El futuro del caza FCAS atraviesa uno de los momentos más delicados desde que el programa fue concebido hace casi una década. Francia, Alemania y España mantienen abierto un periodo de reflexión estratégica que pone en cuestión el planteamiento original del proyecto y obliga a explorar escenarios alternativos para evitar su colapso definitivo. La idea de un único avión europeo de sexta generación ya no es la única opción sobre la mesa.
El caza FCAS, concebido como el relevo natural de los Eurofighter y Rafale, se encuentra en fase de estudio por parte de los tres países socios, que participan en el programa con un reparto equitativo del 33%. Pese a los reiterados encuentros celebrados en las últimas semanas, el resultado de las negociaciones sigue envuelto en un notable hermetismo institucional.
Reuniones discretas y un mensaje común: no puede fracasar
Ni los ministerios de Defensa ni los responsables políticos han ofrecido explicaciones públicas tras los últimos contactos. Sin embargo, fuentes del Ministerio de Defensa español han confirmado a El Español que existe un consenso básico: el caza FCAS debe salir adelante, aunque todavía no esté claro cómo ni en qué formato.
Esa falta de definición ha abierto la puerta a una solución inédita hasta ahora: la posibilidad de dividir el programa en dos cazas distintos en lugar de mantener un desarrollo conjunto, tal y como se había planteado inicialmente.
Dos caminos para el caza FCAS en Europa
La alternativa que gana peso pasa por una escisión del proyecto. Francia, con el liderazgo industrial de Dassault Aviation, desarrollaría en solitario su propio caza de sexta generación. En paralelo, Alemania y España impulsarían una plataforma común liderada por Airbus Defence and Space e Indra.

Las mismas fuentes del Ministerio de Defensa subrayan a El Español que esta reorganización no contempla en ningún caso que España se incorpore al proyecto francés. Una línea que parece ya descartada en los despachos.
Desde el punto de vista industrial, la división tendría cierta lógica. Airbus Defence and Space cuenta con una presencia relevante en España. Mientras que Dassault concentra su actividad casi exclusivamente en Francia. Eso condiciona la distribución de cargas de trabajo y retornos industriales del caza FCAS.
Un sistema de combate común, la pieza clave
Aunque se materialice la ruptura en dos plataformas distintas, ambos cazas compartirían elementos críticos. El más importante sería el sistema de combate, concebido como una arquitectura en la nube que conecte aeronaves, drones y sensores.
“Podemos convivir con varios aviones en Europa, pero necesitamos un sistema común para todos ellos”, señalaba recientemente una fuente al Financial Times. Esta capa digital es uno de los pilares del caza FCAS, más allá de la propia aeronave.

En cualquier caso, las tensiones no son nuevas. Airbus y Dassault han liderado distintas áreas del programa, pero mantienen profundas discrepancias sobre cómo debe construirse el caza. Las diferencias afectan a la división del trabajo, la selección de proveedores y, sobre todo, al control del diseño final del avión, un elemento estratégico de primer orden.
Estas fricciones han ido ralentizando el avance del programa y han contribuido a que el calendario empiece a mostrar signos evidentes de fragilidad.
El horizonte de 2040, en riesgo
El objetivo original situaba la entrada en servicio del caza FCAS a comienzos de la década de 2040. Sin embargo, la creación de dos plataformas distintas podría poner en jaque ese calendario. El desarrollo paralelo obligaría a redefinir diseños, reevaluar requisitos y reconfigurar cadenas industriales completas.
Además, aún no está claro en qué punto real de madurez tecnológica se encuentra el caza FCAS. Eso añade incertidumbre a cualquier estimación de plazos.

Otro de los grandes puntos de fricción es la posibilidad de una versión naval. Francia ha defendido esta opción para sustituir a los Rafale-M, mientras que Alemania se ha mostrado contraria en varias ocasiones.
España, por su parte, podría necesitar esa capacidad si finalmente opta por construir un portaviones convencional. Especialmente, tras descartar la compra de cazas F-35. Esta divergencia estratégica complica aún más el encaje de intereses nacionales dentro del programa.


