Bruselas

Crece la impaciencia: por qué Teresa Ribera le ha dado poco peso a las políticas de competencia en su primer año de comisaria

Se espera que la vicepresidenta de la Comisión le dé más protagonismo a su cartera no verde en un panorama marcado por las amenazas de Trump

Teresa Ribera.
KiloyCuarto

Hubo un tiempo que la Comisión Europea no rehuía el cuerpo a cuerpo contra las grandes tecnológicas estadounidenses: ni en los tribunales ni en las salas de prensa. Cada vez que Bruselas anunciaba una multa multimillonaria a compañías como Google o Meta por abuso de posición dominante, la entonces comisaria de Competencia, la danesa Margrethe Vestager, ya estaba lista en el atril para atender a los medios con todos los detalles y argumentos que justificaban la decisión.

Hace un año que comenzó la actual legislatura comunitaria, una que iba a estar marcada por dos cosas a priori contradictorias. Por un lado, el informe Draghi y sus llamamientos a optimizar y adelgazar la carga regulatoria que soportan las empresas en el Viejo Continente. Con el fin de mejorar la competitividad de su economía con respecto a potencias como EEUU o China. Por el otro, la aspiración europea de ser un fortín digital que frene el omnímodo poder que las tecnológicas tienen sobre sus usuarios y sus competidores. 

En eso, una exministra española iba a jugar un papel clave. España conseguiría un puesto importante en el Colegio de Comisarios con las carteras de Competencia y Transición Ecológica. Con esos arietes, Madrid sería escuchada con interés en la Comisión. Joaquín Almunia, otro histórico excomisario europeo de Competencia, también español y también socialista, ya había pregonado estos años cuáles serían los grandes desafíos que asumiría la sucesora de Vestager. Y eso que fue él quién comenzó a escrutar a las tecnológicas hace ya casi quince años. Con el nombre de Teresa Ribera, todo parecía encajar.

Pero la impaciencia empieza a cundir. Un año después del inicio de la legislatura, tanto detractores como afines a la política de competencia, que Bruselas ha desplegado estos lustros, ya se hacen una pregunta ansiosa. ¿Dónde está Teresa Ribera?

Perfil bajo o cálculo político

Cuando a principios de mes la Comisión anunció una multa de 2.950 millones de euros a Google por abuso de posición dominante en el mercado de la publicidad digital, a los periodistas le llamó la atención que Ribera no estuviera en Bruselas ni convocara una rueda de prensa como las que solía hacer su predecesora. El anuncio se programó para un viernes y no fue al final de ese día cuando Ribera ofreció un briefing técnico a periodistas del que tampoco salieron muchas más novedades. La vicepresidenta de la Comisión estaba en Etiopía, donde se celebraba la Cumbre del Clima africana.

Meta
Parque Menlo, sede principal de Meta
EFE/EPA/JOHN G. MABANGLO

Meses atrás, cuando en abril Bruselas firmó otras multas de 700 millones de euros a Meta y a Apple, la responsable de Competencia estaba en México. En una visita oficial con una “agenda estratégica” con los aranceles de Trump -todavía sin formalizar- como telón de fondo.

Esto no quiere decir que Ribera esté tratando de mantener un perfil bajo. Ni mucho menos: se sabe que la multa a Google de principios de septiembre en realidad se iba a dar a conocer a finales de agosto. Justo un mes después de que la presidenta de la Comisión, la alemana Ursula von der Leyen, sellara el acuerdo arancelario con el propio Trump en una reunión en Escocia. Los movimientos del calendario pudieron ser en realidad cálculo político. Bruselas sabía que el anuncio de la multa al gigante del buscador iba a enfurecer a Washington y así fue: horas después de que trascendiera, el presidente de EEUU deslizó la amenaza de nuevos aranceles contra el Viejo Continente: “Mi Administración no permitirá que se mantengan estas acciones discriminatorias [contra las empresas americanas]”, dijo Trump.

“Paso a paso”

Ribera no mantiene ningún perfil bajo: este mes calificó de “genocidio” la masacre de Israel en la Franja de Gaza, provocando que la portavoz de Bruselas se distanciara de sus palabras. A finales de agosto, en una entrevista con el diario británico Financial Times, la comisaria abordó sin tapujos las amenazas de Trump a la legislación digital comunitaria. “Podemos ser amables, educados, intentar encontrar maneras de resolver problemas y discrepancias, pero no podemos aceptar todo lo que nos exijan”. En esa ocasión, Ribera pidió a la Unión Europea “valentía” en este ámbito.

Hace exactamente un año concedió su primera entrevista como comisaria, y fue al mismo medio. Entonces comentó abiertamente la posible reforma de las reglas sobre fusiones entre empresas. Sectores como el de las telecos reclaman desde hace años la necesidad de “consolidarse” mediante compras y fusiones. Ribera dijo entonces que su predecesora, Vestager, había hecho “un gran trabajo” en este tema, y que habría que ver si “necesita evolucionar”. “Paso a paso”, zanjó.

Teresa Ribera, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea para una transición limpia, justa y competitiva, habla durante una conferencia de prensa
EFE

El problema es que ese “paso a paso” está resultando interminable para diversos sectores europeos. La propia Ribera es consciente: el pasado viernes, en un discurso en Italia, Ribera explicó que seguían trabajando en “adaptar las herramientas de competencia a la realidad actual”. Y pidió paciencia con la reforma del marco de evaluación de fusiones: su departamento ha convocado varias audiencias públicas. “Trabajamos para tener listo un borrador de nuevas directrices para otoño del año que viene”, avanzó.

La impaciencia crece

La falta de contundencia por parte de la comisaria de Competencia en un momento crucial para la construcción comunitaria está exasperando a muchos especialistas. Hay quienes plantean que Ribera es ‘nueva’ en política de competencia y que por el momento ha preferido centrarse en lo que conoce mejor, las políticas verdes y la transición ecológica en las que su mano sí se ha hecho notar. Un alto funcionario comunitario, el francés Olivier Guersent, se retiró en junio tras 30 años en la Dirección General de Competencia de la Unión Europea. Y lo hizo avanzando que Ribera sería ‘más’ comisaria de Competencia en esta segunda mitad de año.

Pero que un año después no se hayan conocido todavía avances concretos que alienten la consolidación de algunos sectores. O que las multas a las tecnológicas que se han dado a conocer hasta ahora hayan resultado “decepcionantes” para los expertos está alimentando cuchicheos en Bruselas. 

“La paciencia se está agotando por la falta de claridad”, denunciaba un abogado consultor sin revelar su nombre también en el Financial Times. La presión a Ribera crece desde hace semanas, y será cuestión de tiempo comprobar qué estaba pasando. ¿Había estado priorizando asuntos de su cartera de Transición Ecológica? ¿Estaba poniéndose al día en políticas de competencia? ¿Estaba lidiando con un bloqueo de la propia Von der Leyen por el temor de Bruselas a Trump? ¿O puede que un poco de todo?