las mujeres.

Estatua de María Magdalena, de Donatello
Estatua de María Magdalena, de Donatello

Reclamando su lugar en la narrativa de género

Desde una mirada feminista, María Magdalena representa varios elementos disruptivos: vocación eclesial femenina, testimonio sin intermediación masculina, figura sin familia patriarcal. Transmite la experiencia fundacional del cristianismo con voz propia, sin delegarla en ningún hombre y su identidad se define por su misión, no por su linaje o vínculo marital.

Tal perfil encaja en una narrativa feminista más amplia que reivindica que las mujeres no solo acompañan, sino que edifican instituciones y tradiciones.

Las artes visuales han reservado para Magdalena múltiples imágenes: la lectora contemplativa, la penitente, la mística en éxtasis. Desde el Greco hasta Gentileschi o Ribera, su figura ha sido herramienta para explorar la espiritualidad, la autonomía femenina y el derecho a la introspección e inspiración divinas.

Su representación como “penitente” —sin lujos ni adornos— reforzó una imagen de mujer introspectiva y autónoma. En la pintura barroca a menudo aparece en éxtasis, conectando lo terrenal con lo divino desde una experiencia profundamente femenina. A través de estas imágenes, se ha proyectado una subjetividad compleja, poderosa, ajena a los moldes sumisos.

María Magdalena
Santa María Magdalena por Antonio Allegri Correggio.

Relecturas contemporáneas

Algunas escritoras y artistas han indagado en la figura de María Magdalena a través de varias disciplinas:

  • La artista española Marina Vargas dedicó la exposición Revelaciones, exhibida en el Museo Thyssen‑Bornemisza de Madrid, a reivindicar la figura de María Magdalena como símbolo de voz femenina silenciada. Incluye esculturas, dibujos, obra sonora e instalaciones en las que frases del Evangelio de María Magdalena se plasman mediante lenguaje de signos, junto a proclamas feministas como “el patriarcado tiene a dios de su parte”. Todo el montaje actúa como un cuerpo simbólico que rearticula iconografía espiritual desde una perspectiva feminista contemporánea.
  • Margaret George publicó en 2002 Mary, Called Magdalene, una novela histórica que presenta a María Magdalena como la primera discípula y apóstola de Jesús, construyendo un retrato profundamente humano de su vida desde su propia perspectiva. Su enfoque literario ofrece una protagonista femenina poderosa y consciente.
  • La escritora estadounidense Marie Howe, escribió en 2017 Magdalene: Poems. Esta especie de antología recopila una colección poética desde la voz femenina que recrea a María Magdalena como una mujer contemporánea: cotidiana, espiritual, sensual, enfrentada a traumas y búsquedas. En los poemas, Magdalena desfila por la ciudad, escucha la radio, cría un hijo, y busca significado en la vida cotidiana mientras recuerda a su maestro. Revela su humanidad y resistencia como sujeto pleno.
  • Dentro de los ensayos teológicos, destaca Mary Magdalene Revealed: The First Apostle (2004). Este libro, escrito por la teóloga Meggan Watterson, combina rigor histórico, teología feminista y reflexión personal. Reinterpreta a María Magdalena como líder espiritual fundacional y promueve una visión de espiritualidad inclusiva y no jerárquica. Es una obra que rescata su voz histórica desde la perspectiva de mujeres contemporáneas buscando justicia simbólica.

María de Magdala: intérprete, visionaria y compañera

El interés por rescatar su figura va en aumento. Estas autores y artistas contemporáneas revisitan a Magdalena desde un enfoque arquetípico, como símbolo de sabiduría femenina. La leyenda de “pecadora redimida” se ha revisado como una construcción ideológica masculina, no como verdad histórica.

Textos gnósticos, como el Evangelio de Felipe, la presentan como una figura con cercanía especial a Jesús —algunos hablan de una relación de intimidad espiritual o incluso afectiva—, aunque esas fuentes no siempre son claras y el catolicismo las ha rechazado. Aun así, coinciden con los evangelios canónicos en su liderazgo como intérprete, visionaria y compañera.

La historia de María Magdalena visibiliza la autonomía de las mujeres, rompe estigmas, recupera la voz femenina histórica y redefine el poder religioso para quienes lo identifican de manera errónea solo en los hombres. Fue una mujer visibilizada en el relato bíblico; pasó de símbolo de pecado a ejemplo de liderazgo y recuerda que la espiritualidad no es patrimonio masculino.

Su figura ayuda a desmontar narrativas que colocan a las mujeres en la periferia de la historia, ya sea religiosa, cultural o social. Reconstruir su historia desde el análisis crítico es también una forma de justicia simbólica.

María Magdalena es mucho más que un mito fabricado por la tradición patriarcal. Representa una voz femenina que se alzó con claridad y autoridad en un contexto patriarcal. Fue la primera en proclamar la resurrección, sin intermediarios. Su figura es un testimonio tangible de que las mujeres han sido actores fundacionales, no secundarios, en la historia religiosa y cultural.