En los más de siete años y medio que lleva al frente del Ejecutivo, Pedro Sánchez ha convertido la portavocía del Gobierno en uno de los cargos con mayor rotación de la democracia española. Desde junio de 2018, cinco personas han ocupado ese puesto: todas han sido mujeres, y ninguna ha superado los dos años y medio en el cargo.
La cifra contrasta con la estabilidad que caracterizó a gobiernos anteriores. Durante los seis años y medio de Mariano Rajoy, sólo hubo dos portavoces oficiales del Gobierno. Soraya Sáenz de Santamaría ejerció esa función durante casi cinco años y, tras ella, Íñigo Méndez de Vigo ocupó el cargo hasta el final de la legislatura. La portavocía se mantuvo entonces como una posición estable, incluso en contextos de crisis económica y política.
La tendencia a nombrar un nuevo portavoz cada poco tiempo, comenzó con Aznar. Y con la llegada de Sánchez a La Moncloa, la dinámica se ha repetido. Isabel Celaá fue la primera portavoz del nuevo Ejecutivo tras la moción de censura de 2018. Permaneció en el puesto algo más de un año y medio, hasta la formación del primer gobierno de coalición. Le siguió María Jesús Montero, que compatibilizó la portavocía con la vicepresidencia y el Ministerio de Hacienda durante un año y medio.
En julio de 2021, una amplia remodelación dio paso a Isabel Rodríguez, que ejerció como portavoz durante algo más de dos años. Pilar Alegría asumió el cargo en noviembre de 2023 y lo acaba de abandonar en diciembre de 2025 para encabezar la candidatura del PSOE en Aragón. Desde este mismo lunes, la función recae en Elma Saiz.

Cinco portavoces en siete años
Cinco portavoces en poco más de siete años sitúan a Sánchez entre los presidentes con mayor tasa de rotación en este puesto. En términos absolutos, sólo José María Aznar alcanzó una cifra similar -con cinco portavoces-, aunque repartida a lo largo de ocho años de mandato. Otros presidentes, como los socialistas Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero, mantuvieron la portavocía con menos cambios y durante periodos más prolongados.
La singularidad del caso de Sánchez no reside solo en el número de relevos, sino en un elemento adicional: es el único presidente desde 1978 que ha designado exclusivamente a mujeres para este puesto. Una decisión que el propio Gobierno ha presentado en varias ocasiones como parte de su apuesta por la paridad y por un Ejecutivo con perfil feminista.

El cargo de portavoz es, por definición, uno de los más expuestos del Consejo de Ministros. Supone comparecer cada semana tras el Consejo, fijar posición sobre asuntos sensibles y gestionar la comunicación del Gobierno en momentos de crisis.
Ninguna de las portavoces de Sánchez ha salido por una causa directa ligada a su gestión como portavoz. Pero todas han ejercido en momentos de fuerte presión política y con el mismo patrón: alto nivel de exposición, escaso margen de maniobra y duración limitada en el cargo. La portavocía se ha convertido así en un puesto esencialmente defensivo, donde se concentran explicaciones incómodas, crisis ajenas y decisiones ya tomadas en otros niveles del poder, casi siempre masculinos.

Con la llegada de Elma Saiz, Sánchez inaugura una nueva etapa en un puesto que, desde 2018, se ha caracterizado por su volatilidad. El hecho de que todas hayan sido mujeres forma parte de una estrategia deliberada del presidente, que ha presentado la paridad como seña de identidad desde 2018. Sin embargo, el contraste entre la visibilidad femenina y la corta permanencia en el puesto alimenta un debate recurrente dentro y fuera del partido: si la igualdad se traduce en poder real o en cargos de alto desgaste.



