Profesiones imposibles

La patrona del ‘Iceberg’: “La sonrisa de un pescador es llevar la captura a tierra”

Carmen Argudo es una rara avis del mar, la única capitana de la zona. Lleva el timón de su propio barco pesquero. Primero fue marinera y después se colocó al mando de su embarcación

Capitana de Barco - Pesca - mujer
Carmen Argudo, patrona de barco.

Carmen Argudo lleva un cuarto de siglo al mando de un barco de pesca en Gandía. Es la única patrona de la zona, una rareza en un sector todavía profundamente masculino, donde las mujeres se suelen quedar en tierra. Su historia dentro del mar comienza en 1997, con 29 años, cuando su marido, pescador, le propuso embarcarse.

“Mi marido era pescador, compró un barco y me preguntó si quería trabajar con él en la mar. Yo prefería salir que quedarme en tierra trabajando como redera. Eso no me gustaba nada, y lo hacía por obligación. A mí lo que me gustaba era estar en el barco”, recuerda. Aquella decisión la marcó definitivamente. Nunca más quiso volver a puerto.

El matrimonio compró dos pequeños barcos que desguazaron para construir el suyo propio. Lo bautizaron Iceberg, en honor a la película Titanic que se estrenaba ese mismo año. “Fueron mis hijos los que nos dieron la idea”, explica. Los niños, entonces pequeños, se quedaban a cargo de su suegra mientras el matrimonio trabajaba.

Capitana de Barco - Pesca - mujer

Las campañas de pesca marcaban el calendario familiar. Desde agosto a septiembre, el salmonete; a partir de octubre, más pescado de escama, con redes de plástico. Y así, según la estación. “Nosotros igual pescamos cerca de la orilla que lejos, a un kilómetro de distancia o en Ibiza para pescar atún”, cuenta. La vida en el mar es así: incierta, cambiante y siempre exigente, con largas jornadas de tres días embarcada con su marido y un trabajador más.

El aprendizaje fue duro pero su matrimonio no se ha resentido. “Mi marido me lo dijo bien claro: tú vienes a la mar a trabajar, no voy a tener miramientos porque seas mujer o mi esposa. Tuve buen maestro”. Pero las tornas cambiaron. Carmen comenzó como marinera rasa, sacándose el título básico de marinero pescador, y poco a poco fue ampliando su formación. “Solo éramos dos mujeres marineras en toda Gandía en 1997”, recuerda.

Su marido de nuevo la impulsó a sacarse el título de patrona. “Primero me saqué el título de patrón costero local, para poder navegar desde Denia a Tabernes. Me gustó y me lancé al de patrón costero polivalente. A día de hoy, soy la única patrona de toda Gandía”. La decisión cambió por completo su papel a bordo: de marinera —“solo era una mandada y no podía manejar el barco”— a capitana capaz de dirigir la embarcación y decidir dónde pescar. Con el título bajo el brazo, le dijo a su marido: “Ahora yo ejerzo de patrona y tú de marinero”. Y así fue.

Sorpresas en la red

Carmen con su mayor captura un atún de más de 300 kilos.
Cedida - Carmen Argudo

La vida en la mar está llena de sorpresas, de momentos de tranquilidad pero también de sustos. Carmen lo sabe bien. Ha navegado en calma y en plena marejada, sin marearse nunca, aunque ha sufrido algún accidente con una raya: “Al quitarle del anzuelo, en un coletazo, me pinchó y me desmayé… Después sigues trabajando”. Pero en el mar no solo se pescan peces. “Nos encontramos con una urna que se quedó enganchada y de la presión reventó y las cenizas se esparcieron por el barco”, relata divertida.

En otras ocasiones, pescaron fardos de droga que después daban a la policía, muebles arrastrados por riadas o incluso animales muertos tras la DANA. También especies protegidas: tortugas que acaban en el Oceanogràfic para ser atendidas. Entre sus capturas, hay una que no olvida: “El pez más gordo que he pescado, un atún de 325 kilos”.

Su familia sigue vinculada al mar, aunque no del mismo modo. “Mi hija no ha querido seguir mis pasos, ella es pescadera. Pero mi hijo sí es pescador”.

Carmen lleva 41 años casada con su marido y confiesa que, aunque alguna vez hubo discusiones en alta mar, no hubo pelea que llegara a tierra. Lo importante era sacar adelante la faena y volver con el barco cargado. “La parte más bonita del día es cuando vuelves a casa con una buena pesca. La sonrisa de un pescador es llevar la captura a tierra”, resume. El mar se convirtió en su casa y en su sustento. Y en el lugar donde aprendió a romper barreras.

TAGS DE ESTA NOTICIA