Inversión

¿BBVA, Repsol…ASML? No todas las acciones de dividendo son iguales

No todas las acciones ofrecen el mismo retorno en cobro de dividendos para el accionista. Rentabilidad, estabilidad y descuento son las tres variables que marcan la diferencia

Europa vuelve a mirar al dividendo como si fuera un salvavidas. Los mercados cotizan en zona de vértigo, el Ibex 35 ha puesto el foco en los 17.000 puntos, el Euro Stoxx 50 cotiza en máximos de todos los tiempos y el S&P 500 acumula casi medio centenar de récords en lo que va de año. La sensación de euforia es evidente, pero también lo es la cautela. Los grandes gestores repiten la advertencia de que las valoraciones están tensionadas y que los retornos futuros serán más difíciles de conseguir. En ese clima, el dividendo recupera su papel como ancla de rentabilidad.

Sin embargo, no todos los dividendos ofrecen la misma protección. La cifra que aparece en las pantallas, ese porcentaje que mide la rentabilidad por dividendo, solo cuenta una parte de la historia. Lo que realmente diferencia a una buena acción de dividendo es el equilibrio entre rentabilidad, estabilidad y descuento.

La rentabilidad muestra el flujo que recibe el accionista. La estabilidad mide la capacidad de mantenerlo cuando el ciclo cambia. Y, por último, el descuento revela si la acción cotiza por debajo de su valor razonable. Juntas, las tres variables determinan qué acciones de dividendo merecen realmente un hueco en cartera.

Y ahí empieza la verdadera diferencia. En España, nombres como BBVA o Repsol seducen con sus dividendos, impulsadas por beneficios récord y programas de recompra. En cambio, en Europa, compañías como ASML, Sanofi o Unilever prefieren mantener un dividendo más modesto, pero respaldado por balances impecables y una generación de caja que no depende del ciclo. ¿Cuál de las dos estrategias es mejor? La respuesta depende menos del porcentaje que del tipo de empresa y del momento económico.

Varios paneles y monitores muestran la evolución de la Bolsa española.
EFE

El dividendo español gana altura, pero sigue atado al ciclo

En el mercado español, las rentabilidades siguen siendo altas en comparación con la media europea. BBVA, por ejemplo, con una combinación de dividendo en efectivo y recompra de acciones, alcanza alrededor del 14%. Repsol se mantiene cerca del 5%, mientras que Enagás y Logista ofrecen pagos próximos al 6%. Todas reflejan un entorno de beneficios sólido, pero también muestran una característica común: su rentabilidad depende del momento del ciclo.

Esa es la primera clave. Una alta rentabilidad no garantiza seguridad. En el caso de los bancos, la mejora de los márgenes ha impulsado las cifras, pero un descenso en los tipos de interés podría moderar los pagos. En las energéticas, la volatilidad de las materias primas añade un componente de incertidumbre. Por eso, la rentabilidad es una señal de oportunidad, pero no de permanencia.

La segunda variable es la estabilidad. Aquí destacan las empresas que han convertido el dividendo en parte estructural de su modelo de negocio. Iberdrola, con una rentabilidad cercana al 3%, mantiene su política incluso en periodos de menor demanda gracias a un flujo de caja recurrente. En el ámbito europeo, Unilever (3,4%), Nestlé (3,7%) o Sanofi (4,3%) representan la versión más consolidada de ese enfoque: pagan menos, pero lo hacen siempre.

El tercer elemento es el descuento, y ahí Europa ofrece un terreno fértil. Según Julius Baer, las empresas europeas de alto dividendo cotizan a 14 veces beneficios, frente a más de 20 veces del mercado global. Este diferencial implica que el inversor accede a compañías rentables y estables pagando menos por cada euro de beneficio. En otras palabras, el dividendo actúa como un puente entre rentabilidad inmediata y potencial de revalorización.

El equilibrio entre paciencia y precio justo

TotalEnergies es un ejemplo de ese equilibrio. Su dividendo ronda el 5% y ha crecido de forma continua desde 2020. Al mismo tiempo, su cotización se mantiene en niveles atractivos en relación con sus beneficios. Allianz (4,25%) o ASML (0,7%), con políticas de pago más moderadas, también reflejan ese patrón: empresas con una base sólida, que cotizan con descuento frente a su potencial y que mantienen un compromiso constante con el accionista.

Cuando se combinan las tres variables, rentabilidad, estabilidad y descuento, el dividendo deja de ser un simple flujo y se convierte en una estrategia. Las compañías españolas aportan rentabilidad y exposición al ciclo; las europeas, estabilidad y visibilidad. En conjunto, forman un equilibrio que permite suavizar los movimientos del mercado sin renunciar al retorno.

En el tercer trimestre, España fue el país con mayor crecimiento de dividendos en Europa. Según Capital Group, los pagos aumentaron un 23%, un 13,5% si se excluyen los extraordinarios. Los bancos y las utilities lideraron ese avance, consolidando al mercado español como uno de los más activos en retribución al accionista. Al mismo tiempo, el conjunto europeo registró un incremento del 10%, con un volumen total que superó los 459.000 millones de euros, un máximo histórico.

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