Inversión

El recorte del dividendo de Telefónica sacude al ahorro español

El impacto de la decisión adoptada por la operadora no se limita al comportamiento bursátil. Cerca de un centenar de carteras tienen más de 1% de sus activos invertidos en Telefónica

Cierre de Telefónica el 7 de noviembre.

En apenas unos días, el recorte del 50% del dividendo de Telefónica se ha extendido con rapidez por los despachos del sector financiero. Desde el pasado 4 de noviembre, cuando la compañía anunció que reducirá a la mitad su pago a los accionistas en 2026, la acción acumula una caída superior al 15%. El mensaje de transformación y crecimiento del nuevo plan estratégico quedó eclipsado por la magnitud de la rebaja y por la reacción inmediata del mercado, que en cuestión de horas borró las ganancias que el valor había sumado en lo que va de año.

Javier Molina, de eToro, considera que el plan estratégico, aunque ambicioso sobre el papel, carece de catalizadores a corto plazo. Según su análisis, la promesa de “transformar y crecer” no ha calado entre los inversores, preocupados por la reducción del dividendo y por la falta de detalles sobre posibles operaciones corporativas. El mercado exige visibilidad y ejecución más que proyecciones a largo plazo, y Telefónica ha preferido reforzar su equilibrio financiero antes que asumir nuevos riesgos.

Onda expansiva

Sin embargo, el impacto de esa decisión no se limita al comportamiento bursátil. Su onda expansiva alcanza de lleno al ahorro español. Cerca de un centenar de carteras comercializadas en España tienen más de un 1% de sus activos invertidos en Telefónica, según datos de Bloomberg. Entre ellas figuran fondos tradicionales de renta variable nacional y varias sicav con un peso superior al 5%. Esa exposición explica por qué la caída del valor se ha traducido en un ajuste inmediato en las carteras de inversión.

Marc Murtra, presidente de Telefónica, el pasado 4 de noviembre, durante la presentación del plan estratégico.
Telefónica

Entre las gestoras españolas más golpeadas figura GVC Gaesco, con varios fondos como GVC Gaesco Europa que mantienen algo menos del 4% de su patrimonio en acciones de Telefónica. Fonditel, la gestora vinculada a la propia operadora, también soporta el impacto con un peso similar en algunas de sus carteras, con una posición del 4,39% según datos de Morningstar a 30 de septiembre de 2025. En la parte alta de la lista aparece el fondo Selector Global Acciones, de Dux Inversores, con un 5% de su porfolio.

Además del impacto en las gestoras nacionales, la corrección del valor se ha dejado notar en otras estrategias que replican índices sectoriales. Fondos cotizados (ETF) como el Invesco Stoxx Europe 600 Optimised Telecommunications y el iShares Stoxx Europe 600 Telecommunications, ambos con más de un 5% de exposición al valor, han acusado también el retroceso.

El mito del “dividendo español”

El mercado interpreta la decisión como un cambio de paradigma. Telefónica había sido durante décadas uno de los pilares del ahorro español, un título considerado refugio para quienes buscaban rentas constantes y bajo riesgo. La reducción del dividendo del 50% rompe esa percepción y reabre un debate que parecía cerrado desde la pandemia. Hasta qué punto los dividendos son sostenibles cuando el crecimiento de los ingresos es limitado y la deuda sigue pesando sobre el balance.

Para los fondos orientados a rentabilidad por dividendo, el golpe es doble. Pierden valor de cartera y pierden atractivo ante los partícipes que buscan estabilidad. Para los inversores particulares, el episodio recuerda que incluso los valores más consolidados pueden revisar sus compromisos cuando las circunstancias lo exigen.

Lecciones

Foto de archivo de los valores del Ibex 35 en el Palacio de la Bolsa de Madrid.
Europa Press

Por eso, el efecto dominó sobre el ahorro español deja varias lecciones. La primera es que la dependencia excesiva de unos pocos valores de alto dividendo aumenta la vulnerabilidad de las carteras. La segunda, que los dividendos no garantizan la estabilidad si el contexto financiero cambia. En un entorno de competencia intensa, presión regulatoria y costes crecientes, las compañías pueden optar por preservar caja antes que sostener pagos elevados. Telefónica lo ha hecho tras años de esfuerzo por mantener una retribución que, según algunos analistas, había dejado de ser compatible con la realidad de su negocio.

Desde Bank of America destacan que la revisión estratégica sitúa a Telefónica en un punto de equilibrio entre prudencia financiera y búsqueda de oportunidades. Los analistas del banco consideran que el grupo mantiene abiertas varias vías de crecimiento inorgánico en Alemania, España y Reino Unido, aunque las prioridades actuales pasan por reducir deuda y asegurar un flujo de caja sostenible. Su recomendación sobre el valor sigue siendo neutral, con ligeros ajustes en ingresos y márgenes para los próximos ejercicios.

Los precedentes de Santander…

El caso de Telefónica no es aislado. En 2020, Banco Santander suspendió el pago de dividendos tras las recomendaciones del Banco Central Europeo en plena pandemia. Hasta ese momento, el banco había mantenido una de las políticas más estables del Ibex, con un reparto cercano al 40% del beneficio recurrente. La suspensión, que rompió una serie ininterrumpida de pagos desde 1988, afectó a más de cuatro millones de accionistas minoristas y sacudió el mercado nacional del ahorro.

Un año después, Santander retomó la distribución de beneficios mediante un sistema mixto de dividendos en efectivo y recompras de acciones propias. Desde entonces, ha ido adaptando su política a la rentabilidad y al entorno regulatorio, situando el payout en torno al 50% y vinculando el retorno total a la evolución del capital y de los resultados trimestrales. Ese giro marcó un punto de inflexión en la banca española, que pasó de ofrecer dividendos fijos a modelos más flexibles y variables.

…y Endesa

Algo parecido ocurrió con Endesa en 2015. Tras años de repartir casi la totalidad del beneficio entre los accionistas, la eléctrica revisó su política de retribución para reducir la exposición a la volatilidad del precio de la energía y a los costes regulatorios. Hasta entonces, la compañía había llegado a destinar hasta el 100% del beneficio neto a dividendos, una práctica que reforzaba su atractivo en bolsa, pero limitaba su capacidad de inversión.

En su nueva estrategia, Endesa redujo el payout al 80% ciento y estableció un esquema progresivo que vinculaba los pagos a la evolución del flujo de caja operativo y a las necesidades de inversión en transición energética. El ajuste le permitió mantener la confianza de los accionistas a la vez que destinaba más recursos a proyectos renovables y redes.

Telefónica se incorpora ahora a esa lista de grandes compañías que han preferido ajustar expectativas antes que comprometer su fortaleza financiera. La diferencia es que su decisión llega en un momento de mercado más exigente, donde el inversor premia la visibilidad y castiga cualquier signo de debilidad en la generación de caja.