Por qué cada vez serán más probables los apagones de internet, según estas expertas

Internet es cada vez más frágil. Estos apagones van a ser cada vez más frecuentes. No se está haciendo nada para evitarlo

De izq. a dcha., Esther Paniagua, Cecilia Rikap, Francesca Musiani y Annabell Gawer.
De izq. a dcha., Esther Paniagua, Cecilia Rikap, Francesca Musiani y Annabell Gawer.
Kiloycuarto.

Muchos usuarios se sorprendieron el pasado lunes a primera hora. Buena parte de internet había dejado de existir. Servicios de todo tipo, desde plataformas de gestión de equipos a servicios de música, vídeo y entretenimiento habían dejado de funcionar. Hubo que esperar unas horas hasta encontrar la razón. Amazon Web Services (AWS), el negocio cloud de Amazon, había tenido un problema con el Sistema de Nombres de Dominio (DNS, por sus siglas en inglés).

En pocas palabras, el servicio de base de datos de AWS empezó a tener problemas a la hora de resolver peticiones de DNS. El DNS es el sistema estándar en internet que traduce los dominios (como articulo14.es) en las direcciones IP con las que se comunican las máquinas. Amazon no ha concretado exactamente cuál fue el origen del problema, pero el incidente pone de manifiesto lo que expertos advierten desde hace años. Internet es cada vez más frágil. Estos apagones van a ser cada vez más frecuentes. No se está haciendo nada para evitarlo.

Consecuencias

¿Por qué un problema resolviendo DNS de Amazon y su negocio cloud apagó medio internet? Porque es uno de los grandes proveedores de nube de todo el planeta. Si se excluye a China, solo las grandes plataformas como AWS de Amazon, Azure de Microsoft o Google Cloud concentran más de la mitad del mercado de servicios digitales. El ranking lo encabeza Amazon, con una cuota de mercado del 30%. Le sigue Azure con un 20% y Google con un 13%, según los últimos datos de la consultora Synergy. Alibaba, la cuarta en liza y de origen chino, se anota un 4%. Oracle, Salesforce o IBM no llegan al 3%.

Un error relativamente habitual y común como un fallo de DNS hizo que la semana empezara en analógico. Una caída temporal de una plataforma de podcasts o un error en un videojuego en línea es algo asumible. Que un centro médico no pueda acceder a historiales de sus pacientes es crítico. Que la agencia tributaria de todo un país colapse unas horas también. El lunes, varias páginas del Gobierno británico estuvieron inservibles. AWS ha recibido 189 contratos de Reino Unido por un valor cercano a los 2.000 millones de euros, según recogía el diario The Guardian días atrás.

Tres grandes empresas de EEUU copan el mercado cloud global

Es más, las redes recogieron el lunes varios casos de ciudadanos que no podían salir de casa. La razón: tenían cerraduras inteligentes o sistemas de alarma conectada que no podían funcionar porque buena parte de sus servicios se estaban ejecutando en la nube de AWS, cuyos DNS no estaba resolviendo. Los problemas del mundo digital ya tienen afecciones físicas evidentes.

Otros apagones

Es cierto que las grandes tecnológicas que copan la nube procuran tener sistemas de resiliencia que impiden que estos apagones sean habituales. El problema es que esos sistemas no son inexpugnables. Prueba de ello es que este lunes se produjo este apagón, pero no era el primero ni será el último.

El 19 de julio del año pasado se cancelaron más de 1.000 vuelos en todo el planeta. CrowdStrike, un proveedor tecnológico, distribuyó una actualización defectuosa. Provocó otro apagón. Aquel ‘cero digital’ llegó entonces a España. AENA tuvo que emitir un comunicado en el que reconocían problemas informáticos en varios aeropuertos españoles. Una cadena de televisión británica no pudo emitir en directo y un par de hospitales alemanes tuvieron que posponer operaciones urgentes.

Una razón empresarial

La naturaleza de estos apagones digitales, que irán a más, no es únicamente tecnológica. Los errores ocurren, pero estas incidencias también responden a cómo ha evolucionado internet y la economía digital en los últimos lustros. Tim Berners-Lee es el ‘padre’ de internet tal y como hoy se conoce: este científico ideó la World Wide Web, el vigente sistema de enlaces y navegadores. En 2018, advirtió en una entrevista con la emisora CNBC que “el número de cosas que pueden salir mal en internet se está multiplicando”. Entonces, llamó a una regulación más exhaustiva del entorno digital y corporativo.

