El “boicot” del Gobierno de Sánchez a Israel con motivo de la guerra en Gaza está mostrando su cara B. La rescisión de los contratos con las compañías procedentes del estado hebreo supone que las compañías españoles sellen nuevos acuerdos con empresas suministradoras de tecnología lo suficientemente solvente como para resultar competitivas. Y, a tenor de las información recabada por este medio, el objetivo se resiente.
Es el caso del programa SILAM (Sistema de Cohetes de Alta Movilidad), cuyo demostrador tenía que haber estado aprobado en Diciembre del año pasado para comenzar con las primeras pruebas a mediados de este año. Una entrega que se congeló debido a la decisión del Ejecutivo de paralizar los proyectos con las compañías hebreas para salvar la cara frente a sus socios de Gobierno. Porque el programa SILAM contaba con tecnología israelí desde 2023. Ángel Escribano, presidente de la empresa Indra, contrató a través de Escribano Mechanical and Engineering (EM&E) -cuyo presidente es su hermano Javier-un acuerdo con la alemana Rehimentall y con la israelí Elbit Sytems para construir lanzacohetes para el Ejército de Tierra, por un montante de casi 700 millones de euros.

Sin información sobre las posibles penalizaciones
La suspensión del contrato provocó que el Partido Popular registrara en la Cámara Baja una pregunta en la que planteó al Gobierno si habría penalizaciones por incumplimiento de las empresas adjudicatarias. Hasta la fecha de este viernes, el Ejecutivo no ha aclarado este asunto.
La empresa española con tecnología alternativa a Elbit, aún sin nombre
En abril de este año, desde el ministerio de Defensa se afirmó que Elbit aportaba un componente tecnológico “no sustituible”. Ese componente es el sistema de propulsión PULS. Y, de momento, no ha encontrado alternativa.
Según aseguró la ministra de Defensa, Margarita Robles, el pasado mes de octubre, desde el Regimiento de Artillería Lanzacohetes de Campaña nº 63 (RALCA 63) del Ejército de Tierra, con sede en el Acuartelamiento Santocildes, en Astorga (León), unidad a la que se iba a dotar con el programa SILAM: “El sistema va a estar aquí y dentro de plazo, con material y tecnología española”. Mes y medio después, este medio ha podido corroborar que aún no hay acuerdo con ninguna española. Desde el ministerio de Defensa se afirma que lo habrá, y que “no hay duda de que se desarrollará con tecnología española”. En cuanto a la fecha, la posponen a comienzos de 2026.

Las tecnologías israelíes y americanas, las más solventes en la actualidad
Fuentes del sector informan de que, en el plan de rearme de los países que integran la UE y la OTAN, por el que cada país debe generar una industria en Defensa lo suficientemente solvente como ser una alternativa a la estadounidense, en España no se es realista. Mientras que países como Alemania no sueltan la mano de la mejor tecnología del mercado actual hasta contar con una propia equivalente, nuestro país sí lo ha hecho. A día de hoy, los países de referencia en cuanto a tecnología son Estados Unidos e Israel, y España ha prescindido de ambas.
Loockheed Martin, compañía estadounidense líder en el sector que ronda una facturación anual de 75.000 millones de dólares, ha firmado con 13 países europeos para suministrar los aviones F-35, que cuentan un despegue vertical que necesitan los portaaviones españoles. Nuestro país le ha cerrado la puerta temporalmente para apostar por un consorcio, FCAS, junto con el país germano y el galo, sin contar con que puedan estar listos para más allá de 2030, mientras la vida Harrier y Eurofighter con los que cuenta nuestro país llega a su fin. A diferencia de España, los alemanes forman parte de esas 13 naciones que cuentan con los servicios de L.M. hasta, al menos, contar con que el FCAS llegue a término.

Según ha podido saber este medio, la compañía estadounidense se ha ofrecido para ser la alternativa a Elbit para el SILAM, pero ha sido rechazado por la Gobierno. La preocupación que sobrevuela dentro del sector de la Defensa está enfocada hacia la escasa respuesta que podría dar España a día de hoy en caso de entrar en conflicto, a diferencia de otros países europeos.