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Pero Berners-Lee no es el único que entiende que la concentración de internet en pocos proveedores entraña riesgos y amenazas. Múltiples académicos y especialistas llevan avisando de ello desde hace también bastantes años. Entre ellos, resuenan con fuerza las voces de muchas mujeres que abordan el estado de la cuestión desde diversas disciplinas, como el derecho, la economía o la academia.

Una dependencia cada vez mayor

Una de ellas es Cecilia Rikap, profesora de Economía en la University College London y directora de investigación de su Instituto para la Innovación y el Propósito Público. Explica a Artículo14 que el apagón de AWS terminó afectando a un montón de servicios porque la nube es “algo así como un supermercado de tecnologías digitales” donde muchas empresas “alojan sus servicios”. Por ese motivo, la concentración empresarial de proveedores cloud y de proveedores de servicios de internet es un factor a tener en cuenta en los riesgos sistémicos que adolece internet.

“Lo que pone de manifiesto un fallo de esta envergadura es la dependencia tecnológica estructural que tienen todos los negocios del mundo y todas las organizaciones e instituciones del planeta a medida que van migrando a la nube”, incide. “No solo se pasa a depender de unas pocas empresas que pueden fallar: estas pocas empresas, además, son las que deciden cómo se ofrecen estos servicios, a quién y bajo qué condiciones”.

Opina igual la periodista Esther Paniagua, autora de Error 404: ¿Preparados para un mundo sin internet?, un libro editado por Debate en 2021 que ya ha sido traducido a seis idiomas y forma parte de la bibliografía académica de universidades de toda Europa. “Esta centralización de la provisión de los servicios de la economía digital hace que se conviertan en puntos únicos de fallo: cuando uno de ellos sufre un incidente, afecta a todo el ecosistema global, incluidos servicios críticos”.

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El apagón de internet provocado por AWS dejó muchas plataformas inaccesibles
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Otros factores

Tanto Rikap como Paniagua abundan en que este problema no solo afecta a todo el tejido productivo en línea: también a administraciones públicas de todo el planeta, como el caso británico ha vuelto a dejar claro. Esther Paniagua, además, aporta más razones por las que los apagones de internet serán cada vez más frecuentes, no todos relacionados con la concentración empresarial.

La autora enfatiza que internet no fue diseñada para soportar “además de las comunicaciones, todo el e-commerce y la economía mundial, servicios y aplicaciones”. “Cada vez añadimos más capas de tecnología, unas sobre otras, sin protecciones adecuadas ni resiliencia. Tenemos la capa física, la de la red, la de transporte, la de aplicación y servicios, y ahora cada vez más la inteligencia, con IA”, apostilla.

Además, “cada vez se conectan más cosas a la red” y “todo se convierte en un ordenador”. La red de redes ya no solo está poblada por grande servidores y computadoras, también por impresoras, webcams e incluso cafeteras y frigoríficos, además de sensores industriales y, pronto, las luces de emergencia homologadas por la DGT para todos los coches de España. Escribía Paniagua en su libro que cuanta más superficie conectada, más vulnerabilidad existe: “Mayor es el efecto dominó en caso de fallo”.

Más allá de internet

La propia periodista se explaya en su libro: “Si bien los protocolos de internet siguen siendo distribuidos, dependemos cada vez más de recursos centralizados”. “Si se ataca a una de estas plataformas, se caerá todo lo asociado a ellas”. Cecilia Rikap, por su parte, detalla cómo estas empresas “gobiernan antidemocráticamente no solo la tecnología; sino las distintas patas de la sociedad”.

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No son las únicas que se han pronunciado al respecto. También Annabelle Gawer, directora del Centro de la Economía Digital de la Universidad de Surrey, en Reino Unido, ha manifestado públicamente que las tecnológicas han crecido tanto que ya son “más influyentes que muchos países”. La académica señala a las plataformas y a su “modelo centralizador”, “que ha dado lugar a destacados casos de abuso de poder económico”.

¿Una red fragmentada?

Francesca Musiani es la principal investigadora del Centro de Internet y Sociedad de París. Su expertise se basa en la infraestructura digital. Hace tres años marcó la nota discordante con una reflexión: que muchos estados estén buscando más autonomía digital conlleva también el riesgo tácito de que internet “se balcanice” (sic) y “fragmente”. Parece, en cualquier caso, un riesgo remoto. En 2020 en el marco europeo se anunció la iniciativa Gaia-X para crear una infraestructura soberana de datos, un cloud que garantizase la soberanía digital del Viejo Continente.

En 2025, cinco años después, sus progresos han sido exiguos. Y los peligros de una red de redes construida sobre un oligopolio se empiezan a notar cada vez más entre las empresas, los gobiernos y los ciudadanos.

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